[TRIBUNA] Un tiempo nuevo en el Ayuntamiento de Ponferrada
MARCO MORALA | Es el día grande de Ponferrada y de las personas, generosas y solidarias que la pueblan. Este municipio se explica por sus gentes; porque las personas están en el centro de nuestras políticas locales, y a ellas debemos nuestro trabajo, nuestro compromiso y también nuestras reivindicaciones. Ponferrada no son solo sus calles, sus pueblos, sus monumentos, sus montes, menos aún es solo este ayuntamiento y las personas que ejercemos en él la representación de los ciudadanos.
Es también la anciana que quiere seguir viviendo en su pueblo y no en una residencia en el centro; es también el anciano que quiere pasear por los jardines y parques haciendo de ellos su espacio de convivencia, de encuentro con los rostros de toda su existencia; es la niña que juega y sueña sin poner límites a sus expectativas, sean las de ser campeona del mundo de fútbol o astronauta; es el niño que quiere a la vez hacer deporte y estudiar en el conservatorio; son jóvenes que quieren estudiar aquí sus carreras universitarias y después de ellas quieren hacer de Ponferrada su destino laboral o profesional; es el autónomo que sufre por mantener su actividad a flote, son comerciantes u hosteleros que afrontan el desafío de abrir cada día las puertas de sus negocios a pesar de las sucesivas crisis, que en estos momentos se están agravando y sería suicida no tenerlo en cuenta para adoptar medidas que impidan una mayor incidencia negativa en la actividad económica y el empleo, solo por simular que todo va bien. Ponferrada son también los parados que buscan una ocupación que les permita afianzar aquí su proyecto de vida. Ponferrada es mujeres y hombres de toda edad y condición que se afanan, se esfuerzan, trabajan; que construyen entre todos este municipio en el que han nacido o al que han venido para convertirse en ponferradinos de corazón. Para ellos hay que trabajar en este salón de plenos, en este ayuntamiento, porque hacerlo por razones más egoístas, para nuestra satisfacción personal, para nuestros partidos o para sus líderes sería traicionar la confianza que los ciudadanos han depositado en nosotros para que atendamos antes que ninguna otra cosa sus problemas y sus necesidades. Y estas han empezado a estar en el centro de las políticas públicas municipales pensando en quienes nos han traído aquí, con el trabajo de toda una vida, con su voto y lo que este significa, con su confianza.
Esas personas no son estereotipos, no son grupos informes, sino seres irrepetibles. No es nuestro cometido pensar por ellas, sino dejarlas pensar, hablar, expresarse en libertad y sin prejuicios ideológicos, mentales, culturales o de cualquier clase. Por eso haremos aquí políticas que partan siempre de pulsar la opinión de quienes hacen de Ponferrada el centro de su existencia. Con todo, hoy debemos no hablar por ellas, sino servir de altavoz de sus peticiones.
Este día tan señalado sirve en Ponferrada para abrir una fase muy importante en el calendario y retomar proyectos inconclusos y afrontar otros nuevos. Así sigue el curso de la vida y también el curso político local. Y al abrirlo no podemos olvidarnos, en una ciudad que ha perdido tantos habitantes cada año del pasado mandato, de todos aquellos que nos han acompañado en otros años y faltan hoy.
