[LA PIMPINELA ESCARLATA] Procesiones 1-manifas 0
EDUARDO FERNÁNDEZ | Les estoy enormemente agradecido a todos aquellos (y aquellas) que deciden dar algún tipo de espectáculo debajo de mi ventana. A los temerarios (y temerarias) que hacen carreritas de coches (y cochas) y se saltan la rotonda para coger toda recta la calle Camino de Santiago. A la viejecita que cruza en diagonal la plaza todas las mañanas con un carrito de la compra sorteando los vehículos como si huyera de la zona de bajas emisiones, porque supongo que ir por los pasos de peatones es de cobardes. No hay viejecitos que hagan lo mismo que la viejecita (no es que se me haya pasado el lenguaje inclusivo). Incluso a los (y las) que gritan a pleno pulmón y cantan como si les despellejasen a las seis de la mañana de un sábado porque están mamados. O sea, que le estoy agradecido a los mamados. Y por la cosa inclusiva, también a las mamadas, a pesar de lo equívoco del término.
Han tenido a bien deleitarme en el alfeizar de mi ventana en dos momentos muy diferentes en los días anteriores. Ha pasado por delante de mi casa la procesión del Silencio el Miércoles Santo y la manifestación del 1 de mayo. Ya les digo que no había color, ni aun a golpe de bombo. A falta de manifestantes, batucada. En lo que se refiere a la valoración de crítica y público gana por goleada la procesión a la manifestación. Miren que me he cansado de leer en estos días las explicaciones más peregrinas que se les ocurren a los sindicalistas para justificar la escasísima afluencia a la manifestación. Así no se va a las barricadas, ni a la revolución, ni a la protesta, ni a ningún lado desde que no van a las mariscadas esas que dice el preboste sindical de turno que no existieron, pero de las que hay constancia documental y fotográfica. Las excusas por la pérdida de acompañamiento social a los que sí se manifiestan -cuántos reconocibles liberados en las fotos- van desde el buen tiempo y el largo fin de semana a la contraprogramación. Ya se sabe que para los sindicatos la culpa de su pérdida de presencia social y de su utilidad negociadora es siempre de los demás, del sistema, de los fachas de la gran patronal, de las derechas antisindicalistas y casi siempre del franquismo. Pero si les pilla Largo Caballero ya les explica cómo va de mal lo del apoltronamiento y la profesionalización para el jarabe revolucionario.
Qué bien se explican para explicar que son tan pocos. Cuánto candor. No se sabe si es que son muy ingenuos los que se autojustifican o piensan que son gilipollas todos los que no se han unido a su manifestación.
Pero vamos, el caso es que no hay comparación y que a pesar de la común pérdida de adeptos en Ponferrada por la cosa de distinguir la aconfesionalidad del laicismo, visto desde mi ventana gana abiertamente el catolicismo al sindicalismo. De lo cual no me puedo congratular más, ya se lo pueden imaginar. En toda la mañana del 1 de mayo no he perdido la sonrisa. En mi casa hubo quien tuvo la paciencia de contar todos y cada uno de los manifestantes de la calzada y sus acompañantes de las aceras. Si solo da para esa cifra, la desafección de los trabajadores respecto al mundo sindical cuadriplica la de los ciudadanos respecto a los políticos. Y si no, ya lo verán en las urnas el 28 de este mes. Cuando veo que se dice que varios cientos de ponferradinos secundaron la manifestación tengo que reconocer que al menos dos son varios cientos y me entra la duda de si a su paso por la plaza de la República Argentina, donde yo vivo, eran escasísimos doscientos y pocos, eso sí bien pertrechados de banderitas, y al terminar la manifestación se le fueron uniendo miles de entusiastas.
Claro, la peña sindicalista está un poco desentrenada con lo de las manifestaciones. El gobierno sanchista ha sido tan bueno en este tiempo que no les ha dado ni una sola excusa para haber salido a manifestarse y no perder el ímpetu guerrero con eso tan manido de las respuestas contundentes y las reivindicaciones exigentes. Ni por la pérdida de poder adquisitivo, ni por la inflación, ni por el precio de la luz, ni por el cierre de las térmicas, ni por el desempleo creciente, ni por la pérdida de población, ni por nada. Ponferrada es jauja socialista y naturalmente, los sindicatos no han tenido más remedio que aguantarse las muchas ganas de movilización en cinco años. Para muestra, la pérdida de locuacidad del sindicalista ejemplar Olegario Ramón ante el conflicto de la limpieza. Ya dijo aquel cómico francés populista que se candidató a sus presidenciales, “camaradas, el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre. El sindicalismo es lo contrario”.
No es difícil vaticinio que a las pocas semanas de un nuevo gobierno del PP habrá más de veinte motivos para manifestarse y hasta para huelga general. Volverá la pobreza energética y el desmantelamiento de sectores vitales como el energético. Menos mal que nos queda la macromanifa por la sanidad pública. Esa sanidad que corre peligro donde gobierna el PP, pero que en las comunidades socialistas va como un tiro. Allí sobran médicos (y médicas), faltan listas (y listos) de espera y los sanitarios cobran doble. Después de esa manifestación -qué casualidad la proximidad de unas elecciones, pero eso es una anécdota- volvemos a comparar. De momento procesiones 1-manifas 0; después de esa, la compararé con la procesión del Entierro y serán procesiones 2-manifas 0.