[LA OVEJA NEGRA] Diez años después
GERMÁN VALCÁRCEL | El pasado día 29 de mayo se cumplió una década de la impartición de una conferencia en Ponferrada por parte del profesor Carlos Taibo, a la que asistieron más de doscientas personas (eran los tiempos post 15M, en los que muchos creyeron, una creencia sin mayor fundamento, que se podía tumbar el corrupto Régimen del 78, desde dentro) y cuyo título fue Decrecimiento y crisis. Desde entonces han pasado por el Bierzo casi todas las personas más conocidas defensoras de las tesis decrecentistas, desde investigadores a científicos sociales, pasando por filósofos, personas tan reconocidas como Antonio Turiel, Antonio Aretxabala, Jorge Riechmann, Adrián Almazán, el propio Carlos Taibo tres o cuatro veces más, y algún otro que ahora mismo no recuerdo.
Aunque actualmente las tesis decrecentista son ampliamente conocidas, siendo sincero la presencia de estas personas en la comarca berciana no ha servido para mucho: las elites políticas, empresariales y sociales, la sociedad berciana en general es bastante refractaria a cualquier forma de pensamiento crítico que pueda cuestionar los paradigmas y el statu quo vigente. Nada sorprendente para quien conozca cómo funciona está cerrada y caciquil sociedad. Sí resulta asombroso, o no tanto, que para la Universidad y los “culturetas” locales todos estos actos hayan pasado, prácticamente, desapercibidos (sin embargo, ahí tienen a la UNED de Tudela programando, para el próximo 26 de junio, un curso de verano, impartido por el propio Taibo, bajo el título Crisis ecológica, decrecimiento y colapso) y, lo peor, que una parte del movimiento ecologista local haya tratado de ningunearlos y silenciarlos, cuando no hacer llamamientos al boicot.
En esta pérdida esquina de la península Ibérica, las autoridades académicas, el pequeño y mezquino “mundillo cultural” y los clientelistas movimientos sociales se han instalado en la reproducción acrítica de la cultura dominante, incapaces de estar a la altura del ciclo histórico que vivimos.
El objetivo de la presencia de estos investigadores y científicos no ha sido otro que el de intentar asomarnos al abismo al que nos enfrentamos, si no ponemos soluciones; poder enfrentarnos, con todos los instrumentos intelectuales posibles, al escenario al que se ven abocadas nuestras sociedades y elevar la discusión sociopolítico un poco más allá del cutre, estéril y narcisista debate político que se da en la comarca berciana. Una geografía con enormes posibilidades para situarse, en condiciones óptimas, en el escenario poscolapso.
En este escenario, el comercio mundializado, el capitalismo global son imposibles. Como tampoco es viable el crecimiento económico continuado, y sin crecimiento, es inviable el mantenimiento de la sobredimensión financiera actual. Además, EE. UU. caerá como potencia hegemónica, al disponer de cada vez menos energía para sostener su enorme complejo militar. Pero no nos engañemos, el final del capitalismo global no es lo mismo que el final del capitalismo. El probable escenario futuro es la emergencia de distintas potencias regionales que, en guerra entre sí por los recursos, se estructurarán de forma crecientemente autoritaria y despótica. El triunfo y crecimiento de las extremas derechas viene dado porque ellos sí manejan este marco.
En consecuencia nos encontramos con dos posibles escenarios: uno caracterizado por el colapso caótico y brutal del sálvese quien pueda, el otro por un decrecimiento justo y sostenible. El primero será, probablemente, más factible que el segundo, al menos a corto plazo.
La quiebra del capitalismo global es el primer paso del largo colapso hacia el que camina de forma irreversible la Civilización Industrial
Diez años después de la conferencia de Taibo en Ponferrada, podemos afirmar que el colapso ya está teniendo lugar, al menos en las zonas del planeta que menos han hecho para provocarlo y sobre las que raramente informan los medios de comunicación occidentales. El movimiento decrecentista tiene, precisamente, como uno de sus objetivos la solidaridad con el sur global, lo cual requiere la descolonización y las reparaciones. Algo de lo que los defensores de la Creen New Deal no quieren oír ni hablar. Mientras esto no se aborde, no se estará llegando al fondo del asunto. Por este motivo, hace tiempo que sostengo que los genuinamente ecofascistas son los defensores de la Green New Deal, la extrema derecha y la derecha neoliberal no se les puede calificar así porque niegan, tanto la crisis climática, como el Peak Oil, la falta de materiales o la imposibilidad del crecimiento perpetuo, son, eso sí, profundamente antropocéntricos, reaccionarios, nacionalistas, autoritarios que defienden una forma de jerarquía y darwinistas sociales. Un proyecto político incompatible, tanto con la democracia como con la sociedad humana.
El inicio del fin de la energía fósil, los límites de los recursos materiales y el cambio climático están en el origen y corazón de esta crisis, que nos está llevando a una ruptura histórica total. La quiebra del capitalismo global, iniciada durante esta última época, es el primer paso del largo colapso hacia el que camina de forma irreversible la Civilización Industrial, y seguramente durará al menos lo que queda de siglo. Tal vez incluso menos, ya que las diferentes crisis se están acelerando y agudizando.
La historia del capitalismo es la del constante añadido de distintas fuentes energéticas y del consumo creciente. Pero esto llega a su fin, ya que hemos atravesado el momento de máxima extracción del petróleo, al que seguirá el del gas y el del carbón. Esto disparará los precios y quebrará el business as usual. Sin fuentes energéticas baratas y abundantes; las mal llamadas energías renovables no podrán sustituir a los combustibles fósiles, ni una mayor innovación tecnológica podrá solucionar los crecientes problemas, al contrario, los agudizará, como ya estamos viendo, ¿Por qué no tenemos las mismas ansias de imaginar también una mayor innovación social?, la falta de imaginación nos obliga a quedarnos en el capitalismo, dando por sentado que es la única opción.
Nos quieren hacer creer que podemos innovar en casi todos los frentes, menos en uno. Al menos déjennos imaginar que hay la posibilidad de que existan otras respuestas ante la situación a la que se enfrenta la humanidad. Pero, será necesario que tengamos la determinación de preguntar y buscar fuera de los paradigmas vigentes. No se trata de hacer especulaciones bien intencionadas, sino de poder pensar y aceptar que lo que ocurre en la actualidad es el resultado de lo que hemos hecho los últimos 10.000 años. Será la única forma de construir otro mundo.
Nos encontramos ante la última oportunidad de aprender de nuestra vulnerabilidad colectiva, para formular y hacer realidad otro mundo posible, mediante una concepción más igualitaria y realmente más sostenible. Debemos emprender rápidamente acciones que transciendan las capacidades de la política normal. Rebelarnos ante la destrucción y la muerte.
Estoy profundamente convencido de que, como sostenía la intelectual, crítica y feminista escritora americana Adrienne Rich, “Debo unirme a aquellos que a lo largo de los tiempos, perversamente, sin ningún poder extraordinario, reconstituyen el mundo”
PD. Comienza el verano y esta columna dejará de ser semanal, para pasar a ser quincenal. Pasen un buen verano.