[LA PIMPINELA ESCARLATA] Ponferrada desde Lisboa
EDUARDO FERNÁNDEZ | Estas semanas de asueto en la pimpinela, que me tienen con un proyecto de investigación en Lisboa sobre la cultura política de la Revolución de los Claveles, han servido para decantar en la melancólica lejanía lisboeta las cosas que nos pasan en Ponferrada. Ver las noticias de allí desde un aquí que está a muchos kilómetros es percibir cuántas veces hacemos importantes temas que probablemente no pasan de nimiedades. Quizás con la única excepción de la moción de censura que ya hemos visto que se ha confirmado hace unos días. Hay que ver lo que enreda el personal desde la oposición y lo entretenidos que nos tienen para llenar noticias que de antemano sabemos que nunca se confirmarán.
Lo más importante es que viene uno al cabo de unas semanas y se encuentra lo que es una constante vital en la ciudad, y es que las baldosas escupen cuando yo las piso, no sé si es una cuestión de animadversión personal, inquina política de unas baldosas que son muy suyas y en la zona en la que yo vivo más bien rojizas, o un simple efecto físico del peso tipo mamut que yo gasto, pero si me quejaba antes, me sigo quejando ahora. Tal vez esto sea por darle una constante a mi vida en medio de tanto viaje y tanto cambio de escenario, de calles, de acentos y de pastelerías.
Me he encontrado en esta estancia docente con un profesor de Oporto que ha resultado un excelente conocedor del Bierzo y me ha preguntado cómo están de avanzadas todas las fábricas que se iban a poner cuando se cerró la térmica, que es la última referencia que él tenía de su más reciente visita aquí. Ya se pueden imaginar que le he dicho que no sabemos qué hacer con tanta oferta de trabajo y tanta instalación nueva como tenemos.
Ver las cosas de Ponferrada desde Lisboa te deja un regusto, como a revisitar una y otra vez momentos de una vida pasada, lo cual va muy bien con el decadente ambiente de algunos barrios lisboetas, pero que más que dèjá vu es pesadilla. Vuelvo a ver coletazos del mundial de ciclismo, que son como coletazos de un dinosaurio redivivo que vuelve del Jurásico para pegarnos un mordisco de varios millones de euros con el que acompasar el previsible mordisco de la Zona de Bajas Emisiones. Esto no es una paramnesia, es un coñazo, aunque suene con música de fado y me lo envuelvan en saudade da minha terra. No sé si hay una derechita inconsistente, pero a todas luces existe una derechona que, si ya nos había demostrado con sus barullos de los presupuestos tanta inexperiencia como incompetencia e ignorancia del procedimiento, se echa en brazos del Partido Socialista porque no ven más allá de un afán de revancha difícilmente conciliable con lo que los ciudadanos, los negocios, los profesionales y los comercios de Ponferrada necesitamos, que es aprobar definitivamente una Zona de Bajas Emisiones que no interfiera en la actividad económica, ni tenga impacto en las cuentas públicas del Ayuntamiento, habida cuenta de la verdadera situación de la contaminación en Ponferrada. Parece que están más contaminados algunos concejales que casi todas nuestras calles y yo me lo voy a pasar muy bien viendo el seguidismo que de los socialistas se hace en Vox, porque en realidad eso es simple y llanamente lo que sucede. Va a dar para que nos entretengamos en varios plenos más a lo largo de lo que falta del mandato.
Lo de la derecha radical y populista se está generalizando, como he tenido oportunidad de ver en las elecciones portuguesas con Chega, que es un Vox con más cabeza y mejores formas. Ya saben ustedes que como académicamente me dedico a la historia del pensamiento político, soy refractario a aceptar que estos sean la ultraderecha o la extrema derecha, pero verlos de la manita de Le Pen hace replantearse un montón de cosas. Mientras tanto, a veces con toda la inconsistencia que pueden, en Ponferrada muestran que no parecen haber sido elegidos por su finura intelectual para analizar las necesidades de la ciudad, ni siquiera por sus razonamientos de trazo grueso, porque esa expresión alude a un razonamiento que no se observa cuando salen a colgarse medallas que sólo ellos consideran positivas. No es verdad que no habrá ZBE en Ponferrada, diga lo que diga Vox, porque es un mandato europeo. La habrá y lo que hay que decidir es cómo nos afecta, ante lo que ellos no tienen ni idea, ni propuesta, ni alternativa real que pueda aplicarse, razón por la que en el súmmum de la inconsistencia afirman “eliminar las políticas socialistas de Ponferrada” precisamente votando con los socialistas, que es lo que han hecho en el pleno.
Me falta por descubrir si los de Vox de Ponferrada entre la mafia y el Estado prefieren a la mafia, si cuando van a los actos religiosos creen que el papa es el representante del maligno en la tierra, si creen que la venta de órganos es un mercado más y si los manteros que no pagan impuestos son simples competidores de los comerciantes a los que fríen a tributos como afirma su nuevo gurú internacional. Los conservadores clásicos que preferimos la existencia del Estado a la de las mafias, que creemos que comprar órganos de personas es un crimen, que preferimos la tradición pontificia a la sharia y que no se puede tolerar la competencia ilegal a los comerciantes por quienes no pagan impuestos, no necesitamos lecciones de los que votan con los socialistas. Ni en Ponferrada ni en Lisboa.