[LA PIMPINELA ESCARLATA] El botón nuclear
EDUARDO FERNÁNDEZ | Es sabido que cada español, y entiéndanme esto sin marcación de género porque españoles y españolas son -somos- a estos efectos igualmente sabiondos, lleva dentro un entrenador de fútbol, un profesional sanitario, un presidente de gobierno y más recientemente un cocinillas. Todo el mundo entiende de disciplinas diversas en las que jamás se ha formado y de las que difícilmente ha pasado de un conocimiento epidérmico. Lo cual no le impide opinar con la soltura de un tertuliano, el desparpajo de un jeta de reality show y la convicción de un premio Nobel. Esta es una ley universal aplicable al mundo hispánico en su conjunto, razón por la cual las personas de Ponferrada no quedamos eximidas de incurrir en semejante pretenciosidad.
Ahora bien, a algún personal selecto se le abren las costuras cuando asoma en público y las carencias que aún no se le apreciaban opinando como aficionado, devienen clamorosas cuando le toca algún tipo de responsabilidad, pongamos por caso ser concejal en este ayuntamiento. No es que en los años en los que yo fui concejal, perdidos en la nebulosa de la memoria prehistórica, tuviese gran preparación al llegar, pero quiero pensar que al menos hice un cursillo acelerado de aprendizaje en los primeros meses.
Me temo que no puede decírselo mismo de todos los que están ahora. Voy a recordarles impresiones al respecto de lo que todavía pueden aprender algunos:
1º.- Los temas llegan a pleno dictaminados previamente en comisión. No es solo porque lo exija la norma, lo aconseje, el sentido político, lo apunte el sentido común en caso de ser distintos, y lo de más relevancia, aproveche a la economía procesal de trámites. Es que es de cajón. Si uno pretende que se voten en el pleno asuntos no dictaminados, o fuerza una votación para la que no ha habido tiempo suficiente de reflexión y debate transparente, por no hablar de que en el expediente correspondiente cuarenta y ocho horas antes no estarán los correspondientes documentos que alumbren la posición que se pretende defender y votar, o fuerza la retirada del asunto concreto.
Si yo intuyera en algunos concejales de Vox la impresión de que tienen la más mínima idea de lo que traen entre manos, pensaría que se han lanzado una maniobra dilatoria maquiavélica para retrasar los presupuestos en el Ayuntamiento de Ponferrada. Me temo más bien que es simple desconocimiento de la exigencia jurídico-administrativa y el uso político. Habrá quien lo considere entre la burricie y la ignorancia. Yo creo que es bisoñez para nadar en un mar con tiburones. Aquí hay que venir aprendido de casa o aprender corriendo el primer mes. Y hay que venir llorado de casa cuando le revocan carguitos, sobre todo, si uno se lanzó a colgarse la medallita de haber cambiado los sueldos en el pleno de organización y el presupuesto ahora.
2º.- Los que hemos aprendido algo de esto o por estudios o por experiencia diferenciamos muy bien lo que es estar en un equipo de gobierno o apoyarlo, por las buenas o por las malas, con gusto o con disgusto. Es como de Barrio Sésamo. Delegaciones de área/encomiendas de servicio. Dentro/fuera. Que se lo digan a los de Podemos, que lo aprendieron por la fuerza: votar al gobierno/no pertenecer al gobierno. Pues eso, pero en local.
3º.- Como ya me han leído muchas veces mi opinión respecto a Vox, no se la voy a volver a repetir. Es fácil para mí decir que no iría con ellos ni a recoger votos, porque yo no vivo pendiente de la aritmética política que surge de las urnas. A diferencia de aquellos que no aprobarían mi asignatura en la Universidad sin diferenciar la extrema derecha de la derecha radical o llamando fascistas a los que están dentro del juego democrático, mientras que les parecen demócratas los que quieren romper la Constitución o implantar la dictadura del proletariado, yo no tengo reproches que hacer a las alegres huestes de verde. Aunque algunas de sus políticas me parezcan profundamente confusas, erradas las ideas erradas cuando las veo en sus programas y herrados los parlamentarios, que al ritmo que van amortizando a sus mejores políticos, van a quedarse sólo con los que expulsan a otros compañeros o graban a su jefe.
4º.- Los que mandan en Ponferrada sabrán, pero yo desde luego no me fío nada de gente que va rauda a filtrar documentos con una narrativa curiosamente siempre reelaborada. Si yo tuviese que gobernar con ellos en el futuro, me pensaría mucho lo que se les puede contar de cualquier proyecto inmediato, porque correrán a contarlo como suyo, aunque tenga paternidades distintas en los miembros del equipo de gobierno de verdad, estos sí, de PP y CB. Por dos razones. La primera es que parece mandar más los que manejan estilo cortijero esas siglas en Madrid que los que tienen que decidir por haber sido elegidos por los votos en Ponferrada. La segunda es que les puede el populismo. Pues si se renuncia al cobro, con todas las consecuencias, pero parece que hay quien invoca con tanta ligereza la traición como deja puertas abiertas a futuros cobros. Con trabajo extenuante por el interés público, claro, imagino.
5º.- He oído a algún cargo intermedio de Vox, que no a los concejales, en animada charla de bar, que es donde de verdad se manifiestan los entrenadores de fútbol, los expertos sanitarios, sobre todo en mascarillas, los auténticos gobernantes del pueblo y los cocinillas, presumir de que tienen el botón nuclear de los presupuestos. A ver, aprendiz de cazolero, repita conmigo. Con el botón nuclear no se presume, que están un poco creciditos; más crecidos en verborrea a medida que menguan en votos. ¿Quiere que les recuerden cuántos ayuntamientos pasan años con presupuestos prorrogados? El botón nuclear es la moción de censura. Y no parece estar en su mano, sino en la de otros. A ver si hay gónadas para una moción de censura PSOE-Vox que me iba a encantar viendo a la progresía nacional comentándola. Vamos, que como estos gastan testosterona de la buena, a ver si hay huevos. Si no, menos llorar, menos amenazar y más trabajar.