[LA OVEJA NEGRA] A tope se pone la disidencia controlada del Green New Deal en el Bierzo
GERMÁN VALCÁRCEL | Desde la vecina Francia llegan noticias -¿presagios para la vertiente sur de los Pirineos?- de que el presidente Macron acaba de ilegalizar al sector más activo y radical del movimiento ecologista francés “Les Soulevements de la Terra” (Las revueltas de la Tierra) un conglomerado que, nacido en 2021, agrupa a más de un centenar de grupos ecologistas, movimientos vecinales y rurales, agricultores y colectivos autónomos que, en defensa del territorio, luchan contra las mega infraestructuras proyectadas por el gobierno francés, desde los grandes embalses a las líneas ferroviarias del AVE, pasando por los parques eólicos y solares. La acusación del gobierno a Les Soulevements de la Terra es que practican el ecoterrorismo y la violencia. Es la última vuelta de tuerca de un gobierno que inició, hace meses, una intensa represión contra el movimiento, con detenciones de militantes en sus domicilios y brutales intervenciones policiales como la que llevo a cabo durante la protesta de Sainte-Solines, en contra de los grandes pantanos.
En España, la represión, con la ley Mordaza vigente y la desmovilización social que padece la sociedad española, no va a tener ningún problema, ni siquiera jurídicos, el gobierno de turno, a la hora de reprimir a los que se opongan y protesten activamente contra el ecocidio y expolio que se está perpetrando en nuestro país, justificado mediante el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) y alimentado, financieramente, mediante los ingentes “Fondos Next Generation”.
Los movimientos sociales y los medios de comunicación afines terminarán canalizando las protestas y descontentos hacia una disidencia totalmente controlada desde arriba. Será más activa si hay cambio de gobierno y, este, pone en funcionamiento la destructiva y grosera agenda medioambiental que trae. Un ejemplo, muy local, son, a pesar de las escasas competencias, las brutalidades medioambientales que acaba de hacer públicas el recién elegido equipo de gobierno municipal de Ponferrada.
Nuestro país tiene una vieja, conocida y refutada tradición “democrática” en saber destruir todo movimiento social que cuestione al sistema, desde la Transición al 15M, pasando por el OTAN de entrada No. Por eso, no debe sorprender que, a medida que, el relato decrecentista-colapsista se ha ido consolidando y sus posiciones abriéndose paso frente al paradigma de desarrollo sostenible y crecimiento verde, los colectivos ambientalistas integrados en el sistema (su línea de lucha es, actualmente, casi exclusivamente, la vía jurídica: “la ley nos protege” es su lema), ligados, mayormente, a la institucionalista izquierda del capital, intentan, torticera o ingenuamente, crear un modelo de capitalismo sostenible. Para ello están potenciando una guerra sucia y sin cuartel, intensificada con campañas de cancelación y desprestigio, contra los sectores más radicales del movimiento ecologista, tratando de generar un ambiente que aísle a los que se oponen y resisten contra la ideología de la depredación del planeta como paradigma de desarrollo y fuente de privilegios de una minoría.
La prepotente reacción de los grandes colectivos medioambientales del país, el llamado 5G, y de algunas de sus terminales locales, provinciales y regionales ante el reciente manifiesto firmado por centenares de pequeños colectivos vecinales, denunciando el abandono y connivencia de estas grandes ONG ambientalistas con el gobierno actual, es todo un ejemplo. Alguna de estas organizaciones ha afirmado que no colaboraran con los firmantes de ese manifiesto. También forma parte de esta campaña la polémica, iniciada, fundamentalmente, desde el errejonismo, cuyos voceros más activos -con libros, entrevistas y artículos en los medios de comunicación de mayor difusión del país- son, Emilio Santiago Muiño y el diputado madrileño de Más Madrid Héctor Tejero. En el Bierzo, el colectivo Bierzo Aire Limpio es el más afín a estas tesis.
