[LA PIMPINELA ESCARLATA] Encuestas de madrugada o la mofeta de Olegario se impacienta
EDUARDO FERNÁNDEZ | El pasado sábado a las ocho, que no sé si son para ustedes de la tarde o de la noche, contesté pacientemente a una encuesta telefónica que me hacía un robot de voz cansina, que preguntaba por las excelencias del gobierno municipal ponferradino de Olegario Ramón. Sugiero que la próxima vez para darle mayor énfasis, credibilidad a la encuesta y efecto sorpresa al encuestado, una inteligencia artificial tendría que hacer la encuesta imitando la propia voz de Olegario Ramón, y ya me disculpo por colocarles a ustedes las palabras Olegario e inteligencia en la misma frase, aunque sea artificial.
Saben ustedes que entre algunas frivolidades de mi vida se cuenta haber estudiado Ciencias Políticas. Se lo digo para que calibren que, con toda sinceridad, yo de encuestas sé muy poco. Ahora bien, estaba suficientemente despierto el día de las clases de Estadística y Comportamiento Electoral como para darme cuenta de que una encuesta en que no se pregunta por una de las fuerzas políticas que puede obtener representación municipal y que es nada menos que la tercera fuerza nacional como Vox, es un gurruño. Voltaire pedía juzgar a las personas por sus preguntas en vez de hacerlo por sus respuestas; como le apliquemos semejante criterio a la encuesta despiden al diseñador. Ni ganas que tengo yo de votar a Vox ni de que ninguno de ustedes les vote, y sin embargo es muy probable que alguno de los x cientos de ponferradinos que contesten a la encuesta quisiera votar a Vox. Pues bien, no podría tabularse ese resultado con los genios que han diseñado esta encuesta pensando en las elecciones pasadas, de las que nos separan casi cuatro años y no en las próximas de las que estamos apenas a un trimestre.
Claro que me han vuelto a hacer otra encuesta distinta el martes, esta vez sin robot, y me vuelve a pasar lo mismo, que tampoco preguntan por Vox, pero eso sí, para dejar rastro del encargo, me aburren con los concejales del equipo de gobierno, a ver a quién conozco y a quién valoro. Que mi drama, como el de tantos ponferradinos, es precisamente que los conozco. Lo que sin duda alguna explicará parte de las pesadillas que sufro. Siguiendo inveterada costumbre por mi parte, que ustedes ya conocen porque aquí he escrito de ello, he valorado muy bien a la concejal de Cultura, lo que me hace prever que será la puntilla para la pobre.
Podría ser una estrategia a considerar por la derecha malévola, que yo valore tan positivamente a Olegario que los suyos decidan quitarlo para no darme satisfacción. No obstante, no estoy seguro de que ni con todos los viáticos del mundo pueda yo alcanzar el Cielo si valoro bien a Olegario, por lo que me he decidido a calificarlo con la nota que merece por tener las aceras alrededor de mi casa con los agujeros y elevaciones que me he molestado en fotografiar, porque cada semana tropieza una persona mayor y voy a hacer acopio para las futuras demandas al ayuntamiento.
Con todo, eso no ha sido lo malo. Sino que el sábado a las 7:30 h de la mañana han decidido llamarme a mi casa para repetirme la encuesta dichosa que había completado la víspera. Ya es contumacia en el tocamiento de gonadillas. No sé si es la del periódico, la del PSOE o la del mismísimo Eurostat, pero llamar de buena mañana a una casa en la que hay dos jóvenes trasnochando y darle a un padre el susto de que pudiera haber pasado algo, no se lo perdono al idiota del encuestador y al irresponsable que ha encargado la encuesta. Y menos al gaznápiro que ha programado la hora de las llamadas. Pero tampoco al que la encargó. Hay cosas que no se le ocurrirían ni al CIS. Si en algún momento hubiera incurrido en desvarío, enajenación mental transitoria o abuso de sustancias psicotrópicas suficiente como para pensar en votar a Olegario, se me hubiera pasado contestando antes de las ocho de la mañana de un sábado a la encuesta de sus extraordinarios logros merecedores de premio Nobel de la paz y Premio Nacional de medio ambiente a la vez.
Olegario se impacienta y quiere que el oráculo de pago le tranquilice con estas encuestas de respuesta cerrada en la que solo les falta preguntar “considera usted que el alcalde de Ponferrada es más guapo o más carismático”, que te ponen en un brete insalvable cuando se es ambas cosas a un tiempo, como en su caso, en grado superlativo.
Olegario se impacienta, los suyos te encuestan y a mí me llaman un sábado a las 7:30 h. Es científicamente posible en términos de probabilidad que esté gafado por escribir tanto de este alcalde. Olegario está tan preocupado que te preguntan por todos los pactos, eso sí, sobre todo por el de meter miedo que es PP-Vox, que digo yo que cómo se va a pactar si ni siquiera incluyen a Vox cuando te preguntan. Tal como está de polarizado el país, cada pacto mete miedo a la otra mitad. Pero a la vista del esperpento del solo sí es a medias en el gobierno sanchista, hay pactos que además son objetivamente funestos.
Me queda saber si la mofeta de Olegario tiene idéntica ansia por saber nuestra intención de voto como por el reciclaje. Hay que ver qué cosas tan curiosas tiene la renaturalización, que hasta multiplica especies endémicas de otros lugares por Ponferrada, donde lo que es verdaderamente endémico es el concejal que no la marca, ni para explicar por qué a los padres no les dejan ver las competiciones deportivas de sus hijos, piscina deteriorada mediante. Si se molestan ustedes en ver la taxonomía de las mofetas, en la clasificación del reino animal de estos bichejos comprobarán que los Mephitidae son animales americanos. Me dirán ustedes que en el cole o el trabajo han conocido a alguien que les recordaba a Pepe le Pew, la mofeta de los dibujos de Looney Tunes de la Warner. Pues ahora la tienen en vivo aquí, aunque lo que sería verdaderamente espeluznante y disuasorio cuando alguien echase una colilla al suelo no es que se le aparezca la mofeta de Olegario, para qué representantes interpuestos, sino el mismísimo Olegario bailando bachata para las redes sociales, que eso sí deja tan imborrable imagen que no vuelves a contaminar en la vida.
Mientras tanto, y más a medida que se acerque mayo con suspiros por las obras electoralistas, Olegario se impacienta y veremos unos resultados de encuestas tan tocadas en la cocina que tendrá que venir Tezanos a hacer un cursillo acelerado para que Sánchez pueda tener tan buena imagen pública como la del alcalde por el que tan excelentemente preguntan esos días por teléfono.