[LA PIMPINELA ESCARLATA] Al gobierno siempre le quedan las mascarillas
EDUARDO FERNÁNDEZ | A la inmensa mayoría los Reyes Magos no nos han traído lo que queríamos. Por supuesto, a pesar de semejante desdén yo seguiré siendo de los Reyes Magos y no del ridículo hombrecillo rojo que sale en todas las películas navideñas yankis. Pero el caso es que últimamente no atinan mucho. No nos trajeron un montón de millones en la lotería, ni siquiera lo que dejaron a otros niños en As Pontes, ni derramaron fábricas por los polígonos y los terrenos de Compostilla, ni cientos de habilitados nacionales en el Consejo Comarcal, aunque ya puestos tampoco han dejado en el mismo Consejo un poquito de actividad útil a los ciudadanos, que aquello va camino de apatía triple.
Si acaso han traído taquicardias parlamentarias del gobierno con los fiables compañeros de viaje que se han buscado. He visto a varios adalides ponferradinos de la esencia de la verdadera izquierda disfrutar con el descalabro del decreto de la vicepresidente encargada de la cosa del desempleo (y antes de ponerme a escurrir por el neohabla del lenguaje inclusivo consideren si la vicepresidente es garanta de los derechos laborales, representanta de la ciudadanía, buena gerenta del presupuesto público, eleganta en esos atuendos de profesional que se gasta en ropa una pasta imposible para la clase trabajadora o estridenta en sus filípicas a los excompis de Podemos).
Aunque no nos enredemos en nominalismos superfluos. Les concedo a los progres del lenguaje inclusivo y al Diccionario Panhispánico de Dudas lo de vicepresidenta, porque lo que importa es que el paro no decrece de forma significativa en El Bierzo. Pero como si no fuera con los gobernantes competentes; debe de ser una maldición bíblica. Como también las gripes y demás patologías invernales que sirven ahora para hacer ejercicios de autoritarismo administrativo gubernamental para que se sepa quién manda aquí. Menos en el paro; pero sí en el ordeno y no mando de las mascarillas. A los (y las) que hace meses decían cosas completamente opuestas en lo de la amnistía y las mascarillas se les está poniendo cara de sargento de artillería decimonónico en lo de mandar por decreto y se van tragando sus palabritas a ritmo de cursillo acelerado de comulgar con ruedas de molino. Yo ya he ido encargando mascarillas con el escudo del Atleti, que es sufrir doblemente, el embozo y la afición.
Con las mascarillas no se ve bien la cara de susto que gastan cuando se van acercando al botón de las votaciones en el Congreso, ni el careto que se les queda con los revolcones que le están metiendo ya sus socios, ni el rictus de subirnos la presión fiscal por la puerta de atrás, ni el gran éxito de perder restaurantes y comensales en las Jornadas Gastronómicas. Por eso han decidido volver a las mascarillas. Y porque mientras nos cabreamos por las mascarillas no lo hacemos por otras cosas mucho más graves e importantes. Nietzsche relacionó en su libro Ecce homo las distracciones con el instinto de supervivencia y el gobierno español le da la razón y la oposición también, en particular la que se entretiene en piñatas y botellazos en lugar de apretar en las instituciones, porque demuestra que vive entregada a distracciones tan efectistas como populistas y tan profundamente ineficaces que las urnas de este año les darán otro mordisquito.
Para no tener que ponerme mascarilla voy a pasear. A pasear yo, que ya es decir. Y claro, hago la crítica de la situación de los parques ponferradinos. Estoy entristecido hasta la desolación. Me he encontrado el parque del Plantío vacío. Ni árboles quedan, oigan. Ni un triste vestigio de las muchas esculturas que el PSOE puso en el mandato anterior. O no, esperen, que igual no las puso. A quién se le ocurre, el busto de Gómez Núñez en la calle Gómez Núñez, con lo bien que quedaría en la John Lennon o Martin Luther King o en la avenida Olegario Ramón, que si no existe yo mismo empezaré a recoger firmas para que se ponga de inmediato. Con este nivel de preocupación con lo que cae, como para esperar que esta gente hubiera luchado cuando gobernaba por las empresas, las infraestructuras y los empleos de Ponferrada. Mientras tanto, mascarillas como distracción.