Especialmente de aquellos que faltan porque han tenido que irse de Ponferrada para encontrar trabajo en otros lugares. Nuestro principal reto, el de todos los que estamos aquí sin diferencia de partidos o responsabilidades públicas, es que nadie más tenga que irse de nuestra ciudad para trabajar y los que se han ido puedan volver, porque hay un puesto que les aguarda y una sociedad que los añora. En momentos en que se anuncian expedientes de regulación y despidos, con mayor razón es un deseo al que no podemos dar la espalda que todos los que están trabajando ahora mantengan sus puestos de trabajo y esa crisis no se cebe en el empleo local, que bastante ha sufrido en los últimos años con la pérdida de un sector energético que era para nosotros fundamental. Son incontables las promesas que se nos han hecho de transiciones que no terminan de cuajar, de empresas que no han llegado, de proyectos innovadores que no han pasado de un anuncio que jamás se ha concretado. Se ha llegado a hablar hasta de miles de empleos que no están en ninguna parte. Podríamos callarlo en este acto, pero lo gritarían las piedras, empezando por los cascotes de lo que hace cuatro años era una térmica y hoy ha volado mientras hemos seguido viendo en el pasado invierno la grave alza de los precios de la electricidad que en otros países se ha recurrido al mantenimiento de las térmicas.
Estas son las cosas que la gente no entiende, las cosas que deben ser corregidas, porque van mucho más allá de un debate político o de una estrategia macroeconómica. Significan la supervivencia de localidades como la nuestra. Poblaciones a las que tanto se les ha prometido y nada ha llegado, y que, sin embargo, ven que en otros lugares y por causas iguales a las de aquí, como la pérdida de una térmica, se prometen diez veces más ayudas y compensaciones. ¿Respeta eso el principio de igualdad de oportunidades? ¿Coloca nuestras necesidades en el mismo lugar que las de otros territorios y españoles? Cuando no estamos en competencia con otras provincias de nuestra comunidad sino de otras comunidades vecinas, ¿no demanda una actuación decidida por parte de los poderes públicos que tienen encomendadas las competencias de empleo y promoción industrial y económica a nivel nacional? Estoy seguro de que en esta petición todos iremos de la mano para lograr lo que los ponferradinos y bercianos merecen y reclaman.
He repasado los discursos institucionales que se han ofrecido en este acto a lo largo de los últimos años. En ellos han encadenado muchas reivindicaciones, y no pocos reproches a las administraciones territoriales superiores al nivel municipal. A fuerza de hacerlo reiteradamente, se ha convertido en un trámite repetitivo. En cambio, yo quisiera hoy que no fuese un trámite, una obligación de los que tomamos la palabra, sino un compromiso de los que retomamos la acción por nuestros vecinos, un inicio de un trabajo conjunto que diese mejores frutos de los que hemos visto hasta el momento. A ese objetivo tengo que convocar a todos como alcalde de Ponferrada, a todos sin distinción de gobierno o de siglas, porque lo que está en juego es nuestra supervivencia.
Por eso no puedo quedar indiferente ante las intenciones de quienes quieren servir solo a una parte de estas personas de Ponferrada, creyendo que hay un “nuestros y de los otros”, cuando todos deberían ser de todos nosotros, porque a todos representamos y no solo a los que nos han votado o comparten nuestros valores e ideas, mucho menos a los que tienen nuestra misma ideología. Trabajar solo por los hombres o solo por las mujeres es inadmisible e ilegal, trabajar por los que nos caen bien o nos doran la píldora es una tentación en la que se ha caído en años pasados con demasiada frecuencia y no puede prolongarse, sean asociaciones, personas, empresas, grupos municipales, colectivos o instituciones. Trabajar por unos pueblos abandonando a otros, invertir solo en unos barrios y olvidar otros es admitir una ciudad en la que la asimetría se convierte en desigualdad. Trabajar en unas áreas cuando las personas necesitan de todos los servicios y todas las funciones de gobierno es abandonar el sueño de una ciudad más inclusiva, más solidaria y más abierta al futuro y no nos lo podemos permitir. Trabajar por unas víctimas sí y por otras “ya veremos” es injusto e insolidario; trabajar por unos vecinos sí y no por otros con diferentes lugares de residencia, con distintas creencias, género, color o credo es simplemente, inconstitucional Querer revestir con bonitas palabras en un discurso lo que es pura y simple desigualdad en las políticas, especialmente si son tan sensibles como las de seguridad, asuntos sociales, educación o sanidad, es la hipocresía política que harta a los ciudadanos y los lleva a la desafección.
