[TRIBUNA] Aquellos Irmandiños bercianos
JAVIER LAGO MESTRE | Un año más se anuncia la recreación histórica de los Irmandiños y su toma del castillo de Ponferrada. Parece buen momento para recordar un poco de aquella rebelión gallega y berciana. Nos fijamos en el año 1467 cuando los irmandiños gallegos entraron por El Bierzo en persecución del conde de Lemos. En esta región atacaron los castillos señoriales, de Serracin, Valboa, Corullón, Pena Ramiro, Lusío, Cornatelo y Ponferrada. La presión militar irmandiña fue tal que el conde de Lemos tuvo que huir hacia tierras leonesas.
En esta ocasión creemos de interés informar sobre la participación de los irmandiños bercianos. Por supuesto los datos no son numerosos porque la información escrita estaba restringida a los poderosos que no tenían interés documental en resaltar esta revuelta popular.
LAS ZONAS IRMANDIÑAS. Tenemos noticias de un núcleo irmandiño en Ancares. Aquí el monasterio de Espinareda intentó controlar a los irmandiños, “et dixo que como mejor podia e devia, como señor de la dicha terra requeria et defendia a los dichos concejo e omes buenos que non entrasen en la hermandad sin su licencia” (enero de 1467). La organización irmandiña, con alcaldes y cuadrilleros, funcionó en Ancares, “quadreleros los chamaron e eles vinieran por servicio de la hermandad e a su chamo”. Otro documento se refiere a los vínculos creados, “dexieron quellos farian verbo e condiçion de se ajudar con derecho para se defender e mantener las costumbres del dicho lugar”.
Otra zona irmandiña fue Arganza. Alvaro Sánchez de Arganza atacó al conde de Lemos cuando se retiraba al castillo de Luna. Pero finalmente, ese capitán berciano irmandiño fue apresado, luego ejecutado y sus bienes confiscados. Así se describe en la documentación, “e quando lo sacaron para lo asaetar, lo pregonavan deziendo que veniesen a ver la justicia que mandava fazer el conde, aquel ombre que fuera su criado e fuera contra él” (tomado de Francisco González y González).
Por supuesto, la rebelión irmandiña dividió a los bercianos. De un lado, los seguidores de la alianza irmandiña galegoberciana, y por otro, los que se unieron a los poderes señoriales. En este segundo grupo se incluye el conde de Lemos con los concejos de Ponferrada, Cacabelos y Villafranca, los cuales buscaron el apoyo de la Junta de la Hermandad castellana, reunida en Madrigal en marzo de 1468. El conde de Lemos, con los regidores bercianos, logró de dicha Hermandad una provisión a favor de reclutar hombres y recaudar dineros para la Hermandad castellana (según el profesor Carlos Barros).
LOS ABUSOS DEL CONDE DE LEMOS. Los bercianos bien sabían de los abusos del conde de Lemos. Este fue el caso de la imposición de servicios obligatorios, de trabajo en sus diversas fortalezas, a los vasallos propios y ajenos. Así lo indica un texto posterior, de un pleito de Molinaseca del año 1517. “Conocio al dicho conde ser ombre muy poderoso e mandava e señoreava toda esta provincia del Vierzo, e vido que para haser la fortaleza de la villa de Ponferrada traya los ombres de las abadyas, asy como de San Pedro de Montes e de santa Marya de Carrazedo e de Sant Andres de La Espinareda, e los traya para la dicha fortaleza e les mandaba como a sus vasallos”.
La derrota final de los irmandiños bercianos frente a los señores provocó la represión. El conde de Lemos emprendió la tarea de reconstrucción de sus castillos con el trabajo forzado de sus vasallos. Los textos del pleito Tabera-Fonseca (1527) son clarificadores. El conde responde ante las quejas de sus vasallos, “hi de puta villano que vos fazian a vos mis fortalezas que seaban fechas, que si bos y los otros mis basallos no me las derrocades no hos las mandara fazer”.
LA MEMORIA IRMANDIÑA. Pero la conciencia irmandiña antiseñorial se mantuvo con posterioridad a la derrota bélica. Así se dejó sentir en un pleito posterior de 1513 que tuvo lugar entre el monasterio de Carracedo y sus vasallos. Éstos rechazaron la exigencia del impuesto señorial de los cuartos y quintos por las nuevas roturaciones de tierras. Los vasallos alegaron a su favor que fue el conde de Lemos quien impuso este nuevo trabuco. “Quando las hermandades le hecharon del Vierzo despues volvio avya empuesto estos quartos e quintos en los lugares de la abbadia y términos de Favero y campo de Naraya”. Por supuesto, el monasterio rechazó tal propuesta diciendo que esa imposición señorial era más antigua, ”como que antes que las hermandades viviesen al Vierzo ni el conde fuese hechado de la tierra y algunos testigos que se acuerdan de diez años antes de las hermandades”.
Por último, la tradición oral en galego conserva un romance que recuerda la presencia de la revuelta irmandiña en El Bierzo. “Sairon das Rías, do Lugo e Coruña, pasaron terras do Tambre, do Sil, do Ulla, beberon nas augas santas do río Miño. Camiñan cara de Ponferrada, os irmandiños, os irmandiños. Galicia polo seu paso volve ser ceibe. Dos montes brancos do Bierzo vaise xa a neve. Os irmandiños avanzan polos camiños. Traen para Galicia paz e xustiza. Os irmandiños, os irmandiños (…)”.
O Bierzo, setembro de 2019.