‘Las gafas del Belga’, en una nueva edición ampliada y revisada
El libro de Víctor del Reguero incorpora nuevas aportaciones sobre el complejo siderúrgico y la térmica de Ponferrada, y las minas de Fabero y Cerredo
Siete años después de su aparición, acaba de publicarse una nueva edición ampliada y revisada del libro Las gafas del Belga, del que es autor Víctor del Reguero. El trabajo recorre un siglo de historia y memoria de la minería del carbón en El Bierzo, Laciana y puntos de Asturias como Cerredo o Gijón, siguiendo los pasos de Marcelo Jorissen El Belga.
El libro, editado por Piélago del Moro, llega a las librerías en un volumen de gran formato en el que destaca la imagen de cubierta, obra de la fotógrafa leonesa Virginia Morán. A través de 440 páginas, con una maquetación dinámica y más de doscientas fotografías de época, estas vuelven a adquirir un gran protagonismo. Una historia y una memoria compartidas que, “en ese mano a mano entre fotografías y documentos, el texto ha sido escrito en presente para que el lector se introduzca con naturalidad en las palabras a través de las escenas, de la misma forma que el autor –devenido en una especie de relator– se metió previamente en ellas para contarlo”, explica en la introducción Víctor del Reguero.
El libro trasciende la figura de Marcelo Jorissen El Belga, ingeniero de minas omnipresente en la evolución de MSP y su territorio de influencia durante varias décadas. Desde las primeras páginas, centradas en los orígenes de la actividad minera en la zona y la construcción del ferrocarril Ponferrada-Villablino entre 1918 y 1919, toman cabida otros actores y enclaves del mundo del carbón. Es el caso de la cuenca de Fabero, donde la empresa de Diego Pérez Campanario tuvo como iconos el lavadero de La Recuelga y el Pozo Julia, o las distintas minas que en la cuenca del Sil tuvieron el marqués de Acillona, Candelario Gaiztarro o Victoriano González. También la mina La Camocha, de Gijón, que MSP hizo suya a partir de 1947, o las explotaciones de Tormaleo y Cerredo, ambas en la vertiente asturiana pero estrechamente vinculadas a esta cuenca.
Sin embargo, el papel de MSP, la gran empresa constituida en 1918 por los principales nombres de la entonces naciente banca moderna, centra continuamente el relato. Su nombre oficial, Minero Siderúrgica de Ponferrada, antepuso la minería a la siderurgia, aunque en sus inicios fue comúnmente conocida como “la Siderúrgica”. Entre las principales aportaciones que hace la nueva edición del libro a la historiografía están los pormenorizados datos que da sobre el complejo de altos hornos que la sociedad trató de construir en Ponferrada entre 1919 y 1924. Se llegaron a comprar concesiones mineras en lugares tan alejados como Teruel, Cartagena, Granada o Zamora, para garantizar la disposición de minerales necesarios para la siderurgia como manganeso o molibdeno, y se hicieron continuos viajes a Alemania, estableciendo vínculos con las grandes siderometalúrgicas de la época, principalmente la gran firma de la cuenca del Ruhr, la GHH, que llegaría a tener presencia permanente en el consejo de MSP.
Otras curiosidades que el nuevo trabajo da a conocer son los proyectos que no se llegaron a desarrollar, uno de ellos el complejo de dos presas que MSP previó hacer en la Fuente del Azufre para embalsar el agua necesaria para la planta siderúrgica, un cuarto de siglo antes de la presa que terminaría construyéndose. También se pone el foco en la génesis de la central térmica de MSP, hoy sede del Museo Nacional de la Energía, que entró en servicio en 1930. Su construcción y montaje fueron un empeño personal de Marcelo Jorissen, como revela la correspondencia que mantuvo durante meses con sus superiores para convencerles de la necesidad de contar con una nueva instalación productora de electricidad.
Minas, nuevos pueblos y cambios sociales
La repercusión de la minería y la gran transformación social y económica que trajo consigo fueron definitivas tanto en Ponferrada, una ciudad de comerciantes y rentistas convertida en incipiente epicentro industrial, como en Laciana, un valle que puso en un segundo plano su prosperidad mantequera para entregarse de lleno al porvenir del carbón. Entre esas transformaciones estuvo la aparición de una nueva clase social, el proletariado, y la evolución del movimiento obrero, de los cruentos enfrentamientos entre los católicos y los socialistas de sus primeros años a los movimientos insurreccionales de 1933 y 1934, sin olvidar las huelgas de 1962 y 1963, en las que destacó el importante papel que jugaron las mujeres.
Las infraestructuras mineras y ferroviarias, tan presentes en el paisaje, con elementos como el pozo María de Caboalles de Abajo o el Coto Wagner, se unieron a las barriadas de viviendas que MSP levantó en distintas épocas en Villablino y otros pueblos, así como en Ponferrada, con el conjunto urbano en las cercanías de la estación de su ferrocarril en el que se asentaron viviendas, el economato, el grupo escolar y el edificio sanitario de la empresa, así como el poblado de 394 viviendas de Flores del Sil.
La gran expansión de MSP durante la etapa de la autarquía franquista se hace patente con su entrada en sectores como el cemento o la electricidad, este coincidiendo con la construcción de la primera central térmica construida por el Estado, precisamente en Ponferrada, en una operación que generó un grave conflicto de intereses entre una empresa privada y la iniciativa pública. En contraste, el libro termina con un repaso al declive del sector a partir de los años sesenta, salvado por un tiempo de “euforia aparente” por la crisis del petróleo, con la aparición de las primeras explotaciones a cielo abierto, el paulatino abandono del ferrocarril Ponferrada-Villablino y el cierre definitivo del Coto Wagner en 1982.