[CARTAS] La maldición de la abadía de Compludo
No teman los que de buena fe se acerquen hasta la milenaria abadía de Compludo, origen de la Tebaida Española, y bendecida por san Fructuoso. Serán bien recibidos y la suerte les acompañará, por siempre, en todos sus proyectos.
Pero ¡ay de aquéllos que pretendan maltratar el territorio sagrado de los valles de los Compludos! Sepan, antes de hacerlo, o de participar, por acción u omisión, en tamaño sacrilegio que; una maldición visigoda caerá, implacable, sobre sus vidas y empresas.
Fue el mismo rey Chindasvinto, quien en los oscuros años pretéritos, rubricó sobre cuero la protección del coto, reconociendo la heredad del santo abad, y maldiciendo a quien quisiera corromperlo.
“Será anatematizado (que no sé lo que es, pero suena fatal), por ¡dos veces!, y víctima de venganza eterna en presencia de nuestro señor Jesucristo y de sus santos apóstoles. También maranata, es decir, doble perenne castigo de ser tragado vivo por la tierra, y luego obligado a reparar doblemente o por triplicado, lo que haya perjudicado”. (Privilegio del rey Chindasvinto al abad Fructuoso de Compludo, (18 de octubre del 646)
Los altivos dirán que no son supersticiosos, y que no creen en las maldiciones, ¡pues allá ellos!, pero antes fíjense en la desgracia del multimillonario irlandés Sean Quiin, y en el fundador de la marca DeLorean, John DeLorean, que se arruinaron tras destruir ancestrales lugares sagrados.
O en el abad de Compludo, Francisco del Rincón, que derribó junto a varios feligreses la antigua ermita de santa María da Veiga, el epicentro religioso de la abadía fructuosiana, para construir la actual iglesia del pueblo donde descansar eternamente; ¡y no se cumplió su voluntad!, y para más inri, pasados unos años, el nuevo templo sufrió una gran riada que a punto estuvo de destruirlo, y que mató a decenas de vecinos y animales.
Señores políticos bercianos; háganse el favor de dejar de aplaudir como focas de circo a los enviados del Greenwashing de las (falsas) energías renovables. No acojan en la universidad del saber a gurús que despotrican de su país, cuna de la liberté, egalité et fraternité, por tener estrictas leyes medioambientales. Ellos no son los tontos. No lo seamos nosotros. Y apoyen a su tejido asociativo, a emprendedores de lo local, a la biodiversidad, y al paisaje y paisanaje del Bierzo. Apoyen la manifestación del próximo 22 de octubre.
O sufrirán la maldición del rey Chindasvinto.
Javier Pérez Acebo