Trabajadores de la subcontrata de FCC en Ponferrada denuncian acoso y vejaciones

«El modus operandi es persecución y humillaciones; a mí el capataz me siguió durante 20 días», relata un despedido.

El escándalo de las subcontratas de la limpieza de FCC en Galicia salpica a Ponferrada. Dos trabajadores han denunciado «persecución y humillaciones» por parte de Inusvalia, una de las empresas de la trama del STL —el sindicato de limpieza investigado en A Coruña—, según informa La Voz de Galicia.

Antonio Tejón, un antiguo minero a punto de cumplir 60 años contratado como peón después de perder medio pulmón, asegura que «el modus operandi de Inusvalia es persecución, persecución, humillaciones y humillaciones. A mí el capataz me siguió durante 20 días, en coche y a pie». Un día le hizo retroceder un kilómetro para recoger una colilla y lo acusó de no vaciar una papelera, entonces Antonio le dijo que sí y que hacía su trabajo.

«Me llama mentiroso y me hace volver. Me obliga a barrer la acera a escobón, que ya no se hace, para intentar denigrarme, para que me vea la gente en el centro. Aquí hemos aguantado de todo porque aguantar más es estar en el suelo», señala. En un mal día, Antonio le dijo que iba a bajarle la piel y el capataz lo denunció en comisaría. «La propia policía me dijo que no le hiciera caso. ‘‘¿Usted qué haría?», le pregunté al agente. Porque hablamos de un puesto de trabajo, no de tomar un café en un bar», cuenta Tejón. En febrero recibió la carta de despido alegando motivos disciplinarios. Escribió a Ximena Romero –una de las cuatro personas investigadas por estafa, blanqueo de capitales y corrupción– pero sigue esperando una respuesta.

Natalia Cavero entró en Inusvalia en agosto del 2022, cuando FCC subcontrató el barrido manual de Ponferrada a la empresa de la red dirigida por Miguel Ángel Sánchez desde A Coruña. Esta extrabajadora tiene una discapacidad del 33 % y no puede coger pesos. «Me dijeron que no tendría problemas, luego cargaba 18 sacos de basura al día. Sufrí acoso laboral y vejaciones. El capataz me perseguía con la furgoneta, no me decía nada, solo pasaba para que lo viera, para amedrentarme. Un día conté 36 veces que pasó por delante», recuerda Natalia.

Según el testimonio de la trabajadora que recoge el rotativo gallego le hacían volver atrás, le decían que las calles (por las que ya había pasado) estaban sucias, que no daba la talla, y grababa vídeos antes de que ella pasara. «En dos meses adelgacé 16 kilos, de estrés, no sabía cómo hacer las cosas para que me dejara en paz», cuenta. A Natalia el despido le llegó en septiembre. «La carta decía que me negaba a recoger las heces de los perros, ¡y cómo me iba a negar si era una de mis labores! Y además alegaban cosas incoherentes como que no era conflictiva, pero que me negaba a realizar mi trabajo. Llegó a decirme que iban a cambiarme los turnos y que tendría que trabajar los festivos. Era un villano», señala.