[EL PUYAZO] Ponfeblino, el tren de los necios
Si la noticia hubiera aparecido mañana, día de los inocentes, tendría la disculpa que los de la CIA (Comisión de Iniciativas Absurdas) de Ciuden se habían puesto graciosos y nos gastaban una broma. Lo grave es que las bromas pesadas de esa casa son recurrentes e innecesarias, no tiene un pelo de gracia y salen a pelo de conejo. La última es imbatible para ganar el premio a la Estupidez Esférica.
Como no hay otras cosas más sensatas en que fundir la pasta, se les ocurre licitar un motor de hidrógeno de 200 caballos para el Ponfeblino por 900.000 euros, y encima nos tratan de vender las ventajas asociadas a tan descerebrada decisión. Así nos enteramos de que han dispuesto que el suspirado tren de vapor de la Minero sea un rancio ferrobús, eso sí de hidrógeno verde.
Vamos a ver, almas de cántaro, ¿estáis seguros de que no os patinan las meninges? El personal anhelando la recuperación fidedigna de nuestro tren más querido, y ahora salís con esta cagada. Ese tren, el mítico tren del valle del Sil, no ha esperado latente durante décadas para que ahora vengan la Ciuden, el ITJ y el Miteco a pervertir su esencia con una gilipollez infumable.
La Ciuden no da una, las viene preparando a cada cual más gorda desde su fundación y esta promete figurar en el podio de las más disparatadas. No creo que sea muy difícil de entender que es un tren de vapor tirado por una locomotora de carbón, y tampoco que esa seductora antigualla sea precisamente el elemento básico para que triunfe un tren turístico, por supuesto sin los inventos del TBO de la Ciuden.
Nadie va a venir a Ponferrada, ex profeso, para desplazarse a Cubillos y coger un vulgar automotor con menos encanto que el bordillo de una acera; sobre todo si la amenaza es ir hasta Villablino escuchando un plastazo sobre hidrógeno verde. Es imposible que una oferta tan ramplona genere demanda por mucho techo panorámico que ofrezca; el atractivo está en rememorar el pasado, sin horteradas tecno-ideológicas, cuando los trenes de vapor eran auténticos y fascinantes artefactos mágicos.
Es una apuesta que no tiene término medio. Hay que elegir entre contar con una atracción potente, rentable y duradera o cargar con un muerto, deficitario y efímero. El Ponfeblino solo tendrá el éxito asegurado si sale desde Ponferrada, fundamental, y continua siendo el histórico y entrañable tren de vapor que los bercianos conocimos. Lo otro no es siquiera un sucedáneo, es un chiste y además malo.
La Ciuden, como suele ocurrir en los chiringuitos donde sobra el dinero y escasea el talento, lleva los errores cantados hasta fracasos que lo evidencian, y mucho me temo que ha vuelto a reincidir en otra clamorosa metedura de pata. El problema es que a los autores del desaguisado les sale gratis meter las narices, mientras las expectativas de bercianos y lacianiegos se frustran con esta insufrible chorrada.
Anda que les faltarían lugares para sus experimentos con gaseosa sin tener que dar el tiro de gracia, antes de nacer, a un proyecto de bandera; en la Renfe sin ir más lejos que hacen los túneles más estrechos que los trenes, y donde esta solemne majadería pasaría más desapercibida.
Currito de Cortiguera