[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Aquí cabemos todos
UN GATO | Pues la vuelta del verano nos encontró discutiendo sobre el mismo tema, una circunstancia cuyo problema es no haber encontrado una lógica para solucionarlo y en el que encuentra una pesca sencilla la ultraderecha, con un discurso simplón, irracional y contradictorio: la inmigración.
Cualquiera que salga a dar un paseo por nuestra comarca no tardará nada en descubrir que tenemos dos problemas gravísimos y de los que se habla entre poco y nada: el envejecimiento y el despoblamiento. Y llevamos muchos años recibiendo pistas serias; Hace ya casi 20 años que invertimos la pirámide de población en la comarca y aún no habían cerrado centrales y minas. La edad media de la población lleva ya muchos años por encima de los 45. Nuestra provincia tiene más personas recibiendo pensiones que profesionales con una nómina por su actividad. En Ponferrada desciende el precio de los alquileres de pisos algo más de un 10%,…
Y todas ellas pueden parecer muy poca cosa cuando empezamos a contar el número de unidades escolares cerradas en los últimos 20 años. Demográficamente, podría parecer que somos un ejemplo perfecto de eso que algunos llaman «decrecimiento», pero en realidad vivimos desde hace décadas en una tendencia imparable hacia la extinción, sin que nadie con responsabilidades parezca ocuparse de ello, Y si ese alguien existe, debería hacerse a un lado y dejar paso a otros más eficaces.
Este declive tiene consecuencias claras a la hora de recibir servicios, no solo públicos que se fijan por ratios de población, también afecta a servicios privados: traten de buscar servicios profesionales que presenten un inicio de los mismos en un tiempo razonable. En las poblaciones mayores se pueden necesitar un buen número de llamadas, pero en muchos pueblos va a ser casi imposible encontrar a nadie que no retrase el comienzo meses o incluso un año para instalar un grifo, poner dos azulejos o pintar un techo. A nivel general también sucede lo mismo; podemos poner el ejemplo de alguna de las «brillantes» actuaciones del Instituto para la Transición Justa, vendidas a bombo y platillo por sus ideólogos, y que han tenido que buscar trabajadores fuera de la comarca, e incluso de la provincia, por la falta de personal, incluso de baja especialización.
Imaginarán cómo pesan estos problemas cuando una empresa media o grande piensa en implantarse en la zona. La cacareada falta de infraestructuras de comunicación o transporte ha pasado a un segundo plano, menos para los políticos que elegimos, que mantienen la misma retahíla (raro será que no vaya algo de eso en el discurso del día de la Encina). Bien pensado, vamos a rectificar el orden de la problemática, el demográfico es el segundo problema, el primero siguen siendo los políticos y las políticas provinciales, comarcales y municipales, útiles solo para presumir de barriga cortando cintas de vueltas ciclistas o saludando el día desde las redes sociales.
Disculpen la derivada, retomando el tema, tenemos claro que no se han sabido implementar medidas que procurasen la mejora en la natalidad, tampoco se están trabajando actualmente ni se encuentran en el programa de actuación (serio) de ninguna fuerza política. Lo que sí parece es que existe cierta conciencia en la necesidad de generar empleo para poder incorporar jóvenes que acudan a cubrir esos puestos. La demanda actual tiene mucha relación con puestos de poca complejidad técnica y/o actividad física media o alta. No hablamos solo de la oferta en el campo, también el empleo que se ofrece de nueva generación. No crean que en la construcción de la central hidroeléctrica reversible, los «campos» de paneles solares o el reciclado de palas de generación eólica o baterías van a necesitar ingenieros o grandes salarios. Va a ser SMI, 40 horas/semana y tirar de herramientas más o menos pesadas, ¿cuantas personas que cubran esos perfiles nos quedan en El Bierzo o van a venir desde las grandes ciudades a ocuparlos?. Decía J. Lazurtegui que El Bierzo tiene la extensión de una provincia y media como Vizcaya; pues recordemos que también tenemos un millón de habitantes menos.
Podemos seguir languideciendo, comentando en bares y comidas familiares la falta de personal para «tirar cestos», recoger manzana o pera (no es culpa de las inspecciones de Trabajo, no se líen), esperando que llegue el día 10 de cada mes para recibir la pensión de turno, y echar de menos esos patios de colegio llenos de niños. O podemos hablar seriamente de que el futuro tiene que pasar por invitar a aquellos que huyen, de lugares incompatibles con la vida, a que nos acompañen en el viaje, incorporarlos a nuestros pueblos y ayudarnos mutuamente, como ya hicimos en el pasado con nacionales y extranjeros. Y sobre todo: entender que aquí SÍ cabemos todos.
Disfruten de las fiestas de la Encina, que el día 10 toca volver a buscar futuro.