[LA OVEJA NEGRA] ¿Seguirá el Bierzo caminando hacia el desastre en 2024?
GERMÁN VALCÁRCEL | La comarca berciana es un espacio geográfico singular, una hoya tectónica de unos tres mil km cuadrados, cerca de cuatro mil si le añadimos las comarca aledañas de Laciana y Cabrera, con 128.168 envejecidos habitantes (un tercio por encima de los 60 años, y con más pensionistas que trabajadores activos) en el conjunto de los tres territorios. Con amplias y excelentes zonas para las prácticas forestales y agrícolas, magníficos espacios de pastos de montaña para la ganadería regenerativa y agua abundante, en definitiva, un buen lugar para empezar a reconstruir ecosistemas y regenerar suelos mediante la teoría ecológica; y donde la soberanía alimentaria sería viable, variada y rica, y generaría excedentes; además una autonomía energética, auténticamente sostenible, sería no solo posible, sino fácil de lograr. Uno de esos privilegiados lugares donde ese Bien Vivir, ese bienestar que buscan las tesis decrecentistas, sería una hipótesis factible.
Pero no nos engañemos, en el contexto actual, de reduccionismo intelectual y polarización, solo es una utopía, aunque una alternativa real a la catástrofe ecológica y climática ya en marcha, y a los cada vez más crecientes problemas energéticos. No duden que no tardando muchos años algo similar será puesto en práctica. Otro tema es cómo y sobre qué modelo de sociedad se llevara a cabo. Francamente, sobre esto último no soy nada optimista. Los neoliberales nos quieren conducir hacia un neo feudalismo corporativo y las izquierdas institucionales hacia algún modelo burocrático-autoritario, centralizado y vertical.
Mientras caminamos (¿de forma irreversible?) hacia el colapso climático y ecológico, el capitalismo sigue destruyendo el planeta, y para ello aviva el mito del progreso como solución final, gracias a las posibilidades supuestamente mágicas de la tecnología actual y de la por venir, pero ocultando cuál es la destrucción en marcha, las causas y los verdaderos responsables, activando, además, un miedo desesperanzado que busca un refugio ilusorio en la misma tecnología que ha provocado el desastre. Pero confiar en la potencialidad inmensa de la tecnología para resolver los problemas ambientales que han sido causados por el crecimiento de la potencia tecnológica significa creer que un problema puede resolverse fortaleciendo su causa.
La “ideología del progreso” y el desarrollo tecnológico han dado paso a una nueva religión: la tecnolatría, que lleva a muchos a pensar que podemos escapar de los límites biofísicos del planeta y a construir un relato que sitúa a la especie humana por encima de la naturaleza. Si a ello le unimos que la concepción del sistema económico como un sistema aislado del medio físico, impide a la ciencia económica reconocer la imposibilidad física de llevar a cabo un crecimiento económico indefinido en un planeta finito y, en consecuencia, a aportar respuestas convincentes a la crisis ecológica, climática y de escasez de materiales que comenzaron a manifestarse durante los últimos tres decenios del pasado siglo, nos encontramos con un escenario que está generando una fantasía muy peligrosa para el futuro de la especie humana.
A pesar de que el paradigma dominante concibe el sistema económico libre de límites de ningún tipo, y defiende que el planeta está ahí para ser explotado por la especie humana, empieza a haber, cada vez más, científicos y autores que señalan que el modelo dominante sobre el que se asienta el edificio teórico, conceptual y analítico está comprometiendo la biodiversidad y los ecosistemas del planeta y por ende poniendo en peligro la supervivencia de la especie humana. Estas nuevas formulaciones provienen, entre otros muchos, de espacios tan cercanos como desconocidos para el gran público como el GEEDS (Grupo de Economía, Energía y Dinámica de Sistemas) de la Universidad de Valladolid, una excepción, no solo en nuestra Comunidad Autónoma sino prácticamente en todo el país.
Estas personas ayudan a que servidor no se sienta un cultivo cizañero al que divierte poner a parir el espectáculo político, institucional y social vigente, un fruto de secano cubierto de espinas que sigue arrastrando su soledad a la manera de un estandarte. Si productos de regadío tan bien nutridos como las gentes del GEEDS o Antonio Turiel, Antonio Aretxabala, Taibo, Almazan, Pedro Prieto o Manuel Casal Lodeiro dicen cosas similares, aunque mejor dichas, cabe la posibilidad de que no estuviéramos del todo equivocados, los incorrectos de esta provincia y esta comarca.
