Juan Echanove y Lucía Quintana llevan al teatro la comedia de Lubitsch ‘Ser o no ser’
Para los historiadores del cine, Ser o no ser pasa por ser una de las mejores comedias de la historia del séptimo arte. Adaptada por Bernardo Sánchez a partir de la comedia de Ernst Lubitsch, la obra llega ahora al Bergidum con un reparto que encabezan Juan Echanove y Lucía Quintana.
Varsovia, agosto de 1939. La compañía teatral del matrimonio Tura se instala en un teatro para ensayar una obra que satiriza la amenaza mundial que suponen Hitler y el nazismo. A la vez, representan Hamlet, cuyo verso “ser o no ser” será la clave de un affaire extraconyugal. Los problemas se les multiplicarán en todos los órdenes: las autoridades polacas prohíben el estreno para evitar represalias de Hitler, lo que no impedirá que Alemania invada Polonia.
Con el teatro semidestruido por los bombardeos como centro de operaciones, los actores de la compañía tendrán que ingeniar una doble trama teatral, de guardarropía y suplantación, para desactivar la entrega de un documento que acabaría con la resistencia y para huir de Polonia a Inglaterra, tierra de Shakespeare. Esto supone que sean ellos mismos quienes, en un alarde interpretativo, se hagan pasar por nazis. En medio de esta peripecia, los Tura tendrán que solventar la irrupción en su matrimonio de un joven aviador de la R.A.F., que ha convertido su vida conyugal en un vaudeville: aún más teatro.
La gran comedia se sirve del arte de la representación, de la risa, del teatro en fin, para defenderse de la falsedad y del abuso de poder. Chaplin y Lubitsch, en tiempo real y jugándose el tipo, le dieron a Hitler donde más le dolía, usurpándole el bigote en que se resumía su figura. En la genial película Ser o no ser, y con Shakespeare como única arma, Lubitsch desmontaba la maquinaria nazi. Aquella trama vodevilesca en torno compañía del matrimonio Tura se lleva ahora a escena interpretada por Juan Echanove, Lucía Quintana, Ángel Burgos, Gabriel Garbisu, David Pinilla, Eugenio Villota y Nicolás Illoro, bajo la dirección del propio Echanove. La crítica ha señalado que esta adaptación es “un magnífico espectáculo donde caben la sonrisa, la carcajada y también la emoción, y en el que se sortean con inteligencia los escollos que plantea la traducción del lenguaje audiovisual al escénico”.