[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] ¿Nos lo merecemos?
LAS GATAS | Hace tiempo que la Política, en lugar de resolver problemas, se dedica a trasladar tensiones más o menos justificadas, a la sociedad. El penúltimo episodio nos brindó un presidente del gobierno que decidió meditar unos días sobre los costes de mantener su cargo, pagando el precio de soportar la dura estrategia de polarización que están siguiendo los partidos de derechas en su búsqueda de obtener el poder a cualquier precio.
Antes habíamos asistido a meses de “escrache” frente a la vivienda de la ministra Irene Montero y el vicepresidente Pablo Iglesias, o el acoso al partido político Podemos, con acusaciones y procedimientos judiciales que han quedado en nada, pero han servido para destruir su imagen reputacional con la multiplicación de bulos y falsedades en redes sociales y plataformas de comunicación.
Y el último -por ahora-, la invitación del pasado fin de semana al presidente de Argentina para presentar un libro y acudir a un acto de la extrema derecha, donde los cuates locales, desbocados y en su salsa, han «calentado la parrilla» para realizar unas declaraciones impensables en un presidente de un país, que han evidenciado que todo vale en esta estrategia de la confrontación para trasladar esa tensión a la sociedad, aunque con ello se ponga en juego las relaciones diplomáticas entre dos países.
El único objetivo que se persigue con el ruido mediático, es generar la duda sobre la integridad del adversario entre parte de un electorado que acepta lo que le dicen sin pararse demasiado a filtrar lo que le cuentan.
Pero, en el colmo del cinismo, venden esa tensión generada artificialmente como “trabajo de oposición» ignorando los procedimientos establecidos en la Constitución; procedimientos que conocen perfectamente y que por cierto, se saltan allí donde gobiernan. En Madrid, por ejemplo, entregando informes de obra como si fueran los «expedientes X«.
Y las tensiones no vienen solo de la política; recientemente hemos seguido en los medios de comunicación la contribución del ámbito judicial, tomando decisiones cuando menos discutibles, dando crédito a bulos y falsedades, declarados como tal por el mismo denunciante. Caso del autodenominado sindicato «Manos Limpias» contra la mujer del Presidente del Gobierno. Imaginen que se hubiese tenido la misma atención con la señora Ana Botella, esposa del expresidente Aznar, en su labor como alcaldesa de Madrid.
Se ha degradado el ejercicio de la Política hasta el nivel de conseguir que todo aquel que no tenga muy desarrollada su necesidad de aportar al bien común, simplemente se retire, dejando las candidaturas plagadas de personal más interesado en solventar el problema propio, que de técnicos o profesionales que realmente aporten elementos de calidad en el desarrollo de la responsabilidad que ocupen.
Y, ¿quién tiene la culpa?. Sin dar muchas vueltas nos encontramos con los partidos políticos; esos “entes privados de base asociativa” que son el ladrillo fundamental de una democracia representativa como la nuestra. Los partidos tienen su propia forma de organizarse y elegir a quienes presentan a las distintas convocatorias electorales, para llevar adelante las propuestas o los objetivos políticos que tengan para una administración en concreto. Todo esto bajo el control de una norma o ley que definen los propios partidos: la Ley de Partidos. Ya van unos cuantos años de la aprobación original y se han hecho algunas modificaciones, pero estas “actualizaciones” que se citan en su preámbulo, no han sido hechas pensando en la mejora de las competencias en la representatividad, ni siquiera en dar más responsabilidades a los partidos a la hora de ofrecer una u otra candidatura; han estado ligadas más con el control del cumplimiento de algunos principios democráticos o al control de la “marca”. De esta manera, nos podemos encontrar situaciones en las que existan varias sentencias condenatorias concurrentes sobre un partido político -que afecta a una parte importante de su estructura orgánica nacional, a estructuras regionales del partido y con varios de sus principales cargos públicos incluidos- donde la cadena de delitos incluyen: asociación ilícita, fraude a la administración pública, cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación, prevaricación, blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda pública, tráfico de influencias, apropiación indebida, exacciones ilegales o estafa procesal intentada y sin embargo esa «marca» siga siendo referencia electoral sin más mancha que las citas o chascarrillos que le hagan el resto de representantes y a los que siempre se les contestará con el “tu más”. Nos vale el Partido Popular para el ejemplo.
Y esto nos lleva a acercarnos al proceso de selección de los candidatos. En pocos años hemos pasado de ver cómo buscaban, entre referentes sociales, quien podría ser el o la mejor candidato o candidata, a esperar que alguien levante la mano para puestos poco apetecibles o se aproxime a quien controla el partido para cargos más agradecidos. Podría aceptarse esto último, si a quien finalmente se escoge tiene competencias o apoyo suficiente a la hora de llevar adelante su trabajo, pero la realidad tozuda nos demuestra que nos sobran ejemplos de lo que “no debería de ser “y hay pocos para decir “chapeau”.
Hagamos un ejercicio en nuestra comarca: para cualquier pueblo del Bierzo tenemos varias administraciones, cada una con sus propias competencias: desde las sencillas juntas vecinales hasta el parlamento europeo, pasando por ayuntamiento, consejo comarcal, diputación, autonomía y gobierno central, y ahora señalen alguna institución que con las aportaciones de sus nuevos responsables políticos mejoren significativamente la vida de quienes habitamos el territorio. Alguna se puede reseñar, pero en general, nos encontramos gestiones continuistas que salen más del trabajo del funcionariado y el protocolo propio de esa administración que del esfuerzo del político responsable.
Pero no es solo responsabilidad de los elegidos: busquen en los programas electorales (no solo los incumplimientos o cumplimientos), ¿Cuántos de ellos muestran un plan de futuro para su territorio?. La mayoría de las propuestas, en el mejor de los casos, se limitan a sobar la necesidad de resolver alguna necesidad concreta. Hasta el punto de haber visto las mismas presentaciones de programa para 17 autonomías o un programa en blanco para la Comunidad de Madrid. Lo hemos pedido en otras ocasiones: nos gustaría ver una opción política que presente un plan razonable y realizable.
Resumamos: no hay responsabilidades «de partido» sobre las actuaciones ilegales de la organización, ni sobre las actuaciones ilícitas de los representantes que han elegido, tampoco hay control efectivo del trabajo de quienes tienen obligaciones de gobierno bajo su «etiqueta». Pero, lo que es mucho peor, están adulterando las reglas de la convivencia social, hasta el punto de que las que tratamos de ser racionales, evitemos en los eventos familiares hablar de política, aunque sepamos que no todos son iguales.
Y, sinceramente bercianas, no nos merecen los políticos que tenemos.