Si fuéramos capaces de escuchar a estos científicos, ingenieros, biólogos, filósofos y especialistas en ciencias sociales, comprenderíamos que podemos prosperar sin crecimiento, además, nuestros horizontes se ampliarían: sería posible imaginar un tipo de economía distinta y nos encontraríamos con la libertad intelectual para pensar de forma más racional como responder a las gravísimas crisis ecológica, climática y energética.
Mientras sigamos siendo espectros sumisos, seremos cómplices del problema político, económico, cultural, educativo y social
Pero por estas tierras, el mundo universitario, cultural, el político, empresarial y onegero están a otras cosas. Solo tienen que ver las programaciones de la UNED o las de CIUDEN, más dedicada esta última a ejercer de promotor de festejos que ha realizar actos en los que el tema energético, climático y ecológico sea el eje central de sus actividades. Así pueden seguir vendiendo estupideces como ese Ponfeblino con hidrógeno como combustible. En las instituciones comarcales, en los medios de comunicación, nadie parece haberse enterado de que, por ejemplo, Alemania renunció hace ya unos meses a los trenes de hidrógeno por ser inviables económicamente, en favor de los eléctricos. Aquí vamos a poner en marcha uno que carece, incluso, de vías en uso. Estas instituciones son las celestinas del capital, les sirven de coartada y les hacen el trabajo sucio a sus sicarios, los políticos, dándoles un disfraz verde a sus supuestas medidas, mediante añagazas, mentiras, banalizando conceptos, esgrimiendo hipérboles.
Como ejemplo, de la desidia y cortedad de miras de las “elites” y de las instituciones locales, decir que la presencia en la comarca, durante el último trimestre, de investigadores y científicos como Antonio Turiel, Antonio Aretxabala, o especialistas en ciencias sociales como Carlos Taibo o Adrián Almazán ha sido posible gracias al esfuerzo de algunos pequeños colectivos que luchan por la defensa del territorio en la provincia y en la comarca, como la Coordinadora en Defensa del Territorio, Arba León-Bierzo, Amorteira, La Olla del Bierzo, Rural Sostenible y el sindicato CGT del Bierzo y Laciana. Pero solo un reducido número de personas –206 el día de Turiel y Aretxabala, el acto de mayor asistencia– se dieron por enteradas.
No es de extrañar que este tipo de cosas sucedan en esta comarca, es la consecuencia de la incompetencia, desidia, cerrazón intelectual y política de nuestras “elites”, tampoco ayuda la cortedad de miras y la actitud acomodaticia, o cómplice en muchos casos, de la mayoría de la sociedad, movimientos sociales incluidos. En el Bierzo casi todo se reduce a crear chiringuitos para lograr acceder y apropiarse de fondos públicos, o para escalar social y profesionalmente.
Me temo que, en 2024, la comarca berciana, seguirá siendo esa geografía repleta de aldeas rebosantes de ruinas y silencio, pasto para el fuego y el olvido, territorios baratos para instalar molinos eólicos, huertos solares y para esa “nueva minería” que busca minerales raros, o en un parque temático para ávidos consumidores urbanitas de “turismo rural” y de bosques disneyanos. Son las soluciones que nos ofrece el capitalismo “generador de riqueza”, ese capitalismo disfrazado de verde que está destruyendo el planeta y transformando la política en una actividad inútil, cuando no nociva.
Mientras las gentes que vivimos en el Bierzo sigamos siendo espectros sumisos, seremos cómplices del problema político, económico, cultural, educativo y social. Si ante los abusos del poder agachamos la cabeza sin protestar, y dejamos que políticos, empresarios y toda su patulea de asesores, vasallos, cantamañanas y falandeiros pisoteen la escasa dignidad que nos queda, seguiremos siendo una sociedad arrodillada y genuflexa, con mentalidad de súbdito o esclavo.
Pero no nos preocupemos, aunque todos sabemos cuál es la causa –a estas alturas no hace falta ser un científico para saberlo- siempre nos queda la posibilidad de responsabilizar a León, Valladolid o Madrid. Aunque, para servidor, lo que ocurre en el Bierzo es hijo de la ceguera voluntaria y de un tinglado político-social irrespirable, corrupto y mediocre.
En este contexto de manipulación, mentiras y cancelaciones recordar las palabras del filósofo norteamericano Derrik Jensen: “No importa como lo llamemos, el veneno es todavía veneno, la muerte sigue siendo muerte, y la civilización industrial sigue causando la mayor extinción masiva de la historia del planeta”.