[EL PROTECTORADO] No, señor Morala, estas no han sido las mejores fiestas de la Encina de la historia
AL RAISULI | La historia es muy larga y usted relativamente joven como para constituirse en juez y parte de una afirmación como mínimo innecesariamente triunfalista. Incluso acotando la historia a los tiempos de las Corporaciones Democráticas en el Ayuntamiento de Ponferrada, su opinión peca de rigor y por tanto es injusta. Ojala que la claridad con que me expreso y la estima que le tengo sirvan para hacerle reconocer que esta vez se ha pasado usted diez pueblos.
Las mejores fiestas de la Encina sin duda de la historia de Ponferrada fueron las 1.979, siendo el concejal delegado de las mismas Javier Otero Vales; por cierto, personaje fallecido el pasado 26 de Agosto sin que el Ayuntamiento de Ponferrada asistiera a sus honras fúnebres, ni enviara unas flores, ni tuviera un recuerdo expreso para uno de sus ciudadanos más populares y queridos del último medio siglo.
Una cosa es contratar orquestas, charangas y pasacalles o abundar en lo manido con un presupuesto holgado, y otra hacer unas fiestas en las que se vea identificado un pueblo. Y esto es lo que se hizo en 1.979 con un programa que revolucionó el tedio festivo heredado del franquismo. Se hizo con un exiguo presupuesto de 2.500.000 Pesetas de las cuales el hábil José Carretero, al frente de los sociatas dedicados a poner el palo en la rueda, descontó el déficit del año anterior cortando el presupuesto efectivo a la mitad.
Las elecciones se habían celebrado en el mes de Abril de ese año y en Septiembre del mismo se celebraron unas fiestas que dejaron a los ciudadanos asombrados, a los visitantes admirados y a los adversarios políticos desencajados por su éxito. Buena prueba, usted lo tiene a mano, es el unánime reconocimiento de todos los grupos en el Pleno Municipal de dación de cuentas en las que el superávit multiplicó con mucho al presupuesto.
¿Cómo se logró aquello en menos de tres meses? Pues muy fácil, trabajando toda la comisión de fiestas como mulas y sin cobrar un duro. Le diré más, todos los miembros de la misma sin excepción y sus familiares y amigos pagaron religiosamente sus entradas a los actos de cobro como Las Noches de la Encina que se celebraron por primera vez. Aquellas fiestas fueron un reto y se pasaron con matrícula de honor y el expediente inmaculado.
Pero fueron ante todo la explosión de nuestra identidad embridada por la dictadura y temida por los partidos emergentes, la que se tuvieron que tragar con la eclosión del bercianismo y la consolidación de la bandera blanquiazul. Nada escenificó mejor aquel frenesí que el desfile de carrozas de temática popular berciana; un concurso entre pueblos e instituciones que ganó Cacabelos en olor de multitudes entre una quincena de recreaciones a cada cual más entrañable e ingeniosa.
Probablemente haya sido el acto más concurrido, participativo y admirado de todas, ahora sí, las fiestas de la historia de Ponferrada; pero no solo fue eso: estábamos en los albores de la transición y había que destronar a la Reina de las Fiestas que siempre era una niña rica del centro, y se eligieron por los barrios a sus Pimenteras hasta que el invento sustitutorio no superó el imperativo de los tiempos.
Cabe reseñar también la celebración de la Primera Exposición Agrícola y Ganadera, también un gran éxito y cuyas casetas y medios adquiridos ese año pasaron a engrosar los activos municipales que se emplearon en los años siguientes. El Programa de Fiestas se denominó por primera vez Fiestas del Bierzo y ese espíritu cuajó hondo hasta que lo descafeinaron deliberadamente; no estaría de más volver a recuperarlo.
Ya sé que usted entonces solo era un niño de ocho años, pero eso no es óbice para que el acervo festivo municipal sea ignorado por su alcalde con una afirmación, valga la redundancia, tan desinformada. En cambio lo que de verdad me ha gustado es su intervención institucional en los actos oficiales del día del Bierzo; lo he escuchado un par de veces y por su construcción y fondo no es comparable a la insufrible cantinela reiterativa de los otros intervinientes.
He tomado buena nota línea por línea del contenido; esperemos que sea consecuente con lo expresado y no tenga la tentación de confundirse al final del mandato, arrogándoselo como el mejor de la historia municipal mientras Ponferrada continúa hundiéndose. No quiero acabar sin un recuerdo a quienes de verdad hicieron las MEJORES FIESTAS DE LA HISTORIA DE PONFERRADA con la concejalía de Javier Otero: Lorenzo García, José Luis Corral, Amaro Albito, Moisés González, José Luis Derby, Andrés Llanos, Julio Brindis, Luis Penalba y un servidor al que le tocó fusionar el show business con el bercianismo.