La Junta revisa las obras en la espadaña del monasterio de San Miguel de las Dueñas
Se han ejecutado las actuaciones para reparar las patologías que dejó la restauración realizada tras el impacto de un rayo en 2020, con una inversión 42.176 euros.
La delegada territorial de la Junta en León, Ester Muñoz, ha visitado las obras de restauración de la espadaña de la iglesia del Monasterio de San Miguel de las Dueñas, acompañada de la jefa del Servicio Territorial de Cultura y Turismo, Amelia Biaín. Estas actuaciones, que comenzaron en septiembre y han sido financiadas por la dirección general de Patrimonio con presupuesto desconcentrado en la Delegación Territorial, han supuesto una inversión de 42.176 euros.
La espadaña, objeto de la intervención, se levanta sobre el muro meridional de la nave de la iglesia del monasterio. Se compone de un cuerpo inferior de mampostería de piedra careada, sobre el que se alzan dos cuerpos de cantería concertada de granito gris, de sección y altura decreciente en altura. En el cuerpo intermedio se abren dos huecos de campana y en el superior uno, rematados con arcos de medio punto. Los esquinales de los dos tramos superiores están decorados con pináculos piramidales o de bolas y la espadaña está coronada con un frontón curvo.
Esta intervención realizada responde a que el pasado 30 de junio del 2020 un rayo impactó en la espadaña, ocasionando el derrumbe del pináculo superior y parte de la cornisa curva del frontón. Los daños en la cubierta de la nave de la iglesia fueron cuantiosos y se procedió a su restauración de manera urgente para evitar las filtraciones de agua al interior del templo.
A raíz de aquella actuación, se detectaron las siguientes patologías en la espadaña que han sido abordadas por las obras que se han finalizado: el derrumbe de la veleta, del pináculo superior y de la parte de la cornisa curva del frontón de remate; la presencia de vegetación arbustiva en los lienzos y vanos de la espadaña, con proliferación de líquenes y musgos en la fachada norte; la presencia de materiales semidesprendidos o arenizados, detritus y excrementos en las cornisas; una fuerte erosión con pérdida de geometría debido a su alta exposición a los agentes climáticos de las cornisas superiores e inferior de la torre; y filtraciones de agua de lluvia al interior del edificio.