[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Turismo sí…
UNA GATA | …pero no así. El pasado fin de semana los ciudadanos canarios han salido a la calle para denunciar las consecuencias de un modelo de desarrollo turístico que está afectando gravemente a sus formas y condiciones de vida. Desde la gentrificación que satura y despersonaliza el paisaje urbano y convierte las ciudades en inmensas galerías comerciales, hasta la presión sobre la vivienda con la proliferación de los alquileres vacacionales, ilegales en gran parte, que dificultan la entrada a personas con rentas bajas y medias que terminan malviviendo en espacios, “soluciones habitacionales” dicen ahora, carentes de los mínimos servicios y que maltratan la dignidad de las personas.
Y es verdad que el turismo aporta ya el 13% del PIB, es decir de los ingresos brutos del país; y es verdad también, que desde la España franquista del desarrollo hemos saludado con alborozo la llegada creciente de turistas a los que hemos dedicado canciones y saludos con regalo en la escalerilla del avión.
Pero también es verdad que los daños colaterales aumentan sin cesar y afectan a las formas de vida de los residentes de forma importante; además de ser un nicho de actividad sumergida que adoran los propietarios de viviendas que dedican sus propiedades a tal fin. Datos hay muchos; en Madrid, según pregonan los medios, se reconocen más de trece mil viviendas sin licencia y los expertos elevan la cifra a veinticuatro mil. Pero el fenómeno está extendido y afecta a cualquier otro territorio en que el turismo crezca con fuerza.
Cuando el Covid se personó en nuestras vidas sufrimos de lo lindo con el cerrojazo total al turismo; nuestra dependencia del mismo nos llevó a la agonía de la que solo pudimos salir con la aportación masiva de fondos europeos. Y en aquel trance, reflexionamos sobre la necesidad de diversificar nuestra economía apostando por otros sectores como el de las tecnologías avanzadas de mayor valor añadido. El ministro de consumo, sr Garzón llegó incluso a cuestionar públicamente la fortaleza del modelo de desarrollo actual, aunque fue inmediatamente censurado por propios y ajenos, como un saboteador del sistema.
Pero, no hay nada más tozudo que la realidad. Los monocultivos no son buenos porque esconden en su interior una tremenda debilidad. Y de eso entendemos bastante en El Bierzo donde hemos estado cultivando carbón, creyendo que ese mundo nunca pasaría de moda. Y sabemos también la tremenda dificultad de cambiar la cultura colectiva, levantar la cabeza y diseñar una estrategia a largo plazo. Que se lo digan a nuestros dirigentes que siguen suspirando por una alternativa que nos vuelva a colocar en manos de otro monocultivo fuerte. ¡Cómo deseamos la aparición de la Endesa de turno que nos resuelva la vida!
Hemos titulado la columna con una frase que tomamos prestada. El original, bien conocido en El Bierzo, reza: “renovables sí, pero no así”, y lo hemos hecho en la constatación de que aplica por igual al desarrollo de muchas actividades económicas cuyo valor es innegable pero que se pervierten cuando el único objetivo es la rentabilidad económica a corto plazo. El liberalismo a ultranza que se practica no aumenta la riqueza colectiva, ni su bienestar, ni su felicidad; solo contribuye a llenar las arcas de una minoría empresarial con beneficios que producen sonrojo dirigida por fondos de inversión y empresarios cuyos salarios y recompensas están más allá del límite que el común de los mortales se atrevería jamás a imaginar. La libertad de mercado, dicen…
Por si algún liberal lee la columna, nos apresuramos a decir que no deseamos soluciones “comunistas”, que coarten la iniciativa privada y etc., etc., etc…, pero sí una mayor regulación del sector, en este caso turístico. Y, en general de las actividades económicas si como está demostrado, la autorregulación de los sectores es una utopía.
Y añadiríamos a esta petición otra de mayor calado todavía: que el gobierno presente y los venideros se tomen en serio la necesidad de diversificar nuestro modelo de crecimiento girando hacia sectores de mayor valor añadido. Seguimos echando en falta un plan de país, que nos dirija a un modelo de bienestar sostenible y no varíe de forma continua en busca de agradar o resolver las percepciones que recoge la encuesta del CIS para ese trimestre.
A propósito bercianas, ¿recordáis aquella vez en la que El Bierzo tuvo un proyecto de esas características que se llamaba CIUDEN?