[PAJARITOS Y PAJARRACOS] Convite, puñetas y hartazgo
XAN DAS VERDADES | Juan Carlos Suárez Quiñones, consejero de Fomento y Medio Ambiente de la JCyL, suele perder las mejores oportunidades de quedarse callado. Desde esta columna se le echó un merecido capote ante las chufla de un ingrato y su filial aprendiza, lo que no es óbice para convenir que respecto al Bierzo le patina el bendix y debería hacérselo mirar.
La última del susodicho es del pasado día de la Encina, cuando afirmó ante la festiva concurrencia de estómagos agradecidos dispuestos a tragar lo que les echen, lo siguiente: “El Bierzo camina con paso firme en la senda de la recuperación económica”. Manda huevos con el cazurro: alumbra esa perla verbal, la suelta sin rubor y, sin cortarse un pelo, pasa a confraternizar con los alegres comparsas del convite
Una de cuatro: o no pensaba lo que decía, o no sabía de qué hablaba, o no tenía idea dónde estaba, o le había dado un aire que le afectaba el raciocinio. Ni una línea para rebatir esa monumental cantada, ni un monosílabo para poner tacha a su exultante optimismo a cuenta del descenso de la tasa del paro. Un dato estadístico de quita y pon que vale para apalancar su perorata pero que no soporta el mínimo contraste con la realidad pura y dura.
No sé si alguno de los asalariados públicos asistentes al happening comparte su entusiasmo; puede que sí, ya que las mamaderas en metálico obran milagros. Lo que está fuera de duda es que ni uno solo de los ciento y pico mil bercianos restantes se traga que ya han comenzado a llegar los camiones con longanizas para atar a los perros.
El Bierzo necesita de los jueces para perseguir la corrupción sistémica que lo ha arruinado, con esa sola determinación cumplirían con lo que la ciudadanía espera de ellos, después de años mirando para otro lado. Cambiar las puñetas de juez por hacer la puñeta como político es una opción legítima pero con mucho peligro, sobre todo cuando se aterriza creyendo que el paisanaje está solo para acatar y penar sus frivolidades.
En tal clave se comprende su frase de las frases, la reproduzco en francés que resulta más molona: “Je suis l’administration”. Lo demás en coherencia con el aserto es puro despotismo enlatado: Cosmos sí, eucaliptos también, TeleCorrupción por supuesto, infraestructuras vitales, ya veremos… Nos sobran intérpretes áulicos para deformar una situación límite que no admite placebos, y nos faltan protagonistas con arrestos que cojan el toro por los cuernos, canten las cuarenta donde proceda, y frenen la interminable caída al abismo.
Nadie nos va a sacar del pozo en que estamos metidos, somos nosotros mismos los únicos que lo podemos lograr
La culpa de lo que pasa nos la debemos adjudicar en primer lugar los bercianos, sobre todo por consentimiento. Lo hemos tolerado todo, y cuando digo todo es todo. De la misma manera que el progreso nos llegó por iniciativa externa y sin esfuerzo, hemos asistido indolentes al descalabro. Entonar ahora el mea culpa y cumplir la penitencia es poco práctico si no lleva aparejado el propósito de enmienda. En el filón de nuestra abulia se han cimentado todas nuestras desgracias: desde la rapiña sistemática a la corrupción campante, desde el desmantelamiento productivo a la devastación ecológica, desde la pérdida de la autoestima como pueblo a la servil claudicación política.
Y esto enlaza con lo que nos ocupa y debía ser una preocupación general, cual es decidirnos a plantar cara a la adversidad sin esperar nada de nadie. Sirva como ejemplo de nuestra infinita resignación el último capítulo de la debacle, el carpetazo de Endesa que se va de rositas con la prodigiosa hazaña de pagar cuatro sueldos durante un rato. Ojo, cuatro sueldos a cuatro propios de la Universidad de León para rellenar unos papeles que le sirvan como coartada de su clamorosa falta de compromiso. Es la última tomadura de pelo en vivo y en directo sin que nadie, ni pueblo, ni los sindicatos ni los políticos, ni las instituciones, ni la santa providencia, le echen pelotas y les obliguen a compensar en la justa medida la dimensión del descalabro.
Nadie nos va a sacar del pozo en que estamos metidos, somos nosotros mismos los únicos que lo podemos lograr. No son tiempos de esperar que la solución nos venga del cielo porque el cupo de los milagros reactivadores está agotado. Deberíamos persuadirnos que esto no lo arregla nadie que no seamos nosotros mismos; estamos solos ante el infortunio y remontarlo depende únicamente de nuestra determinación.
Así que menos cuentos de hadas madrinas; los que nos mal gobiernan pueden ayudarnos si declinan de salvarnos a su manera, nos dejan hacer a nuestra forma, y abrazan este sencillo guion: 1) Que nos pongan otra vez en el mapa del que nos sacaron; 2) Que se nos dote de un poder político propio, efectivo y sin cortocircuitos; 3) Que se cuente con una información independiente y veraz sin intoxicaciones patrocinadas; 4) Que prime el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado de acuerdo con nuestra singularidades autóctonas; 5) Que se repriman y castiguen todas las cepas de corrupción que nos han llevado al desastre.
Con esas cinco medidas el Bierzo remontaría en un plazo prudencial, sin esperar a que los reyes magos nos traigan a la fábrica de Tesla de regalo. Y mientras eso no ocurra, los mesetarios deberían evitar jodernos de palabra, obra y omisión, porque con tanta iniquidad acumulada van a conseguir que esta región avasallada despierte, se organice, y tome medidas contundentes que se les escapen de las manos.