[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Coaliciones
LOS GATOS | Por el título, podría parecer que vamos a hablar del tripartito ponferradino, o de alguna de las coaliciones que se han ido formando en los municipios bercianos. O tal vez podríamos referirnos a la coalición que, necesariamente, se va a dar en la Diputación, pero tampoco; aunque quizás un día también dediquemos algunos párrafos a esa extraña administración, que reparte una cantidad de dinero importante con justificaciones más o menos peregrinas y perpetrada por electos «digitales», la mayor parte de las veces desde la oficialidad de cada partido.
Hoy desde esta columna queremos hacer una pregunta a todas las bercianas: Y tú, ¿A qué coalición vas a votar en las próximas elecciones generales? Porque tal como están las cosas, en toda España y desde luego en El Bierzo, votes lo que votes estarás poniendo tu grano de arena en un partido que para gobernar necesitará del acuerdo con otros. Podríamos decir que estamos en un bipartidismo de coaliciones. Algo inédito.
Muchas de nosotras recordamos los lejanos tiempos del 78 y el parto de la Constitución, y las elecciones que dieron varias legislaturas con mayorías absolutas en las que, con más o menos cariño, el partido mayoritario pasaba el rodillo por el Congreso. Al final eso siempre tiene herencias negativas, porque la arbitrariedad y desmesura de las actuaciones del que manda, preñadas de la convicción de que el poder que ostentan les pertenece por derecho propio, provocaron el desencanto de muchos grupos de ciudadanos, que no se veían representados por partidos políticos que, con su comportamiento, evidenciaban haberlos olvidado.
Finalmente ese desapego, sumado a múltiples historias de corrupción, policías políticas, o el tan jaleado por algunos centrismo del PSOE, terminaron sembrando los extremos, que necesitan verse representados por discursos más radicales, algunas veces incluso contra el sistema, cristalizando en el fin del bipartidismo. Ese que se creía infinito y que el 15M desgajó, presentando diversas opciones provocadas.
De estas vueltas, llegan las elecciones de 2018 y dejan un mosaico de partidos nacionales no conocido antes, con Podemos, Cs y la ultraderecha, repartiendo diputados por diversas provincias, algunos partidos provincialistas de nuevo corte y los nacionalistas/regionalistas más asentados, conformando un parlamento mucho más plural que ninguno antes conocido….. La nueva política, que tanto le gustaba decir a Albert Ribera y que en un plazo de tiempo increíblemente breve se ha disuelto atacada de una seria corrosión. En palabras que bien podrían ser de Pablo Iglesias, la corrosión acelerada que produce el haber tocado “el cielo del poder con la punta de los dedos”. Uno que pudo ser vicepresidente del Gobierno y otro que lo fue brevemente y ambos envueltos más en polémicas y actuaciones desafinadas que en una gestión inteligente del enorme capital político que dispusieron en momentos críticos de la política española. Verdad sea que en España a cualquier Sancho Panza le ofrecemos una ínsula de Barataria.
Todo eso, y algunas cosas más, como el absurdo desatino del Sr. Pablo Casado, incapaz de hacer una labor de oposición que mereciera tal calificativo y al que su propio partido le dio “matarile” cuando entendió que con él no ganarían nunca las elecciones generales y los círculos de poder económico y mediático, (¿no son lo mismo?) decidieron que había que utilizar una línea más áspera, sucia y cínica como la que tanto éxito dio en tiempos al Sr Aznar y que ensayaba la inefable Sra. Ayuso en Madrid con éxito impresionante.
A cambio, este proceso de catarsis, con sus nacimientos y muertes políticas nunca por causas naturales, nos ha brindado la figura emergente de Yolanda Díaz. Una gestora eficaz, como ha demostrado en el Ministerio de Trabajo. Una política que, además de amargar la vida del ex secretario general del PP Teodoro García Egea, (si mujer, si, el campeón de lanzamiento de huesos de aceituna) de un modo u otro se ha echado a la espalda la tarea de armonizar todos los movimientos de izquierda que surgieron por desencanto con el PSOE y que han visto seriamente las orejas al lobo después del descalabro de mayo en las elecciones municipales y autonómicas.
También se ha producido un asentimiento del marco constitucional actual de los partidos nacionalistas; léase PNV, siempre discreto, eficiente (y a lo suyo), una ERC con un estrabismo acentuado que le impide leer el guion sobre todo en los momentos importantes y un Bildu, que guste o no, está aceptando las reglas del juego y actuando con bastante coherencia, pero que nunca podrá librarse del pesado fardo de un pasado lleno de violencia y muertes. Cómo y cuándo un país perdona y olvida o por lo menos pasa página es algo que no está escrito en ningún tratado. Y menos si existen fuertes intereses para que eso no se produzca, aunque las propias víctimas del terrorismo hayan llegado a sentirse prisioneros de las manipulaciones del PP.
Y por último VOX, el hermano mayor del PP con una panoplia de personajes con los que se podría hacer una baraja con imágenes de la España cañí. Podría ser asunto de risas y chascarrillos, si no fuera porque ponen los pelos de punta cada vez que abren la boca o anuncian sus actuaciones en materia de derechos sociales, diversidad, feminismo, violencia de género, cambio climático, libertad política, modelo de estado,…….. Miedo que sentimos a la vera de hechos reales que están produciendo hoy en muchos municipios españoles o en la Junta. Mientras la sociedad española busca con ahínco y esfuerzo espacios de convivencia democrática de nuestra realidad compleja por la diversidad política, cultural, social de nuestras gentes y territorios, existe esta suerte de falangismo carlista que quiere llevarnos a una España retrógrada, mediocre y borbónica que hemos sufrido hasta la llegada de la transición democrática.
Por eso te preguntamos tú, berciana, ¿A qué coalición vas a votar?