[EL PROTECTORADO] Olegario aparece en Porcarizas
AL RAISULI | «Antonio, móntame en una camioneta y llévame por todo el Bierzo», esto le contestaba la Virgen de la Encina con celestial colegueo al párroco titular de la basílica. Antes, a su contar en una homilía memorable, había “trepado” hasta el camarín de la Moreníca y le había preguntado solícito, en un cambio de papeles que convertía al presbítero en conseguidor y a la Virgen en beneficiaria: Señora, ¿qué queréis que haga por vos? Obteniendo la divina respuesta reseñada.
Estos fueron (leyenda, trufado o realidad) en 1958 los hechos, en el 50 aniversario de su entronización como Patrona del Bierzo. Celebración que llevó a la imagen a visitar a la mayoría de los pueblos bercianos con entrega institucional, solemnidad religiosa y jolgorio popular jamás repetidos. Que tengamos noticias nuestra Patrona nunca volvió a dirigirse a ningún paisano; y digo que tengamos noticias, porque es harto probable que se le haya aparecido a Olegario con un encargo redentorista para los desamparados bercianos.
El caso es que D. Olegario, ungido como Presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, señor de todas las tierras fronterizas con las Asturias de Oviedo, la Sanabria rayana a Portugal, la Galicia dos nosos amores y la abusona Castilla, ha decidido por mandato divino, o motu proprio, dedicarse a entretener a los alcaldes y pedáneos con su catálogo de ofertas comarcales. No se sabe muy bien el gancho de su mercancía pero, venda o no, las dietas, o como se llamen las compensaciones por ese ímprobo trabajo promocional, no fallarán.
Tanto despliegue del Presidente de un tenderete, sin otra función conocida que tapar la ausencia de un verdadero poder político berciano, nos hace preguntarnos si no estaremos ante la versión pimentera de: cuando el diablo no tiene que hacer mata moscas con el rabo. A Olegario la intención le sobra pero le falla el propósito, que es el escudo que le libraría de parecer que cobra por hacer excursiones. Su discurso está mermado porque poco puede hacer para repartir alegrías, cuando la caja resolutiva está en la Diputación en manos de su ajusticiado, Courel, más vivo que nunca.
Solo le queda el discurso de las pedreas nacionales; ese que se le pone cuesta arriba para convencer a los de Cacabelos de que se les tiene en la misma consideración que a los de Avinyonet del Penedés. Igual se saca otros conejos de la chistera, cosa difícil para él si no es creando burocracia innecesaria para complicar aún más la vida a los ciudadanos; esos que ya se ven rellenando un formulario para coger un níscalo de su propio pinar con un guardia enchufado dando el visto bueno.
Olegario tiene un reto muy serio, si quiere hacerse notar y seguir siendo un político en el banquillo del futuro. Puede plantarse y mandar a tomar por culo el invento para que se rompan la crisma los de Valladolid que lo crearon para manipularlo, o abanderar una revuelta en toda regla contra todos, también contra los suyos, hasta que sea una institución con competencias y poder. Y cuando hablo de revuelta no es llamar a la insurrección, sino ejercer el derecho de devolución de los regalos envenenados hasta que se reponga por otro útil, aceptado y practicable.
No estaría de más que para empezar marcara impronta haciendo público, ante la próxima manifestación, un posicionamiento frontal, personal e institucional, de rechazo a la borrachera renovable patrocinada por sus correligionarios del MITECO. Sería un indicio de que sus viajes a ninguna parte empezarían a tener un sentido, al revelarse como defensor de la naturaleza inviolable del Bierzo en esos pueblos que visita y dice representar. A falta de poderío financiero institucional, para no ser un bluf total prima el coraje de un compromiso personal sin hipotecas partidistas.
Sin estos atributos, sus desplazamientos por la geografía berciana no encontrarán otra justificación que no sea el autobombo de querer entronizarse, in situ, como baranda comarcal, emulando la ocurrencia de mismísima patrona medio siglo atrás. Entonces lo suyo no serán visitas institucionales sino apariciones marianas: mañana en Odollo, el próximo mes Noceda, en primavera a Porcarizas y en otoño a Primout.
Entre nosotros, Olegario, el Consejo Comarcal es un muerto. Solo falta el ataúd para que tu gira rural, sin rumbo ni concierto, tenga al menos algo de miga teatral como el periplo de Juana la Loca que, por cierto, se murió de vieja siendo reina pero sin tocar el poder.