[TRIBUNA] ¿Nuevo despilfarro de recursos públicos en la provincia de León?
MANUEL I. CABEZAS | Ante la proximidad de la cascada de elecciones (municipales, autonómicas y nacionales), no es ocioso preguntarse no sólo por “lo que han hecho” los partidos que han gestionado la “res pública” sino también “el para qué”. Vayamos al grano.
En los números 137 y 138 del mensual El Buscador fueron publicados dos artículos, que llamaron mi atención: uno, en octubre de 2022, sobre “las obras de depuración de aguas residuales en 72 municipios de Babia, Luna y Hoces de Vegacervera”; y el otro, en noviembre de 2022, sobre la eliminación de “las escombreras en la provincia de León”.
Según el primero de ellos, la Junta de Castilla y León ha licitado las precitadas obras por un valor de 6.774.102,62 €, con un plazo de ejecución de 24 meses. Con estas inversiones se persigue, por un lado, minimizar el impacto ecológico de las aguas residuales domésticas en los espacios protegidos de las comarcas de Babia, Luna y Vegacervera; y, por el otro, devolver al estado originario ríos y arroyos, contribuyendo así a la lucha contra la España vaciada y vacía.
Según el segundo artículo, la Diputación de León y la Junta de Castilla y León suscribieron, en 2018, un convenio de cooperación para hacer frente al deterioro ecológico. En cumplimiento del precitado convenio, la Diputación de León ha prestado servicio de recogida de escombros, enseres y podas en 233 localidades de la provincia de León que lo han solicitado, con una inversión-coste de 2.191.009,11 €. Para ello, ha instalado contenedores específicos para su traslado y procesamiento en plantas de tratamiento. Por su lado, La Junta de Castilla y León ha restaurado ya 427 escombreras, en 70 municipios de la provincia de León; restauración financiada con Fondos FEDER, con un coste-inversión de 2.158.724,01 €. Con este convenio se pretende también evitar la aparición de nuevos depósitos ilegales de residuos de construcción o de demolición.
La magdalena de Proust
Estas ecológicas noticias reman en la misma dirección: la regeneración ecológica de las zonas degradadas de la provincia de León. En esta labor ha dado ejemplo, en el Bierzo y desde hace dos décadas, la Fundación Prada a Tope, fundación apoyada con simbólicas migajas crematísticas por el Consejo Comarcal del Bierzo, por media docena de ayuntamientos (entre ellos, el de Igüeña) y por la pedanía de Almagarinos. El apoyo de estos organismos públicos es una decisión loable, aunque mezquina y simbólica. Ahora bien, la implicación del Ayuntamiento de Igüeña y de la pedanía de Almagarinos es incoherente, engañosa e hipócrita: no predican con el ejemplo en sus términos municipales.
En efecto, las precitadas y ecológicas noticias han sido, para mí, como la magdalena de Proust y me han hecho recordar otro texto, redactado por el que suscribe en septiembre de 2021. Este texto era un “cahier de doléances”, en el que se levantaba acta de una serie de despropósitos ecológicos y de despilfarros económicos, acaecidos en las pedanías del Ayuntamiento de Igüeña (10 pueblos, entre los que se encuentra la pedanía de Almagarinos), sito en el Bierzo Alto.
Desde la publicación de este texto, han transcurrido casi dos años y la casa sigue sin barrer. En efecto, las depuradoras de aguas domésticas de todos los municipios del Ayuntamiento siguen invadidas y borradas del mapa por un manto de zarzas; los puntos limpios están realmente limpios, desde el día de la inauguración, hace bastantes años, ya que no se ha depositado nada en ellos; el amasijo de cables que pende de un hilo en mitad de una calle de Almagarinos sigue en su sitio; el deslizamiento de enormes piedras, en los parajes de Grillones y de Peñas de Aceite siguen amenazando a los viandantes y a los automovilistas; las instalaciones deportivas siguen desiertas por déficit demográfico, incluso desde el momento de la inauguración; y la basura en las cunetas de la LE-460 sigue acumulándose, al no ser recogida altruistamente por el veraneante Luis Mari, al estar pasando una ITV sanitaria, como diría el Rey Emérito, desde hace dos años. Por eso, se podría decir que los responsables municipales padecen de ceguera y de sordera, tan habitual entre los de la casta política de alta cuna o de baja cama.
Ahora bien, el precitado “cahier de doléances” se ha ido preñando con otros despropósitos y crímenes ecológicos. Para muestra, sólo dos botones. Hace casi dos años, se hicieron obras de restauración en el dispensario de Almagarinos. Y, contraviniendo las políticas ecológicas de la Diputación de León y de la Junta de Castilla y León así como la filosofía de la Fundación Prada a Tope, se arrojaron los escombros de la restauración al lado de la tapia del cementerio (cf. mensaje icónico “ci-dessus”). Y allí han estado casi dos años, a pesar de haber sido informado del hecho, en tiempo y forma, el alcalde pedáneo. Hoy, parece que siguen “in situ”, pero han sido esparcidos, mancillando aún más la naturaleza, y cubiertos por un liviano manto de tierra. Y, por otro lado, está el caso del “cementerio encementado”.
Tomemos nota para las próximas elecciones
Los hechos apuntados, relativos a las pedanías del Ayuntamiento de Igüeña y, en particular, a la pedanía de Almagarinos, denotan explícitamente la deficiente o mala gestión por parte de los irresponsables políticos municipales y de los pedáneos del Ayuntamiento de Igüeña. Ahora bien, lo grave no es que las autoridades de un pequeño ayuntamiento hagan dejación de sus funciones, aunque también. Lo grave es que se ha instalado, en España, la filosofía decimonónica del “vuelva Ud. mañana” de Mariano José de Larra; y, por otro lado, la costumbre de conjugar —por activa, por pasiva y en todos sus modos y tiempos— el verbo “procrastinar”, que conduce a no hacer lo que se debe y a dejarlo para mañana o para el año que viene o para nunca. Y esto se ha convertido en moneda de curso legal entre la casta política de alta cuna y de baja cama.
En las pedanías del Ayuntamiento de Igüeña, da la impresión de que se han hecho cosas a la buena de Dios, porque hay que gastar unos dineros que llegan de Europa o de la Junta o de la Diputación. Pero sin pensar en su utilidad, en su rentabilidad y en que hay que ocuparse y preocuparse por mantener las infraestructuras. Y, por eso, están en desuso y abandonadas. Esperemos y deseemos que las depuradoras de Babia, Luna y Vegacervera y la gestión de las escombreras mineras y de todo tipo de residuos de los pueblos de León no sean un nuevo despilfarro de recursos y no acaben como las del Ayuntamiento de Igüeña, cuyos gestores parecen ser —voluntaria e interesadamente— ciegos, sordos y mudos. Dentro de unas semanas, tenemos el voto para leerles la cartilla.
© 2022 – Manuel I. Cabezas González