[LA OVEJA NEGRA] Iberia humillada y despojada convertida en colonia energética para eco progres urbanitas y eurocéntricos
GERMÁN VALCÁRCEL | En la tierra donde vivo, el Bierzo, el expolio que viene -en forma de “energías renovables”- es continuación del anterior. Basta con observar la maltratada geografía de nuestra comarca, surcada por el arbitrio de la codicia y despojo del extractivismo carbonero. Ahora entramos en una nueva fase de desposesión y destrucción que, vestida de “verde, renovable, sostenible y circular”, desarrolla capacidades y recursos nuevos, se tecnifica, se encubre, se maquilla y pretende hacerse aceptar como una realidad natural. Impone sus intereses como si fueran los nuestros.
Mienten, descaradamente, para justificar sus decisiones políticas. Miente el gobierno más progresista de la historia de España, mienten y manipulan, con descaro y sin pudor, los y las caporales locales -Olegario Ramón, María Isabel Fernández, Marco Morala, Iván Alonso, Gerardo Courel, Lorena González Guerrero o María Paz Martínez Ramón, entre otros y otras muchas- de los partidos políticos, de todos. Sostener que las fuentes renovables de energía son inagotables, infinitas y luchan contra el cambio climático es un paradigma falso; tienen limitantes técnicas y físicas, además de problemas de intermitencia y de ser dependientes de las fósiles.
Datos que, a vuela pluma, me permiten afirmar que mienten: Alemania, en el 2000, se propuso ser “verde” para 2020, con el 18 por ciento de su consumo de energía primaria renovable; no obstante, apenas va en el 13 por ciento; el 87 por ciento restante es fósil. La energía eólica sólo representa el 2,8 por ciento y ya se ‘tapizó’ el territorio alemán con 29 mil turbinas. Ahora viene a por nuestras geografías, a convertirnos en su colonia energética. Nos “regalan” fondos Next Generation para “convencernos”. Fondos que pagarán las generaciones venideras. Pero nuestros políticos no miran más allá del 28 de mayo.
No importan las mentiras que cuenten en esta nueva fase. Lo que importa, lo que urge, es reconocer sus estrategias, sus propósitos, quienes son, donde están, lo que nos está pasando, lo que nos están haciendo. Pretenden una ocupación territorial-espacial. Cada espacio, cada rincón, cada tejido, cada iniciativa, cada bien de vida debe poderse explotar, transformar en mercancía y sacarles ganancia. El “sistema” no descansa, acumular es sagrado y robar es ley. Todo debe convertirse en un recurso para el mercado. La vida toda en función de que “ellos”, los de arriba, acumulen y nos pongan precio, le pongan precio a todo.
“Ellos” inventaron el poder y para este los dispositivos para establecer lo que es relevante y lo que no lo es. La estructura del poder se modifica, se adapta, se consolida para mandar. Los más poderosos, los dueños de corporaciones transnacionales, el sector bancario y financiero deciden, según su interés, nuestro destino, nuestra historia. Se sirven del Estado, de las instituciones: los políticos y funcionarios son sus capataces. Los medios de (in)comunicación transmiten sus discursos, sus verdades, su ciencia. Crean una “realidad” que nos aplasta en una sin salida que se transforma en impotencia.
Pero nosotros no somos “ellos”, aunque nos hayan hecho creer que nos dan de comer y nos visten. Aunque los busquemos en el espejo, con terror de perdernos si no nos vemos reflejados a su imagen y semejanza. Han ocupado todo, han disuelto, corrompido y desintegrado de forma activa y planificada los tejidos sociales, generando desconfianza y angustias por sobrevivir y defender lo poco que tenemos. Ordenan la ira colectiva y organizan el odio -tienen los partidos políticos, sindicatos y subvencionadas organizaciones sociales como vehículos- y así vamos, comprometidos con sus causas, a matarnos entre nosotros con sus armas.
Estamos tan colonizados y alienados que es difícil reconocernos entre tanta marca, lugar común, receta y obligación
Estamos tan colonizados y alienados que es difícil reconocernos entre tanta marca, lugar común, receta y obligación. Tanto, que tenemos miedo de nosotros. Nos vigilamos, nos denunciamos. Objetivo estratégico final: perdemos los de abajo, ganan ellos.
