[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] De necesidad, virtud
LAS GATAS | Una expresión familiar: hacer de necesidad virtud; cercana siempre, porque, de un modo u otro, todos la hemos pronunciado alguna vez, de palabra u obra. Y ahora, también, de actualidad, por formar parte del eslogan del PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, para justificar los acuerdos con Junts per Catalunya que le han permitido acceder a la presidencia del Gobierno de España, con gran escándalo y vocerío de la derecha y la derechona política, social y mediática. Instrumento, por cierto, bien afinado y coordinado para defender sus posiciones.
Está muy extendida la opinión de que la concesión de una amnistía a los inculpados por su participación en lo que genéricamente podemos denominar “sucesos del año 2017”, a cambio de los votos, -siete- de la mencionada formación política catalana, es inmoral y oportunista. Por supuesto, el rechazo no se dirige a las decenas de funcionarios de todo tipo, policías incluidos, a los que la voz social exonera, por considerar que su participación fue en cierta medida obligada y no tiene valor político. El escándalo se centra en que esa ley amnistiará, en su caso, a los líderes del “procés”, y especialmente a su líder Sr. Puigdemont, prófugo de la justicia española, eurodiputado y mandamás de Junts.
En el callejón, hemos seguido atentamente la polémica social y la ahora también familiar polarización que ha generado la medida, por más que la tramitación del proyecto de ley haya sido aprobada en el Congreso de la Nación y su tramitación siga el cauce legal establecido, de modo que si no vulnera la Constitución, antes o después, formará parte de nuestra normativa legal.
El vocerío cuestiona la moralidad del proyecto y, en su caso, de la ley y consideran que esa circunstancia deteriora su potencial legalidad. En primer lugar porque este gobierno frankenstein está integrado por comunistas, filoetarras, independentistas y los oportunistas del PSOE con su secretario general a la cabeza. Y, también, porque vulnera la igualdad entre los españoles; además, y en relación con el titular de la columna, porque una medida de ese calibre debería haberse realizado de forma solemne y elegante, fuera de cualquier interés partidista, con consenso de “todas” las fuerzas políticas, aunque parezca difícil pensar que Vox quisiera participar, dadas las manifestaciones de su líder Sr. Abascal, sobre lo que podría esperarse en Cataluña si este partido formará parte del Gobierno de España.
Decía el Sr. Nicolás Sartorius, antiguo líder sindical y político del PC, que la transición política española de los años setenta fue, en su totalidad, un ejercicio de hacer virtud de la necesidad de llegar a un consenso que permitiera construir lo que hoy es la Constitución española. Y en esa necesidad, se cerraron los ojos a muchas actuaciones pasadas de políticos franquistas que se integraron con naturalidad en las listas electorales de la derecha y el centro político. Se promulgó una ley de amnistía y se toleró que se mantuviera todo el santoral franquista de placas en las iglesias, nombres de calles, enterramientos, celebraciones de efemérides y toda clase de liturgias; todo ello para confort de los vencedores del 39, que aunque incomodados por la necesidad de aceptar una democracia consiguieron que en lo esencial, todo cambiara para que todo siguiera igual. Aunque tanta prudencia no nos libró de un intento de golpe de estado auspiciado por no se sabe todavía qué fuerzas y cuyas responsabilidades legales fueron juzgadas con especial atención a las singulares circunstancias que concurrían en los hechos y la necesidad de dar estabilidad al régimen democrático. Por cierto, que las gatas veteranas todavía recordamos los tanques paseándose por las calles de Valencia o la toma de RTVE por parte de tropas del ejército.
Si justificamos y aceptamos entonces determinadas actuaciones que conocimos y presumiblemente se nos hurtaron otras que no pareció necesario divulgar, fue el nombre de un bien mayor. No se hizo, entonces, un referéndum para que todos los españoles valorasen la idoneidad y necesidad de las medidas que se tomaron y la obligada discreción (hoy sería oscurantismo), con la que se ejecutaron. El bien mayor era el mantenimiento de la democracia, aunque fuera tutelada y tuviese que respetar intereses y situaciones muy poco honorables en el plano ético y en el legal. No se enunció como hoy el principio de igualdad ante la ley, porque se entendió que una situación excepcional no generaría desigualdades reales en los ciudadanos de a pie. Y no se pidió a nadie el arrepentimiento o la solicitud de perdón, tan exigido ahora a los líderes de independentistas, mezclando una vez más los planos ético y legal, como tanto gusta hacer cuando interesa.
Y en cuanto al mercadeo de los votos, hay que remontarse a los mismísimos gobiernos de UCD con el Sr Adolfo Suárez a la cabeza y por supuesto, de los señores González y Aznar, que ofrecieron transferencias y realizaron concesiones para garantizase el apoyo de los nacionalistas, por cierto, entonces como ahora por un puñadito de votos.
Nosotras defendemos que la amnistía de hoy atiende a un bien mayor, que afecta a la sociedad catalana fortaleciendo la visión de que el gobierno central ni roba ni oprime ni pretende sancionar duramente un comportamiento social basado en un sentimiento insuflado por los líderes del proceso pero ampliamente aceptado por numerosos sectores de la sociedad catalana. Resumiendo, de la amnistía lo único que -no- importa es la concesión a los líderes.
Y en cuanto al momento bercianas, hoy queremos dejaros una propuesta para la reflexión: ¿Creéis de verdad que, al menos en política, habría virtud alguna vez, si no existiera necesidad?
Feliz año nuevo