[LA PIMPINELA ESCARLATA] De campaña anodina a elecciones cansinas
EDUARDO FERNÁNDEZ | Decía el viejo refrán barroco español que días de mucho, vísperas de nada. Luego ha sido trastocado por vísperas de mucho, días de nada, que puede ser una alegoría de cómo ha discurrido la campaña electoral que nos llevará hasta las elecciones del domingo. Seguro que tenemos un vivo interés por saber quiénes van a ser los alcaldes de nuestros municipios y bastante menos por aguantar la tabarra de promesas sin fin que anteceden en la liturgia electoral a la votación. La verdad es que yo desde aquellas dos promesas electorales tan diferentes de quitar la montaña de carbón en Ponferrada y quitar la mili a nivel nacional, ya no espero grandes cosas de las campañas electorales, pero esta me ha parecido particularmente tediosa. Primero porque quien gobierna no rinde cuentas, y después porque el pobre elector corre el riesgo de perderse entre la maraña de siglas y candidatos. Para un país que simplifica tanto como ser de derechas o de izquierdas, hay que ver lo que dan dos ideologías repartidas en partidos políticos para las elecciones municipales.
Tanto que han tenido que internar en la unidad de agudos de psiquiatría a los encuestadores que se han adentrado en el complejo arte de la predicción del reparto de concejales en Ponferrada. Ya me han oído quejarme de que han convertido la demoscopia en adivinación. Al cerrar la campaña electoral me reafirmo en ello y en que es penalmente punible la megafonía que nos han hecho sufrir en estos días, particularmente merece pena de prisión permanente revisable una cancioncilla que ha desquiciado a media Ponferrada. Como no estamos ni para hacer publicidad a unos ni para denostar a otros, ya saben ustedes.
No es que me haya parecido todo muy anodino en función de los debates que nos han endilgado, es que los que venían de estar en la oposición en los años anteriores han tenido que renunciar al copyright de algunas promesas que se han esparcido como renaturalización en jardín municipal. El pobre Morala dando la paliza desde el primer día con la Zona de Bajas Emisiones y ahora la oposición a la dichosa zona es de todos, menos suya.
Los convencidos ya lo están de casa antes de ver la propaganda, los menguantes mítines, los fulgurantes debates y las incisivas entrevistas. Lo están incluso a pesar de unas encuestas que lo tienen más difícil que nunca y que han dejado horquillas en las previsiones de concejales de cada partido como para que todos puedan decir que acertaron en el resultado. Ahora bien, cuando el domingo por la noche se transformen los votos en escaños municipales van a hacer falta las mismas horquillas que necesito yo para mi pelo, es decir ninguna, y nos va a dar la risa ver los ajustes. Normalmente los que gobiernan y llevan poco tiempo tienen una ventaja tremenda, por no decir que la extracción sociológica normal del voto en Ponferrada es mucho más hacia la izquierda, pero no me dio la impresión de que este todo tan claro como los presagios normales harían pensar. Porque aquí el partido que gana es el del desencanto, la indecisión y el no sabe no contesta.
El personal hoy piensa y vota las cosas más peregrinas, es perfectamente legítimo y está en su derecho político, faltaría más. Hoy al salir de clase en la Universidad se me han acercado unos jóvenes con edad de no haber llegado a la veintena y me han entregado unos panfletos del Partido Comunista de los Trabajadores de España, con gran vehemencia, porque hay que parar a los fascistas totalitarios. Como todo lo que está a su derecha probablemente sea fascismo puro, no he querido perder mucho tiempo en recordarles que totalitarios los hay de todos los lados, pero decírselo a aquellos a los que Stalin les parecerá una hermanita de la caridad por la cosa de la fraternidad del socialismo real es inútil. Así que espero vivamente los análisis del domingo por la noche de todos aquellos que se vuelvan a dar de bruces con la cruda realidad de los miles y miles de fascistas que hay en Ponferrada.
Yo prefiero ahorrarme los extremismos de todo signo votando a la zona templada, de la derecha y esperando que los otros lo hagan en la zona templada de la izquierda. Pero es que yo ya estoy muy mayor. El caso es que parece que gran parte del electorado del municipio está anestesiado, le importa poco el futuro, aunque el futuro sea que menguamos en varios cientos de habitantes cada año y esto no haya sido el principal debate de esta campaña para ponerle remedio. Así que a falta de carisma a raudales, de líderes nacionales que se hayan molestado en pisar Ponferrada, de grandes proyectos que no sean gestionar el día a día con la que cae, estos días ya me parecen el tiempo de descuento. Y los colchoneros por naturaleza odiamos el tiempo de descuento, que puede pasar cualquier cosa. Que llegue ya el domingo, y a ser posible el domingo por la noche, que es cuando empezará lo interesante porque en varios municipios bercianos tendremos intriga asegurada con los pactos. Y nos dará para varias pimpinelas post electorales. Pero acuérdense que, sea cual sea el resultado final, ya se lo habíamos predicho.