‘Tercer cuerpo’, talento dramatúrgico al servicio de una comedia negra y absurda
Claudio Tolcachir, uno de los dramaturgos argentinos de referencia mundial, escribe y dirige Tercer cuerpo, una extraña comedia llena de humor negro, absurdo y desinhibido en la que destaca el trabajo interpretativo de, entre otros, las actrices Natalia Verbeke y Carmen Ruiz.
Una oficina destartalada, la casa de una pareja, un bar y un consultorio médico. Diferentes sitios que se alternan en un mismo espacio conjugando la vida de cinco personajes bastante perdidos en la vida y atenazados por el miedo. Cinco seres que no son capaces de ‘encontrarse’, que quizás no saben vivir y que tampoco saben amar, porque no nacemos con un libro de instrucciones. Seres con una incapacidad absoluta como sello de fábrica y sin embargo un deseo enorme de vivir. Torpemente, equivocadamente pero al menos de intentarlo.
En esa oficina comparten espacio Sandra (Natalia Verbeke), Mónica (Carmen Ruiz) y Héctor (Carlos Blanco), tres personajes que esconden un drama cada uno pero que Tolcachir los relaciona a través de la comedia con diálogos muy divertidos y situaciones totalmente absurdas en las que Carmen Ruiz se desenvuelve como pez en el agua.
A los personajes, en realidad, no les ocurre nada que se salga de lo cotidiano: broncas de pareja, frustraciones, traumas, preocupaciones amorosas, sexuales o económicas. Tolcachir retuerce esa cotidianidad hasta la extravagancia exprimiendo los diálogos hasta el punto absurdo en que estalla la comicidad. Una espontaneidad vertiginosa (el genuino estilo Tolcachir) que solo pudo haber nacido a pie de escenario en improvisaciones con actores.
El propio Tolcachir define así de bien la esencia de los cinco personajes de la historia: «Muchas veces sentí que yo no estaba preparado, que no era lo suficientemente maduro o inteligente para afrontar los desafíos más simples de la vida. Como si todos los demás hubieran recibido un manual de instrucciones que a mí no me llego. La incapacidad absoluta como sello de fábrica y sin embargo un deseo enorme de vivir. Torpemente, equivocadamente pero al menos intentarlo».
La obra, ha dicho un crítico, “es una virguería en forma y fondo. Se desarrolla en una oficina de muebles antediluvianos y sin ordenadores que remite a una época anterior, sin especificar cuál. Pero eso parece deliberado porque donde se intuye que Tolcachir quiere situar la acción es en un territorio suspendido en el espacio y el tiempo, una especie de no lugar sin pasado ni futuro al que arroja sin red a sus personajes”.
La función llegará al Bergidum el próximo viernes, 24 de febrero (20.30 horas), dentro del Abono Ancha 15 y del programa Platea del Ministerio de Cultura. Las últimas localidades están a la venta.