[LA PIMPINELA ESCARLATA] Mal fario y sobreexposición mediática
EDUARDO FERNÁNDEZ | Uno de los riesgos que tiene la sobreexposición mediática de querer estar en todos los sitios apropiándose de méritos ajenos, desdeñar no ya un perfil bajo, sino normal, y querer ser el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, es que se gana el titular de un día, pero luego te expones a la maldita hemeroteca y a las chanzas de la gente. Porque la peña tiene pero que muy mala idea.
Voy a proponerles un pequeño ejercicio de memoria, ya me dirán si ustedes extraen alguna conclusión por sí solos. ¿Recuerdan la visita de ministro de Fomento de suave voz y ademán comedido que mandaba mucho en el PSOE y se llamaba Ábalos? Pues fue pegar abrazo olegariano, y a galeras. ¿Recuerdan ustedes visita de ministro de Universidades, de esos que gana prestigio fuera y lo pierde aquí, estilo Castells? Otro abrazo y cese al canto. ¿Consiguen rememorar a ministro de Cultura de escaso recuerdo, de esos que iba a dejar la Tebaida como si estuviese en Gerona y al final nada, estilo Uribes? Pues abrazo -incluso con mascarilla triple- y defunción política todo en uno. ¿Recuerdan programa estrella de TVE Mejor contigo y a Ion Aramendi y su alegre acogida en enero de 2022 por el alcalde? Pues tres semanas después se cargan el programa de la parrilla y a otra cosa. En inocultable ejercicio de mala fe hay quien para subir a la casa consistorial se cuelga todo tipo de amuletos desde que el alcalde celebró cumpleaños de señora centenaria y en el colmo de la desdicha, muere a los pocos días. Inevitablemente le tocaba a la Renfe: viaje triunfal inaugural estilo nodo en el Alvia y el Alvia que se estropea y deja tirados a los viajeros. ¿Ven ustedes un patrón en algún sitio?
La superstición trae mala suerte, opinó Umberto Eco para explicar las extrañas coincidencias. Ojo de tigre, amatista, ópalo, ágata, turquesa, malaquita, cuarzo ahumado, jade, jaspe, ámbar y coral rojo. Son los remedios esotéricos contra el mal fario que algunos creen que deberían colocarse a la entrada de la casa consistorial para evitar males mayores. No será para tanto. Igual hay en mayo remedio… o a lo peor sigue cargándose ministros a espuertas, empezando por la de Industria, que desde que estuvo con Olegario anda poniendo velas a lo que sea para no ser candidata en las municipales; con lo a gustito que se está de ministra, dónde van ustedes a parar.
Yo no creo que Olegario sea gafe. Pero como está en toda ocasión de salir en las redes a cuento de lo que sea, pues le pasan estas cosas y la gente, que es mala a rabiar, le cuelga fama de cenizo. Hombre, el porcentaje de ministros cesados por abrazo sí que es un poco como para huir de la foto. Mientras aguante Grande-Marlaska…
Pero el verdadero mal fario no lo sufren los que vienen ocasionalmente a Ponferrada y se van, cesados o no. Para lo que de verdad Olegario ha sido gafe es para la estabilidad del ayuntamiento y para el desarrollo futuro de una ciudad que tiene que apuntar en su debe una pérdida de actividad y población que no puede imputarse a la mala situación general, que es excusa de mal gestor.
Ya sabemos que toda la vida la gente ha tenido la mala costumbre de morirse y salir del padrón municipal; son cosas de la naturaleza humana, como la renaturalización que te puede dejar un jardín como un manglar; ahora en las escuelas de paisajismo se estudian básicamente tres estilos: jardín formal francés, jardín naturalizado inglés y no jardín selvático renaturalizado pedrofernandez. Pues lo mismo, en vez de en hierbajo, en personas, sucede con el decrecimiento vegetativo de Ponferrada. En geografía humana se estudia ya una contraposición de paradigmas: el modelo Malthus y el modelo Olegarius, en el primero la población crece tanto que no hay actividad económica que la sostenga y en el segundo la actividad económica decrece tanto que no hay población ponferradina que sobreviva. Y ese es el verdadero mal fario; ha habido aquí negocios que han sobrevivido a cambios de régimen, crisis sucesivas, concejales y hasta alcaldes en sucesión infinita, coyunturas internacionales cambiantes y panoramas económicos españoles diversos, y han caído en el mandato de Olegario Ramón.
Lo sabían en la Renfe desde el fatídico instante de la foto en el tren. Qué necesidad había de ir Astorga y vuelta solo para salir en una foto, dicen en la empresa ferroviaria. Era inevitable, indefectible, mecánico, inexcusable, forzoso, inexorable, insoslayable. Esa foto de estreno de tren llama a gritos al gafe, al mal fario, al karma y hasta a las fuerzas telúricas de las óperas de los nibelungos. Avería esta semana y, vean, dos por el precio de uno, cascan AVE y Alvia y aquí quedan desesperados los viajeros. Más fotos no, oigan, que luego no hay forma de convencer a los supersticiosos de que el alcalde es simplemente malo y no gafe; la superstición es la poesía de la vida, escribió Goethe, pero déjense ustedes, por si acaso, eviten las fotos.