[OBITUARIO] José Luis Martínez Parra, heredero de un imperio en quiebra
A José Luis Martínez Parra, llamado a heredar el imperio levantado por su padre –el antaño todopoderoso empresario José Martínez Núñez–, le tocó a la hora de la verdad el desagradable papel de gestionar los restos del naufragio y comerse los marrones cocinados a fuego lento durante años por un grupo que según las sentencias judiciales no se andaba por las ramas con tal de conseguir sus propósitos.
Con su padre fuera de juego, primero por una enfermedad que le arrebató la memoria y más tarde por su fallecimiento hace ahora 9 años (curiosamente un 10 de agosto), José Luis tuvo que enfrentarse a varios procesos judiciales que finalmente dieron con sus huesos en la cárcel. El más sonado de todos ellos se refería a la visita del papa Benedicto XVI a Valencia y le costó una condena a más de 11 de años de prisión que comenzó a cumplir hasta que fue excarcelado debido a la enfermedad terminal que padecía.
En algunos de los procedimientos de la trama Gürtel se sentó en el banquillo cerca de José Luis Ulibarri, propietario del grupo empresarial que era la némesis del presidido por su padre. Ulibarri también cosechó sentencias condenatorias, pero su paso por la cárcel fue mucho más efímero. Sus pactos con la fiscalía le libraron de males mayores. En cambio, el hijo de don José no escuchó a quienes le aconsejaban cantar (al fin y al cabo había sido siempre un fiel ejecutor de las órdenes de su padre, al que no sin razón apodaron El Padrino) y prefirió asumir su destino.
José Luis Martínez Parra ha fallecido a los 67 años en Madrid, donde permanecía ingresado para un cambio de tratamiento en la dolencia que padecía. Casi el mismo día que su padre nueve años atrás. La capilla ardiente quedará instalada a partir de las siete de esta tarde en el nuevo tanatorio de la avenida Milán y el funeral se oficiará el martes a las 17 horas en la basílica de la Encina.
Sus restos mortales reposarán en el llamativo panteón familiar que el patriarca de la saga se hizo construir a la entrada del cementerio de Ponferrada, ciudad a la que según cuenta la leyenda llegó sin más capital que una bicicleta para edificar un imperio que pasó de la gloria a la quiebra en apenas dos generaciones. Como diría el poeta, fin de una aristocracia.