[EL PROTECTORADO] ‘Delenda est el Bierzo’ (el Bierzo debe ser destruido)
AL RAISULI | La conocida sentencia de Catón el Viejo, Carthago delenda est, que repetía obsesiva e insistentemente, incluso a modo de conclusión en discursos de otra temática, acabó teniendo efectividad pues Escipión Emiliano, nieto Escipión el africano, arrasó la ciudad y la población superviviente fue vendida como esclava quedando reducida a una provincia romana.
No le adjudico a ningún mandarín mesetario la categoría para alumbrar una frase tan acertada. En cambio sí les adjudico a todos ellos la asunción del espíritu que destilla esa frase histórica cuando piensan, deciden o actúan sobre el Bierzo. Dicho en lenguaje entendible: todos ellos participan de la fobia militante y el deseo indisimulado de que el Bierzo sea o permanezca destruido.
Si alguien es capaz, desde la transición hasta la actualidad, de indicar con rigor una actuación, una iniciativa, un proyecto o una medida cuyo objetivo fuera dotar o potenciar el presente y el futuro del Bierzo y sus gentes, que lo señale y lo cuente. Nada, absolutamente nada, se ha hecho de positivo en último medio siglo que merezca ser considerado un hito determinante para el porvenir.
Y si alguien tiene la tentación de engañarse con palomitas preñadas como el Consejo Comarcal de Bierzo o la Ciuden, al cabo dos frustraciones devenidas en mamaderos, es mejor que se lo haga mirar. Han hecho del Bierzo con su abulia, inquina y falta de compromiso, un gran tanatorio aislado que solo es el preludio del macro cementerio, asediado de desguaces, en que nos van a convertir.
No hay justificación y menos perdón. Me da pereza referir cada una de las puñaladas que han trasformado esta tierra encantada en un pozo de frustración; me da asco dar nombres y apellidos con sueldos jugosos de los que nos han dedicado la hostilidad suprema que es silbar y mirar para otro lado mientras se consuma la desgracia.
Estaba escrito lo que se nos venía encima cuando aún los días de rosas y vino engatusaban al personal y forraban a trincones y lameculos; estaba cantado cuando los de afuera, esos que nada hacen pero que escogieron a los dueños del corral para tener el gallinero a su merced; era de cajón lo que iba a pasar cuando nos dejaron en manos de tres delincuentes convictos: uno político, uno minero y otro mediático.
Y lo que tenía que pasar, pasó. El Bierzo delenda est, a punto de caramelo para su definitiva destrucción.