[LA PIMPINELA ESCARLATA] Qué jodida es la irrelevancia
EDUARDO FERNÁNDEZ | Ya me disculparán los puristas de la expresión depurada semejante afirmación para comenzar. Es recuerdo de una frase que me dijo hace décadas en mi comienzo en política uno de aquellos viejos centristas puros que campaban en la política provincial. Su tesis era simple: en política se puede mandar estilo Dominado de Diocleciano, se puede ser conocido por montar pollos enormes en la oposición, se puede hacer demagogia, a poder ser para que te llamen guapo guapo y guapo estilo trianero pero en cuenta de red pública, se pueden hacer plenos protesta en la calle y se puede ser el malo de la película, pero lo que no conviene en modo alguno es ser irrelevante. En palabras de aquel sabio empírico del caciqueo, qué jodida es la irrelevancia.
Ahora bien, pasemos de la frase denuncia demoledora a la ejemplificación de tan resbaladizo concepto politológico en la escena ponferradina. Recordarán que hace unas semanas comentaba que uno de esos aspirantes a mando intermedio de Vox alardeaba del botón nuclear de la aprobación de los presupuestos en Ponferrada. Uno que ni vio Oppenheimer ni entiende de política, todo a la vez en todas partes. Pasó el pleno de presupuestos y resulta que el botón nuclear es una camiseta con eslogan. No he formado aún opinión reflexiva sobre si las camisetas ceñidas cosifican a las mujeres cuando plantean la variante de eslogan ramplón. Medito y ya les doy mi impresión. De momento lo que me impresiona es la vacuidad de semejante comportamiento y la tosca simpleza de la frase estampada. Si como decía Wittgenstein “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente” en ese grupo hay una simplonería atroz. Ya si eso otro día tendría que explicarles quién era Wittgenstein y la filosofía del lenguaje, que eso no entra en el espacio mental de una camiseta y los pobres se pierden. Todos tenemos nuestras limitaciones.
Tengo en mi familia cercana quien votó a Vox y ahora se queja de que hay más circo que ideas y más pataleta que sacar adelante proyectos que cambien algo en la ciudad. Con semejante casting de candidatos no sé qué esperaban. Ese podría ser un mal generalizado de la política actual, si no fuese porque estos alegres muchachotes (las alegres muchachotas de Vox no protestan por el vocabulario masculinizado que usamos los del patriarcado cisheteronormativo) subliman la absoluta carencia de acierto en el fondo con una ingente inoportunidad en las formas y los tiempos. Algunos de ellos deben de andar buscando el botón dichoso en la camiseta dichosa de dichosas curvas y lo que les llena de dicha es poderse regocijar en su irrelevancia en lugar de intentar romperla. De victoria en victoria hasta la inanidad electoral.
Pasó el pleno, el municipio tiene presupuestos, el equipo de gobierno dinero para sus proyectos, el botón nuclear quedó en el parto de los montes y de parida en parida hay quien piensa en montar una tiendecita para imprimir camisetas en ausencia de mejor dedicación a la representación de la ciudadanía que vota. Lo que tiene repartir carnets de patriota y condenas inquisitoriales de traidor a todos los demás es que luego la peña en la calle se queda indiferente ante semejante alarde de ingenio y no parece que sacar adelante el presupuesto municipal haya ocasionado graves inconvenientes al resto de formaciones con sus respectivas aficiones. Más bien al contrario.
Pasar de la protesta fácil en la que se dice representar las esencias patrias y tener soluciones sencillísimas para problemas complejísimo es un bagaje político que a la derecha radical le vale para manejarse en el día a día, en sus redes sociales y sus charadas con la pobre Isabel la Católica de por medio, pero demuestra sus carencias en el trabajo institucional para el que la gente -cada vez menos- les vota. No se puede ser tan canelo que le des al contrario la excusa para retirar unos presupuestos porque te quieres saltar la previsión normativa con tus propias extemporáneas enmiendas no dictaminadas hace un mes y te quedes alardeando de un botón nuclear que no es ni petardo de Las fallas como no venga acompañado de moción de censura. Parece que ya hay en Madrid un entendimiento así en algún sitio. Los que hacen gala de o aceptar comportamientos contra natura tendría que hacer gran ejercicio explicativo para semejante cosa. Mientras tanto, a ver si pasan de la camiseta al trabajo, del eslogan a alguna idea coherente, de la pataleta por el juguete perdido a los deberes que les pusieron los que, como el de mi casa, estaban esperando que vinieran para hacer cambios y no teatro. Porque si no, qué jodida será la irrelevancia. En las urnas y en los plenos.