El laberinto de Morala con el presupuesto: Vox, PSOE o moción de confianza
El alcalde de Ponferrada rompe su silencio para responder con evasivas a las incógnitas sobre la tramitación de las cuentas.
El equipo de Gobierno formado por Partido Popular y Coalición por El Bierzo, con el apoyo de Vox, tras las elecciones de mayo de 2023 afronta su primera crisis apenas ocho meses después. El detonante ha sido el proyecto de presupuesto municipal para 2024, para cuya aprobación necesitan al menos la abstención de Vox. No es la única vía, pero parece que sí la favorita del alcalde Marco Morala, que este lunes comparecerá ante los afiliados del PP de la capital berciana en una reunión convocada por la junta local que preside el concejal Carlos Fernández.
La crisis comenzó a gestarse el martes y los acontecimientos se precipitaron en cuestión de horas. Por la mañana, los concejales de Vox anunciaron su entrada en el equipo de Gobierno al frente de las concejalías de Cultura y de Formación y Empleo, a cambio de su apoyo al proyecto de presupuesto elaborado por PP y CB al que incorporaban una docena de enmiendas. Por la tarde, el alcalde desconvocaba el pleno previsto para el día siguiente y dejaba en suspenso las delegaciones de Vox. Los dos ediles de la formación ultra respondieron renunciando a sus cargos y sueldos.
Desde el martes hasta el viernes, mientras todos los partidos del arco municipal y otros sin representación en la corporación se pronunciaban sobre una crisis con ciertos tintes de vodevil, el alcalde guardaba un sepulcral silencio. Solo lo rompió este viernes, durante la celebración de la fiesta de los funcionarios, para efectuar un genérico llamamiento a la «serenidad» y la «madurez política». Obviamente, el mensaje iba dirigido directamente a Vox.
Morala no ha explicado las cesiones aireadas por Vox, que obviamente existieron como lo confirma la anulación de los decretos, ni lo que pasó en las horas posteriores.Iván Alonso parece encantado con su versión autóctona del célebre “yo traje las tropas de Irak” de Zapatero. O sea, «nosotros frenamos a Vox». Y el presupuesto ha entrado en la nevera, de la que probablemente no saldrá hasta después de las elecciones autonómicas en la vecina Galicia. Si el resultado es muy favorable al PP, Alfonso Fernández Mañueco incluso podría animarse a adelantar las de Castilla y León con el doble propósito de deshacerse de Vox y de evitar encontrarse como rival en las urnas a Óscar Puente, que difícilmente daría el paso de presentarse ahora con el ministerio recién estrenado.
Cuatro salidas posibles con distintos actores
El laberinto en el que se ha adentrado el alcalde de Ponferrada, a pesar de todo, tiene varias posibles salidas. De momento el único plan que parece barajar el PP es esperar a que a Vox se le bajen los humos. Su planteamiento es ahora de máximos: el pacto de investidura está roto, hay que negociar desde cero y para apoyar el presupuesto exigen las concejalías prometidas (como áreas de gestión, nada de óeganos desconcentrados) y 12 medidas que rechinan a parte del equipo popular y a sus socios bercianistas. Pero si la negociación va a empezar efectivamente de cero, todo es posible. Al menos en teoría. Y a eso parece agarrarse el alcalde con su llamada a «madurez política».
Existe una segunda vía para que las cuentas salgan adelante. Consistiría en aceptar la oferta de abstención del PSOE, que pide a cambio dejar fuera del Gobierno municipal (en cualquiera de sus formas) a Vox. También reclaman la renuncia a la externalización de servicios por un importe total de 829.000 euros, el desarrollo industrial de la zona del CyLog, la ampliación del cementerio de Fuentesnuevas, la segunda fase de la avenida de América, varias actuaciones en San Clemente de Valdueza, y la recuperación de las partidas íntegras para el Plan Especial del Camino de Santiago y las actuaciones en el Casco Histórico, así como la creación de la Escuela y Museo de Cerámica en la antigua Biblioteca de Compostilla.
La propuesta socialista, además de trastocar los planes de inversión de PP y CB, presenta otro inconveniente respecto a un hipotético acuerdo con Vox. El PSOE favorecería con su abstención que las cuentas salieran adelante, pero ahí terminaría su apoyo –como ocurrió cuando hicieron idéntica operación con Gloria Fernández Merayo– y por tanto no aportaría estabilidad desde la oposición pura y dura al consistorio. Mientras que el pacto con Vox, que votó a favor de la investidura de Morala, le garantizaría un respaldo permanente.
La tercera opción para salir del laberinto es someterse a la moción de confianza prevista en el artículo 197 bis de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. Cuando esta moción se vincula a la aprobación o modificación de los presupuestos anuales, se entenderá otorgada la confianza y aprobado el proyecto si en el plazo de un mes desde que se votara el rechazo de la cuestión de confianza no se presenta una moción de censura con candidato alternativo a alcalde, o si esta no prospera. Con esta opción, el órdago cambiaría de bando. ¿Se atreverían PSOE y Vox a firmar una moción de censura conjunta? Obviamente, no.
Todavía existe una cuarta salida del laberinto. El actual equipo de Gobierno ya está funcionando desde el 1 de enero con la prórroga del último presupuesto aprobado por el tripartito bajo el mandato de Olegario Ramón. Y podría seguir prorrogándolo incluso durante cuatro años si quisiera. Ya lo decía Gloria Fernández Merayo, no pasa nada por prorrogar indefinidamente el presupuesto. Pero sin duda esa no es alternativa para dos formaciones que prometieron medidas y actuaciones que no tienen cabida en ese corsé. Y tampoco resolverían los problemas con Vox, abocando a Morala a negociar con ellos o con el PSOE cada cuestión importante que quisiera llevar a pleno.