[LA PIMPINELA ESCARLATA] Querer y trabajar
EDUARDO FERNÁNDEZ | Yo quiero adelgazar. Estoy por ponerlo en una valla. De verdad tengo ese deseo íntima y sinceramente entreverado en las entretelas de mi alma. Ahora bien, la jodía barriga es inmune a mis deseos y mantiene desafiante el mismo perímetro, e incluso por días se desborda entusiasta y juguetona y no es que ya me impida ver enteramente caracterizada mi masculinidad, que adujo Primo de Rivera para dar su golpe de 1923, sino que ni siquiera me deja ver el cinturón que llevo. Pero quiero adelgazar con todo mi ser, como el alcalde quiere a Ponferrada, por lo menos.
Por esta vía, inmisericorde y trágica, he percibido la vaporosa diferencia entre querer algo y trabajar por ello. A otros, como no les dará el lirismo para estas sutilezas, hay que explicárselo como en Barrio Sésamo. Cerca y lejos. Querer y trabajar. Yo quiero adelgazar, pero no trabajo por adelgazar, que cansa horrores. Otros dicen querer a Ponferrada, o a Noruega ya puestos, pero no trabajan por Ponferrada. Simple como para que lo entiendan Epi, Blas y los publicistas del olegarismo. Mejorar Ponferrada también sería una trabajera, si en algún momento de despiste o sana voluntad lo hubiesen intentado. Oscar Wilde había dicho que el trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer, y ahí arriba tienen mucho que hacer.
Claro que, inmunes al mucho amor que se derrocha en el ayuntamiento, porque el personal es muy suyo y poco dado al romanticismo político, estamos asistiendo a una retahíla de quejas en algunos barrios por favoritismo en otros. Casi siempre se aduce que allí vive el mandamás de turno. En el próximo mayo tendrán que hacer listas más integradas, con candidatos en puestos de salida de todos los barrios y pueblos para evitar semejante sensación de agravio que tienen verdaderamente los vecinos. A este paso, en unos barrios pondrán en las vallas “querer a Ponferrada va por barrios” o “a algunos pueblos más que otros”.
Ya no tengo sensación de agravio. Llevaba no sé cuántos días mirando por la ventana y viendo el reloj de la plaza de República Argentina parado y ha sido quejarse Morala y retomar bríos las agujas del reloj. A este paso eso de que solo aciertan cuando rectifican y escuchan a la oposición se va a convertir en un axioma. Desde el arreglo del reloj vivo enternecido, ya si me quitaran todas las baldosas rotas y levantadas que hay en esta plaza amenazando viejecitas y viejecitos, que la desidia del equipo de gobierno no entiende de género, estaría dispuesto a colgar cartel del alcaldable en mi ventana con el lema Olegario me quiere.
Ciertamente a mí me quiere porque yo no tengo que trabajar moviéndome en coche por Ponferrada. O porque no tengo ni bar ni tienda amenazada de imposible acceso por la Zona de Bajas Emisiones. Que yo lo entiendo oigan, porque hay mañanas en las que Ponferrada está con una polución que la sitúa entre Méjico DF y Pekín, y aquí sobran aparcamientos disuasorios y ya puestos, al personal se le va cayendo de los bolsillos la pasta para cambiar de coche por lo de la transición energética y ecológica que nos cerró las térmicas.
Yo ya estoy esperando ver cuándo caben algunas cosas en lo de querer Ponferrada: cuándo se quiere tanto a Ponferrada que se tapan todas las zanjas, cuándo que se hacen las obras para servir la ciudad y no para servirse de las obras en las elecciones, cuándo se quiere tanto Ponferrada que se deja de renaturalizar y se atienden de verdad las zonas verdes y los jardines, que se bachean algunos accesos a pueblos, que tienen tantos agujeros como los bolsillos de los contribuyentes ponferradinos con los tributos municipales y los proyectos a medias del equipo de gobierno, cuándo se quiere tanto a Ponferrada que se dan explicaciones sobre cómo es posible que los que no nos quieren tanto denieguen una pila de subvenciones para parques urbanos y para lo que sea. Ya de paso habría que ampliar los carteles, querer Ponferrada y querer de Cubillos a Villablino todos los municipios que hay y que han merecido que el alcalde priorice otras obras -según su peregrina pseudoexplicación de dónde volaron esos sesenta y dos millones de euros de next generation o next timo sanchista- antes que el acondicionamiento de viviendas para realojo de colectivos vulnerables. Yo le doy gracias al Altísimo cada mañana porque no soy colectivo vulnerable. Si no, esa explicación, pobre, torpe, errónea y no bien calculada, de preferir una obra turística para otros sitios antes que viviendas sociales aquí para gente en riesgo de exclusión social me haría, primero comprender por fin dónde se sitúa la fina sensibilidad social progre del alcalde y los suyos y segundo, acordarme de sus antepasados hasta la octava generación.
Mientras, celebramos el ingenio: querer Ponferrada sin trabajar por Ponferrada y tu mofeta te quiere son éxitos como campaña de comunicación política sin precedentes.