No queremos más medios que los que el Gobierno de la Nación o la Comunidad Autónoma ponen a disposición de ciudadanos de otros sitios, pero nunca menos. No queremos tener infraestructuras que no tiene nadie, pero no aceptamos tampoco que se vayan a otros lugares de España para conformar voluntades parlamentarias. No queremos servicios para unos días del año sí y para el resto no, porque los servicios municipales trabajan todo el año y por todos. Claro que queremos más seguridad, pero para todo el año y para todas las personas, ya que no puede aceptarse que existan ciudadanos de primera y de segunda. Claro que queremos más acompañamiento institucional, pero para todos los días. No pedimos más ayudas que a otros ayuntamientos, pero se acabó el silencio conformista cuando se ven pasar subvenciones a otros lugares por voluntad política y no por criterios objetivos y técnicos. Como se tiene que acabar venir a Ponferrada solo cuando se quiere una foto o un titular y no pisar más en años en este ayuntamiento, sobre todo si el titular busca ahondar las diferencias entre unas personas que sufren o que tienen necesidades y otras.
Urge que todos los que intervenimos en este acto nos pongamos a disposición de la colaboración institucional porque el tren del progreso amenaza con pasar de largo irreversiblemente. Ya hemos perdido demasiado tiempo y demasiada población y cuanto más pase sin obtener aquello a lo que esas personas ponferradinas tienen derecho legítimo será más difícil.
Por eso la demanda de más infraestructuras y mejores servicios es para hoy, no para un indefinido futuro en el que todo se confunde, todo se promete y lamentablemente tanto se queda por el camino. Tanto las infraestructuras ferroviarias como la autovía a Orense no unen solo territorios, lo que es mucho más importante para nosotros, unen personas, unen actividades, unen culturas y unen economías y no se pueden demorar más. Queremos más educación de excelencia, y la queremos para todo el estudiantado, para todas las familias. Más sanidad como la que ya hace que pacientes de nuestro municipio no se tengan que desplazar fuera para sus tratamientos, y eso lo queremos para todos los pacientes.
Podemos hacer muchas obras y arreglar nuestras calles, pero si por ellas no circulan personas y tenemos niños y jóvenes, quedamos sin futuro. Ese futuro se gana con más actividad económica. Esa es la verdadera apuesta para este mandato y en este primer discurso de la Encina quiero recalcarlo. Para ello con humildad, pero con rigor y con insistencia pedimos el apoyo de las Administraciones que no sólo tienen más medios presupuestarios, sino que tienen las competencias principales. Queremos realidades cuanto antes. Para ello el tiempo de las palabras y las promesas debe dejar paso al tiempo de las realidades, de la colaboración institucional que resista toda tentación de sectarismo en función del color político de unos u otros ayuntamientos.
El principal servicio que la política puede hacer a Ponferrada es mejorar las condiciones para que se cree empleo, lo que requiere un conjunto de acciones que involucran a muchas administraciones. Los días de las Fiestas patronales de la Virgen de la Encina son siempre un momento particularmente grato para reunir a las familias y disfrutar de los amigos, también para reunir a los representantes institucionales en este acto para hacer planes de futuro. Vivimos un tiempo nuevo en el Ayuntamiento con el desafío por mejorar nuestra economía, nuestra cultura y nuestra convivencia. Para ello es imprescindible la colaboración de todos y por eso pido que ese espíritu de unidad que vemos aquí, por encima de las lógicas y legítimas diferencias de proyectos, se transforme en una fuerza permanente que nos haga tener más confianza y nos permita decir en las siguientes fiestas dentro de un año que nuestra situación ha mejorado. Todas esas personas a las que yo me refería al principio, los que están fuera de esta casa consistorial lo merecen y, lo que es más relevante, tienen derecho a ello.
- Discurso del alcalde de Ponferrada en el acto institucional del Día del Bierzo