[LA PIMPINELA ESCARLATA] La Región Leonesa, de Oencia a Berrocal de Huebra
EDUARDO FERNÁNDEZ | Lo que tienen en común muchos leonesistas convencidos con los yanomamis es que no han puesto un pie en la vida ni en Leiroso ni en Domingo Señor. Es posible que algunos de los amables lectores no tengan repajolera idea de dónde están los susodichos pueblos. La diferencia entre los lectores amables y los leonesistas recalcitrantes es que los primeros no pretenden imponerle ninguna identidad ni a los de Leiroso ni a los de Domingo Señor -y ya puestos, tampoco a los yanomamis y a los inuits- y los segundos quieren marcársela a fuego indeleblemente en las entretelas del alma a todos. Como si no fuera ya bastante difícil vivir desperdigado en ambas localidades con los poquitos que son, como para hacerse, además, leonesista sufriente a la fuerza en els paisos llioneses expansionistas.
No deja de divertirme y espeluznarme a partes iguales la murga que nos dan los leonesistas a los que somos de lugares en los que su sentimiento no es ni siquiera una referencia lejana, para que lo asumamos como palabrita del Niño Jesús. Eso a los que somos de la misma provincia leonesa en un lugar como El Bierzo, en el que es más fácil que te caiga subrepticiamente un satélite espía ruso desde la estratosfera que toparse con un concejal leonesista de un ayuntamiento berciano. Supuesto que los hubiera. No me imagino ya a los de Aliste o Vitigudino. Hay quien dice exageradamente que en algunas zonas de Zamora o Salamanca convertirse obligatoriamente en leonés está en la lista de prioridades vitales inmediatamente detrás de haber vivido un semestre en la tundra y justo antes de ser sodomizado por un oso polar. Yo, que no llego a tanto, creo que con lo de forzar identidades ficticias se terminan cargando la simpatía que lo leonés pueda tener en esas latitudes al sur de Benavente.
Que dicen los de UPL que la moción por la Región Leonesa ha sido determinante para inclinar su voto en la Diputación. Anda que no les queda pedagogía que hacer en esta provincia como para pensar en saltar la raya de la división provincial. Dificultado por la jurisprudencia constitucional lo del acceso a la autonomía uniprovincial por desgajamiento, hay que buscar compañeros de viaje, quieran o no. En esta Comunidad y desde Javier de Burgos hasta la actualidad, la peña se siente primero de su provincia y luego español a partes iguales, menos los bercianos, que primero se sienten del Bierzo y luego españoles, quedando si acaso lo de leonés en un tercer puesto honroso, pero jamás excluyente.
No les basta querer crear polémicas tan artificiales como estériles donde nunca existieron ni enfrentaron a la gente, como con la lengua gallega en su variante dialectal berciana, y ya estamos en querer convencer a los de Leiroso de que son más leoneses que de Oencia. Y por cierto, cuando enreden otra vez con la toponimia, que se molesten antes en ir a esos pueblos de Oencia o a cualquiera del Bierzo Oeste a oír cómo hablan antes de querer imponerles un llionés que es tan extraño como el cantonés.
Ante la imposibilidad de que por los pactos dichosos hubiera gobernado el partido que obtuvo más diputados provinciales, lo que puede convertirse en una costumbre también en el caso de los diputados nacionales, en lo personal me alegro enormemente de que Courel (ya no sé si el bueno o el malo) sea presidente de la Diputación por dos cosas. Porque tengo con él una buena relación que nunca ha sufrido por las evidentes diferencias ideológicas, y porque estaba muy feo eso de querer vetar a cualquier berciano para presidir la institución provincial. Dejo anotado, por cierto, que el gafe -infortunio y no persona- se ha trasladado al Consejo indefectiblemente y que cuando Olegario abrazaba ministros, se los cargaba, y que cuando se carga a uno, en realidad lo encumbran los suyos. Lo que no deja de ser un paradójico ejercicio del peligro que tiene caer cerca de su órbita.
Ahora bien, me va a encantar ver el discurso de los socialistas ante la tal moción. No ya en El Bierzo, donde por gobernar se entiende cualquier cosa, ni el relato acomodaticio de los del Grupo Socialista en las Cortes de Castilla y León, que tendrán que hacer equilibrios en el alambre, sino el de los socialistas zamoranos y salmantinos cuando se tengan que pronunciar sobre hasta qué íntima parte de su médula se sienten miembros entusiastas de la Región Leonesa. De momento, los salmantinos que empiecen pulsando el encendido sentimiento leonés en Berrocal de Huebra, pongo por caso, y ya nos lo van contando.
Mientras, con todo lo que hay pendiente de hacer en esta provincia cada vez más envejecida y despoblada, a la que los socialistas le han hecho tantas promesas de miles de empleos alternativos al sector energético, a Courel le deseo la mejor fortuna, porque si no empezarán a ponerle por aquí lo del inútil presidente de la inútil diputación. Con y sin Región Leonesa.