A partir de este escenario de confrontación asimétrica, se deben desarrollar las lecturas necesarias para que la labor del ecologismo radical, de potente carga transformadora, pueda ubicarse de manera ajustada en una realidad que tiende a un colapso dinámico y donde el capitalismo más salvaje, siempre cortoplacista, incrementará, sin lugar a dudas, su estrategia de huir hacia adelante, aniquilando a su paso todo cuanto se le oponga.
El decrecimiento trata de poner las bases para acabar con un modelo que está generando las condiciones para un colapso global
Ante esta situación es necesario, y urgente, iniciar una potente campaña informativa y responder a la manipulación, mentiras y medias verdades, para hacer llegar a la población que, lo que se plantea, desde las posiciones decrecentistas, es la búsqueda urgente y denodada de una alternativa diferente y contraria al capitalismo, generadora un nuevo contrato social entre la humanidad y su entorno.
Desde esta perspectiva quedarán evidenciados los lazos que existen entre el ecologismo social y los movimientos que luchan por la justicia social en todo el planeta (los «greens newdeelers» obvian el brutal colonialismo que subyace en su propuesta de transición energética) en el sentido de que para que pueda generarse un modelo de desarrollo realmente sostenible es imperativo que se establezca un sistema económico que garantice un modelo realmente solidario. Sin salud en el modo de relación humano no es factible la salud de su relación con el Planeta.
El decrecimiento trata de poner las bases para acabar con un modelo que está generando las condiciones para un colapso global y no de atenuar ciertas disrupciones de la relación entre capitalismo y Planeta. Las tesis decrecentistas sostienen que vivimos las primeras etapas de un profundo cambio civilizatorio, con dos características básicas: reducción de la energía y de los materiales disponibles. Algo que nos llevara a una mayor simplificación social y al colapso de los estados tal como los conocemos. Este escenario, a estas alturas, ya no es una opción inevitable. Lo que no está escrito es el cómo, la velocidad a la que llegara y la profundidad que alcanzara. El colapso, del actual sistema industrial, brindará oportunidades para el nacimiento de nuevas sociedades. Pero las oportunidades, para que sean más justas, sostenibles y solidarias, serán mayores en escenarios donde la degradación social es menor. Si no, serán caldo de cultivo para la eclosión de nuevos autoritarismos o fascismos. La deriva que, políticamente, está tomando Europa nos avisa.
En nuestra comarca, la maquinaria del Green New Deal funciona a pleno rendimiento: Desde instituciones como Ciuden, la UNED o el IEB, el relato de un capitalismo sostenible es prácticamente el único que se escucha. Y la disidencia controlada la encabeza por estas tierras, no casualmente, el sector empresarial ligado al turismo (una de las industrias más dañinas medioambientalmente), la hostelería y al sector vitivinícola. Estamos viendo un ejemplo reciente, con el manifiesto dado conocer por el reconocido y conocido empresario, con intereses en esos sectores, el cacabelense José Luis Prada; posiblemente el primer defensor, en el Bierzo, del capitalismo verde. Algo que lleva haciendo desde hace medio siglo.
El problema del manifiesto de Prada es que, hace cincuenta años sus tesis, tal vez, hubieran sido paliativas, en el escenario actual no son más que parte del problema, porque no cuestiona la raíz del mismo. Bien es cierto que tampoco le corresponde a él hacerlo. Aunque a su rebufo, tratando de utilizar la popularidad del personaje, se hayan puesto los agentes sociales, culturales y políticos defensores de la transición energética, diseñada desde el actual gobierno. Tras la carta de don José Luis Prada, no hay más que algo totalmente entendible: La defensa del mismo sistema económico y productivo actual -en el que han crecido y se han desarrollado, magníficamente, sus negocios, eso si vestido de verde- con todos sus vicios y defectos, los cuales nos acabaran llevando al abismo del colapso y, si nos descuidamos, de la extinción.