Solo tendremos alguna esperanza si somos capaces de distinguir entre nosotras y “ellos”: Reconocernos. Aceptar y hacer de las contradicciones parte de los procesos y de las dinámicas organizativas, y del quehacer político y social. Buscar ámbitos de debate y reflexión colectiva donde los desacuerdos y diferencias sean bienvenidas, escuchar es una oportunidad. Encubrirlas, ocultarlas y negarlas, además de impedirnos reconocerlas, degenera en expresiones autoritarias y termina robándonos las banderas y los propósitos de nuestras luchas. Si no somos capaces de aceptar las contradicciones, las diferencias y de convivir con ellas, la decepción y el resentimiento amargaran la biografía de las luchas individuales y colectivas como una constante dolorosa y recurrente.
Tendremos que echar mano de memorias, experiencias y principios para encontrarnos, para sentir la tierra que pisamos y el tejido que nos une y arraiga. Arraigo en la memoria, reapropiando, reelaborando, construyendo una sociedad democrática y participativa. Contraria al poder. Despreciar las jerarquías. No se trata de acumular saberes como mercancía, sino compartirlos y construirlos colectivamente.
Será necesario aprender a mirar, a mirarnos, así nos reconoceremos y veremos que nuestras broncas son las mismas, nuestra sangre es del mismo color, nuestras montañas y ríos son los mismos; los abuelos, abuelas, padres, madres, hijos e hijas que luchan, son los mismos. No estamos solos ni solas. Nos acompaña nuestra historia, los padecimientos compartidos. Nuestras luchas tienen un tejido común, somos hijos de esas luchas y rebeldías compartidas.
Las gentes del Bierzo conocemos la brutalidad cotidiana ejercida desde el poder, conocemos lo que es la explotación, el expolio y la exclusión, sabemos lo que es el exterminio de ecosistemas y especies, la destrucción, por abandono, de pueblos enteros, la apropiación privada de recursos, trabajo y territorios, la eliminación de excedentes de población: hay más bercianos en el exterior que dentro de la comarca. No miremos para otro lado.
La crisis de los de abajo, nuestra crisis, no es la del Capital. Ante la magnitud de las amenazas, hay que tejer iniciativas y experiencias, rescatar voces y luchas, hacer memoria, pero no para un museo de experiencias, sino para encuentros que abran caminos. Crear tejidos, iniciativas de resistencia y transformación, hilos como mecanismos que nos permitan vibrar en defensa unos de otros, así como intercambiar, apoyarnos, criticarnos, compartir información, acompañarnos, aplastar egos, buscar asuntos que nos convoquen y desafíen, abrir caminos y salir de polaridades que nos encierran y aíslan.
Pero no nos dejemos engañar ni manipular por quienes hacen de la “representación” política una profesión bien remunerada y, luego, nos convierten en siervos. Desenmascaremos esta falsa democracia que solo ofrece alternancia, no alternativas de cambio social. Los partidos políticos no son más que ofertas de “gestión técnica” del orden establecido. Acabemos con la servidumbre voluntaria que se esconde tras el voto. No sigamos legitimando a nuestros opresores.
El contexto actual requiere un nuevo análisis desde abajo. Es necesario nombrar lo que amenaza la vida colectiva en armonía, los bienes comunes y la libertad, y superar la crisis en sentido diferente al Capital. La solución no es seguir haciendo lo de siempre. No nos engañemos más: no se puede cambiar el mundo sin caer en totalitarismos. Es necesario construir uno nuevo, con aquellos y aquellas que estén dispuestos a hacerlo. Solo podemos cambiar las cosas haciendo algo diferente. La única salida es no repetir, una y otra vez, la terrible historia que nos coloca en el lugar del opresor.
PS: La fotografía que acompaña este texto ha sido distribuida por el gabinete de prensa del alcalde de Ponferrada. Sirve para ilustrar la sociedad que sufrimos los de abajo. Dos trabajando, cuatro “dirigiendo” y mirando. Del proceso de selección de los “currelas” hablaremos en otra columna.