[TRIBUNA] Abraza tu hospital: las plataformas en defensa de la sanidad pública engañando a la población y mareando la perdiz
CAS BIERZO-LEÓN | Tocan elecciones, momento de desempolvar las plataformas oficialistas “en defensa de la sanidad pública” que agitan a las masas cada 4 años. Eso sí, solo donde gobierna el PP se crean esas plataformas. Comunidades Autónomas como Valencia o Baleares, en las que gobierna “la izquierda” y la situación sanitaria es también desastrosa, no gozan de la existencia de mareas blancas o plataformas en defensa de la sanidad pública.
Su discurso es básico a mor de repetido: la derecha privatiza la sanidad, con los nuestros nos iría mejor. Vana afirmación que no se sostiene dado que el proceso de desmantelamiento de la sanidad, y el traspaso de sus partes rentables a la privada, iniciado ya hace dos décadas, es compartido por todos los partidos del arco parlamentario.
Saben de sobra que el problema sanitario no es localista, de Ponferrada o de Laciana. Se lo hemos explicado en varias ocasiones, pero no quieren oír. Su problema es que no defienden los intereses de la población, sino los de los partidos que las sostienen y amamantan. Saben que la destrucción del Sistema Nacional de Salud se extiende como una mancha de aceite por todo el Estado. Independientemente de quién gobierne. Pero lo ocultan.
Primero se sacrificó a la “España vacilada”, con sus consultorios rurales cerrados o a medio gas, allí se jugaban muy pocos votos dado el vaciamiento al que han sometido a esos territorios para alimentar a las grandes urbes. Desde Castilla y León y Galicia (PP), hasta Aragón o Extremadura (PSOE y Unidas Podemos) se sucedieron los abandonos de sus ancianos moradores, aquellos que construyeron el país.
Luego le tocó el turno a la atención primaria de las zonas obreras de las conurbaciones, que está siendo reducida a escombros gracias a la infrafinanciación y al maltrato de los profesionales. Madrid y Galicia (PP) comparten con Baleares (PSOE, Unidas Podemos, MES) y Castilla la Mancha (PSOE) los puestos de colai en el ranking de financiación sanitaria del primer nivel, el básico, el que soluciona cerca del 90 % de los problemas de salud con muy poca tecnología. No interesa una atención primaria fuerte. A ninguno de los partidos. Interesa más un modelo hospitalcentrista, más vendible en los medios de desinformación y que permite suculentas tajadas, ya que allí es donde se mueven las grandes licitaciones, la mayor parte del gasto sanitario.
Los hospitales comarcales son el siguiente elemento a liquidar tras la atención primaria. Y muchos ya están sufriendo grandes dificultades para garantizar asistencia sanitaria digna en urgencias, o incluso para mantener abiertos determinados servicios. Se repite lo ocurrido en el desierto médico francés hace ya una década: abandono de las zonas de sacrificio, lo que fue contestado por los compañeros y compañeras de la “Coordinadora en Defensa de los Hospitales de Proximidad” con acciones directas, no con abrazos. Desde el Bierzo a Llerena, pasando por Aranda de Duero, Verín, Bajar, Jarrio, Tolosa, Barbastro… da igual. De norte a sur, de este a oeste, tanto donde gobierna la izquierda del capital, como donde gobierna la derecha, sucede el desastre. Desastre que va a ir a más con las jubilaciones en los próximos cinco años de cerca del 25% de los trabajadores de la sanidad, muchos de los cuales no se van a poder cubrir.
El espejismo del estado de bienestar duró unas décadas. Los sistemas sanitarios de base universal fueron creados en Europa a la salida de la segunda Guerra Mundial en unas condiciones determinadas: combustibles fósiles baratos y crecimiento económico a costa de la explotación de los recursos de los países del Sur, lo que permitió ofrecer ciertos servicios públicos a las poblaciones del Norte y así comprar la paz social. Ahora estamos en otro momento histórico: fin de la época de los combustibles fósiles baratos, altas de tasas de parados, excedentes de población que el capitalismo ya no necesita (ni siquiera el de rostro humano que nos vende la izquierda del capital), a los que el sistema ya no necesita garantizar atención sanitaria digna. La ecuación deterioro del sistema público-estatal, listas de espera, huida hacia los seguros privados, y sistema de beneficencia es la que marca el camino.
La respuesta no puede ser localista porque el problema es general, y solo la movilización de partes importantes de la población, al margen de los partidos políticos, podrá conseguir blindar la sanidad. En primer lugar, prohibiendo las leyes estatales que permiten la privatización, que el gobierno más progresista de la historia mantiene en vigor para que la derecha haga el trabajo sucio, mientras ellos dejan hacer. En segundo lugar, refundando un sistema sanitario centrado en la prevención y actuando contra los productores de enfermedad, es decir en la salud colectiva, hoy abandonada.
El partido del Estado está abandonando los servicios públicos, deteriorándolos, transfiriendo sus partes rentables a la privada, y detrayendo el dinero de nuestros impuestos para atizar la guerra de Ucrania, en lugar de reforzar los centros sanitarios, o garantizar la atención de nuestros mayores, hoy de nuevo, tres años después de la masacre de las residencias, abandonados.
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