La denominación Bierzo ronda los 13 millones de kilos vendimiados, un 15% más que en 2022
Un año con suficientes precipitaciones y ausencia de temperaturas excesivante altas produce una uva de buena calidad.
La producción total de uva controlada por la Denominación de Origen Bierzo ha sido de 12.959.946 kilogramos, de los cuales un 90,13 % (11.681.111 kilos) se han destinado para la elaboración de vinos con Denominación de Origen Bierzo. La producción de uva controlada que se ha registrado en nuestras instalaciones ha sido un 15,37 % mayor respecto a la cosecha 2022, y tomando como referencia las cinco últimas cosechas es un 8,05 % mayor a la media.
La vendimia comenzó el 16 de agosto encontrándose la uva en un estado sanitario muy bueno. Inicialmente se comenzó con la variedad godello, y con algunas parcelas de mencía de forma puntual, yendo en aumento a medida que esta variedad iba alcanzando el estado óptimo de maduración. La recogida se generalizó a partir del 26 de agosto prolongándose hasta el 11 de octubre. A partir del 7 de septiembre comenzó un periodo de lluvias intermitentes que duró 12 días, lo que ralentizó la recolección a la espera que la uva secara.
«La calidad de la uva ha sido muy buena, conjugándose un año con suficientes precipitaciones y con ausencia de temperaturas excesivamente altas, que van a hacer que los vinos de la cosecha 2023 sean frescos, frutales y muy equilibrados, resaltando su tipicidad», destacan desde el Consejo Regulador.
Condiciones climatológicas favorables
Las condiciones climatológicas influyen decisivamente en la calidad y cantidad de las cosechas. Concretamente, durante este año agrícola, se han registrado un total de 704 mm de precipitaciones, estando dentro de los valores normales en el Bierzo. Estas se han producido principalmente durante el otoño y el invierno (500 mm), consiguiendo que las reservas de agua se recuperaran en cierta forma, teniendo en cuenta que el año 2022 fue especialmente seco.
Las temperaturas primaverales fueron suaves, iniciándose la brotación a finales de marzo, naciendo numerosos racimos que hacían pensar en una cosecha abundante. La floración comenzó la semana del 15 de mayo, durante la cual se produjeron numerosas precipitaciones. Desde el 23 de mayo hasta el 21 de junio, se registraron un total de 90 mm durante la floración y el cuajado del fruto, haciendo que se ocasionara un corrimiento importante de racimos, además de desarrollarse enfermedades criptogámicas, sobre todo mildiu y black rot, que dependiendo de la fenología y de los tratamientos aplicados, causaron pérdidas importantes de cosecha en algunas parcelas.
El envero comenzó la semana de 17 de julio, finalizando a mediados de agosto en las zonas más atrasadas, siendo las temperaturas durante este periodo elevadas durante el día, sin que llegaran a ser extremas, y con cierta frescura durante la noche. También hay que resaltar había suficientes reservas de agua en el subsuelo, lo que favoreció la maduración de la uva y que las plantas no acusaran estrés hídrico.