[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] ‘Otra’ Excelentísima Diputación provincial de León
OTRO GATO | Siempre que, en España, se analiza la eficacia de las instituciones públicas en su contribución a la “buena” gestión del país, se elevan innumerables voces que reclaman la supresión de las Diputaciones Provinciales. Aunque su origen se remonta a la Constitución de 1808 y su implantación real a 1833, cuando muere el rey Fernando VII, nunca han dejado de estar cuestionadas.
Centrándonos en el presente, el cuestionamiento se debe a dos razones esenciales: el hecho de manejar presupuestos importantes, asignados directamente por el Estado, con una notable discrecionalidad para su aplicación y la fórmula de elección de los diputados cuyo nombramiento no realizan los ciudadanos, sino los partidos políticos que pueden decidir las personas que tendrán ese privilegio, y cuyo número depende de los concejales que hayan tenido en las elecciones municipales. El total de diputados depende de la población de la provincia y en León, son 25.
Esta combinación de factores hace que las diputaciones sean de facto una joya que importa mucho controlar para ejercer el poder político de forma clientelar y por ende controlador y asfixiante. Se cumple, sin excepciones, aquella máxima atribuida al Sr. Guerra, de que “el que se mueve” no sale en la foto. No está tan claro, sin embargo, la eficacia del apoyo a las entidades locales; sobre todo a las más pequeñas que lo necesitan especialmente al carecer de infraestructura para abordar muchos temas.
Ejemplos hay muchos , algunos que nos conciernen directamente, como el de la fallecida Isabel Carrasco y otros cercanos y actuales como la presidencia omnímoda del sr Baltar en Orense, que además pasó de padre a hijo, como en las monarquías hereditarias.
En el callejón sentimos una especial aversión por este tipo de instituciones porque son el refugio de incompetentes, manipuladores que pervierten la naturaleza del servicio público hasta el punto de la prevaricación. Y como somos conscientes de que las diputaciones tienen su sitio asegurado en los próximos años ponemos el foco en un aspecto más asequible aunque difícil de instrumentar: el control de la gestión y la denuncia sistemática de las desviaciones de poder.
Difícil de instrumentar, por qué ese control ya se debería entender definido en la propia ley de partidos, que en su artículo 6 cita: “Los partidos políticos se ajustarán en su organización, funcionamiento y actividad a los principios democráticos y a lo dispuesto en la Constitución y en las leyes”, aunque ejemplos de lo contrario hemos tenido, tenemos y no parece que en un futuro próximo vayan a modificarse las leyes para que dejen de aparecer; pero una buena manera sería confiar a los ciudadanos el orden en las candidaturas con la opción de “listas abiertas”, sobre todo ahora que parece molestar (según quien ostente la lista más votada) la elección del “primero entre iguales” cualquiera que sea la administración a regir. Claro, que eso les parece infinitamente peor a casi todos los partidos.
Y al final la “guerra” por el cargo en esta institución se establece única y exclusivamente entre el grupo de electos, y estos tienen sus diferencias entre ellos por ver quien llega a meta y cumple (o no) con las promesas realizadas entre los propios para contar con su voto. Así aparecen “críticos” con las candidaturas “oficiales” por quienes las componen o por la falta de compromiso con actuaciones o inversiones en zonas concretas, habida cuenta, de cuál va a ser el criterio de elección para las mismas.
Y desde la ciudadanía hacemos un seguimiento escaso a estos procesos de elección indirecta, que son importantes por el dinero y tipo de proyectos que manejan, sin ir más lejos que comprobar la guerra de nombres; como pudimos ver en la elección del presidente del Consejo Comarcal, donde en lugar de proponer un proyecto para la comarca o el propio Consejo, se “acomodó” a un candidato fallido de otra administración y ahora será él quien decidirá si se dota de dinero para reparar una traída de aguas para un pueblo concreto o no, por poner un ejemplo.
En el caso de la Diputación de León, si los críticos del PP no lo remedian, nos encontraremos finalmente con una batalla por la presidencia entre los dos grandes partidos de la provincia, que podría haber sido entre vecinos bercianos, uno de Camponaraya y otro de Carracedelo (cada uno de un color «dicen»), pero la negativa de UPL a dar continuidad al presidente en funciones, parece que ha cambiado el posible candidato por el PSOE, colocando a otro “histórico”, pero de La Robla, acompañado por el expresidente comarcal como vicepresidente consorte, para El Bierzo.
Eso sí, de ninguno de los candidatos conocemos propuestas de actuaciones o compromisos de proyectos concretos; y adelantamos: serán aquellos que se comprometan con el otro partido necesario para esta elección y con aquellos que han dado su apoyo dentro del propio partido para llegar a ocupar esa silla.
Vamos, que si hay o no más o menos agua y de mejor o peor calidad en un pueblo concreto, o si se arregla o no una carretera provincial, no va a tener más plan que el de “qué debo a quien”.
El caso es que, posiblemente la semana que viene saldremos de dudas, una vez resuelta esta semana el entuerto de Villablino y elegidos los diputados provinciales en el partido judicial de Ponferrada. Y nos quedarán cuatro años más para tratar de ver si esta administración cumple con alguna utilidad o simplemente, se «renueva» dedicando recursos a seguir pagando favores. Y el portal de transparencia para conocer cuál es el montante total de salario asociado al cargo, que actualizará los casi 80.000 al año del mandato anterior.