[LA OVEJA NEGRA] Interrogantes y dilemas
GERMÁN VALCÁRCEL | Los resultados electorales dejan algunas dudas importantes en el Bierzo: el PSOE puede perder las alcaldías de los dos mayores municipios -Ponferrada y Bembibre- donde vive el 60% de la población de la comarca, y alguna certeza: todo aquel que se acerca al soberbio, sectario y autoritario alcalde ponferradino Olegario Ramón, y acepta y se pliega de manera servil ante su autoritarismo y sus caprichos, termina en las cloacas de la historia. Tarsicio Carballo (PRB) y Lorena González (Podemos) han sufrido en sus propias carnes las consecuencias de ese entreguismo. Es lo que les suele ocurrir a quienes pierden la palabra propia por falta de uso.
El problema de Ponferrada es que elijas lo que elijas, solo encuentras candidatos prestos a gestionar la injusticia, a crear sus propias redes clientelares y a buscar el mayor número de las abusivas prebendas y privilegios (dedicaciones exclusivas, o parciales, según convenga, asesores, etc.) que llevan adheridos los cargos institucionales. Estos días casi todos los ponferradinos sueñan con ser Iván Alonso, candidato de Coalición por el Bierzo y llave para la formación del próximo gobierno local.
Parece que, por fin, Marco Morala -candidato del PP- ha aprendido que no se triunfa meando agua bendita. Los más asiduos a la noche ponferradina nos confirman que se ha vuelto un poco “canallita” (entiéndase en tono sarcástico, no vaya a ser que terminemos en los juzgados, los políticos en cuanto huelen poder se vuelven muy quisquillosos), algunos votos habrá sacado de sus correrías nocturnas. Con el posible ascenso a la alcaldía de la capital comarcal del candidato popular, amenaza con volver el “riesquismo” más casposo (Carlos López Riesco fue alcalde de la ciudad durante algo más de una década, en aquellos “buenos tiempos” de los pelotazos urbanísticos) solo hay que repasar la lista electoral del PP al ayuntamiento ponferradino. ¿La historia se repite? ¿O se repite solo como penitencia de quienes no son capaces de escucharla? No hay historia muda y ya se sabe que la impunidad es hija de la mala memoria. La impunidad induce a la repetición de la historia y le hace propaganda.
En el Bierzo, el gran triunfo ideológico de la derecha no ha sido vender un cuerpo doctrinal, ha sido extirpar la capacidad de recordar, de reinventar y de repensar. Algo fácilmente demostrable en Ponferrada, donde si apuestas por la memoria te quedas obsoleto y si apuestas por la utopía eres un demente o un individuo peligroso, porque estás apostando por un futuro perfecto cuando todos los futuros son imperfectos. Solo eres una persona normal si te quedas en el presente.
La izquierda local se ha disuelto como fuerza social, cultural y política, por falta de arraigo, al haber sido incapaz de proponer políticas alternativas o de resistencia, más bien ha sido al contrario, la consecuencias las conocemos: barridos de la institución municipal. Para algunas personas la verdad puede ser amarga, pero la mitómana compulsiva concejala podemita –quintacolumnista de cualquier inercia crítica– solo ha sido capaz de hacer políticas sectoriales y cortoplacistas, sometiéndose a la lógica segregadora, excluyente y autoritaria –incluso en la forma de confeccionar las listas– de la izquierda neoliberal olegariana, –43.000 euros brutos de salario bien merecen el silencio de los corderos– contribuyendo con ello a la banalización y a la alienación de la ciudadanía. El paso de la izquierda progre y de los podemitas por el poder municipal ha servido para llevar a la extrema derecha al ayuntamiento y para convencer a muchas personas de que las izquierdas son una pandilla de clasemedianos acomodados que viven pensado en sus problemas superficiales y en sus modelítos, mientras, los ciudadanos que dicen representar pasan cada día más necesidades.
El paso de la izquierda progre y de los podemitas por el poder ha servido para llevar a la extrema derecha al ayuntamiento
El gobierno más progresista de la historia de la ciudad ha perdido las elecciones, sobre todo su ala izquierdista, porque no existe socialmente. Y las seguirá perdiendo mientras prefiera juntarse, mediante pactos totalmente desequilibrados, a la izquierda progre neoliberal, autodenominada socialdemócrata, cuya actuación política está basada en declaraciones retóricas, en el cortoplacismo, en tuits rutilantes, en figurines y figurones, y en el expolio de lo público. Esa izquierda de la izquierda que prometía combatir el sistema ha terminado administrándolo, “dando de comer a los niños” como si fuera el banco de alimentos, y pidiendo disculpas por habernos hecho creer que se podían asaltar los cielos. Mientras, se han dedicado a borrar las huellas de todas sus promesas. Esa izquierdeta cutre está condenada al fracaso electoral, en tanto en cuanto no asuma que solo sumándose y fomentando unos movimientos sociales autónomos, fuertes, sin tutelas partidistas, ayudando a crear ateneos, centros sociales autogestionados, cooperativas y sobre todo confrontar y buscar el conflicto.
Hay que explicar pacientemente a la gente, una y otra vez, las ventajas de las viviendas sociales ante los chalets adosados, las superioridad de la enseñanza y la sanidad pública ante la concertada y privada. ¿Cómo van a movilizar a nadie si la derecha ha logrado llevar al imaginario colectivo, que las viviendas sociales son malas, que los okupas son unos delincuentes, mientras, “los pistoleros” que se dedican a expulsarlos son unos defensores de los derechos humanos? O que la sanidad privada y la enseñanza concertada son mas eficaces que la pública. La “fascistización” de la sociedad no solo es cosa de la derecha y de VOX, amplios sectores que votan al PSOE tienen interiorizados y asumidos esos valores. ¿De verdad alguien piensa que con esas gentes se puede lograr acabar con las injusticias?
Nos han acostumbrado al desprecio a la vida y a la prohibición de recordar. Los medios de comunicación no suelen contribuir a la integración de la realidad y su memoria. Cada hecho tiende a ser divorciado de los demás hechos, divorciado de su propio pasado y divorciado del pasado de los demás. La cultura del consumo, cultura del desvinculo, nos adiestra para que creamos que las cosas ocurren porque sí. Nos han convencido de que la organización desigual de la sociedad, que humilla a la condición humana, forma parte del orden eterno y la injusticia es una fatalidad que estamos obligados a aceptar.
En esta tierra, las organizaciones y ·las gentes “sin”, sin propiedades, sin trabajo, sin tierras, los grupos que luchan por la vida y por el territorio, no por la ecología sin conciencia de clase, los que no quieren ser terminales ni auxiliares de los partidos, ni pertenecer a capillitas, ni estar sometidos a ningún “papa”, santón o guru, son considerados gentes peligrosas, “malas personas”. Vienen a romper el statu quo vigente. Por eso hay que convertirlos en parias, en excluidos sociales. Pero se equivocan, los siguientes serán ellos: los que callan y miran hacia otro lado.
Ya lo dijo el pastor protestante Martin Niemölle, en su conocido poema:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.