[PAJARITOS Y PAJARRACOS] Cantata de Santa María de Compostilla
XAN DAS VERDADES | “Señoras y señores venimos a contar aquello que la historia no quiere recordar…”, así comienza la sobrecogedora Cantata de Santa María de Iquique de Luis Advis, narrada por Héctor Duvauchelle y cantada por Quilapayún.
La cantata de Santa María de Compostilla no es la crónica de una explotación inhumana rematada con una represión sangrienta. Es la crónica de una canallada sin perdón, ejecutada con arteras mañas políticas y mercantiles, y contada por este modesto relator.
Mañas de las que hoy echa mano Endesa para dejar tiradas a unas gentes que siempre le ha sido leales y con ellas a su propia tierra natal. Respuesta muy propia del capitalismo más salvaje, pero totalmente impropia de su dueño de hecho y último beneficiario: un estado europeo, cuyo texto constitucional declara en su primer artículo: Italia es una república democrática fundada en el Trabajo.
Alivia conocer el hermoso enunciado, solo hasta caer en que tan dignas palabras van menos con nosotros que la tarantela. Al hilo de ese título constitucional surge la gran pregunta: ¿esa proclama es extensiva en su espíritu a una nación comunitaria y aliada o con ella rigen otros principios más coloniales? ¿Acaso habrá que buscar la respuesta en Abisinia? El maltrato dado, en nuestra propia nación por la filial de su empresa pública Enel, emula al dispensado a las colonias sin emancipar por parte de potencias esquilmadoras.
Algo que habla muy mal del empresario que manda en el cotarro: el gobierno italiano. Un patrón que no se corta en comportarse, fuera de su casa, como un auténtico gamberro social.
No nos equivoquemos, a nosotros no nos deja en la estacada una entidad mercantil cualquiera; nos castiga un propietario de excepción, el estado italiano, que no tuvo el menor empacho en tomar el control de una empresa estratégica privatizada por un país amigo.
En esa tremenda frivolidad, consentida por uno de los dos estados en detrimento de su propia soberanía, está el origen de los males que ahora machacan a las gentes de unos lugares muy señalados. Esa doctrina exprimidora, que crea falsas burbujas de prosperidad mientras arrampla con todo, debería estar muy controlada. No puede ser que el bienestar conquistado por toda una comunidad, esté al pairo de los intereses bastardos de empresas insolidarias.
No hay que culpabilizar a Endesa del cese de una actividad condenada a desaparecer. Esa no es la cuestión. Se trata de incidir en el desamparo en que incurre, al decidir poner los pies en polvorosa pasando de los problemas que tal proceder crea. Una total falta de empatía y compromiso que tratan de maquillar con una propuesta tramposa, sin que ello represente dar un solo euro para remediar el desastre que dejan con su huída por la puerta trasera
Contrasta con las posturas en defensa del agravio por parte de diversos actores y colectivos sociales, la de algunas instituciones que en cierta forma avalan y hacen la ola a la mofa descarada de Endesa; es especialmente dolorosa la de la Universidad de León, que se ha prestada a dar cobertura a un placebo sin efectividad alguna, tan pretencioso en su medida banalidad como corto de miras y soluciones.
Por qué será que todos los pillos ventajistas siempre encuentran instancias de prestigio o postín para que echen agua bendita a sus barrabasadas. Endesa quiere irse gratis total, que es lo mismo que han hecho con esta tierra todos los listos que hemos padecido. Lo grave es que de los otros esperábamos esa espantada vergonzosa pero de Endesa no.
Aún con la desaparición de la minería del carbón y de la generación térmica asociada, confiábamos que Endesa permanecería aquí, reinventándose con otras de las actividades alternativas de un sector en contante innovación. Craso error.
Todo se jodió el día que un insensato la tomó como moneda de cambio para sus frívolas componendas electorales
No es el final que merecía el dilatado romance entre una empresa nacional de bandera con su territorio natal del que se sentía una parte indisoluble. Esta no solo es la historia de una actividad caduca condenada a desaparecer por el agotamiento de su utilidad, también es la plasmación de un apaño infame sin grandeza y sin escrúpulos.
Demos por supuesto que una sociedad mercantil tiene como principal fin reportar beneficio a sus accionistas, y aceptemos la inevitable obsolescencia de la generación térmica con combustibles sólidos; hasta ahí hay poco o nada que objetar. Son argumentos potentes y suficientes para urgir al Bierzo a un cambio de su tradicional modelo socio- cultural y económico, pero en ningún caso tienen esas razones peso moral para convertirse en coartada de la liquidación del bienestar ganado de manera ejemplar.
Hemos puesto mucho en esa empresa: a nuestra naturaleza virgen después alterada con las obras hidráulicas, contaminación de la combustión térmica, y extracciones y depósitos mineros; la productividad de nuestros trabajadores, la profesionalidad de los cuadros y el arrope general de todos los paisanos. Una contribución decisiva, tanto como la del propio capital, para hacer realidad lo que fue: la empresa eléctrica más eficiente del mundo. Una espléndida multinacional con raíces que, sin un cambio en la propiedad, nunca habría dejado tirada a su tierra originaria.
Todo se jodió el día que un insensato la tomó como moneda de cambio para sus frívolas componendas electorales, y la puso en almoneda con un postor de pacotilla. El mismo que, contrariado por no salirse con la suya, cogió una pataleta hasta entregarla en bandeja al peor de los pretendientes. No defraudó el adquirente, que cumplió con creces los peores augurios tratándola como a una rehén a la que podía sangrar a placer hasta la extenuación.
La desnaturalizó y puteó para después desarbolar y desmembrar sin ningún miramiento. Así, con esa insidia, correspondieron los aprovechados de la ganga con sus ingenuos benefactores: humillando y anulando a la magnifica entidad que, en sus manos, pasó de ser la joya más envidiada del sector a ser una cautiva irrelevante e indefensa.
El Bierzo debió mucho a Endesa, y esta le debe otro tanto a nuestra tierra. Una deuda de gratitud y futuro que se empeña en ignorar y evitar su cumplimiento. Demasiado saben ellos que su bicoca tiene origen turbio, el que resulta de jugar al monopoly con los los intereses nacionales sin reparar en las secuelas de esas lesiones.
Simple lesión o tal vez una traición a la vista de los resultados? acaso es un exceso denominar así a la entrega incondicional de un líder estratégico a un estado extranjero? Diré más: saben por qué nos chotean de manera tan desconsiderada ? Pues no lo duden, es porque con la infame capitulación nos han tomado la medida y nos ven como imbéciles.
La claudicante carambola de su apañado acceso a la propiedad de Endesa, los convenció de que íbamos a tragar con todo, y en esas siguen. Dados los antecedentes e implicaciones del escarnio, la respuesta debería ser mucho más que una mera exigencia reivindicativa de la población perjudicada.
Tenía que ser una cuestión de Estado en la que sean los poderes públicos los que asuman la defensa de los perjudicados, en un doble sentido: garantizar un compromiso de futuro y poner a estos abusones en su sitio. No es mear fuera del tiesto, es demandar una legítima compensación por lo que, siendo tan nuestro, nos lo han birlado con la estúpida complicidad de un notorio pringado con mando.
Les contaré un sucedido muy poco conocido que evidencia la dimensión del dislate. En plena guerra por mantener la españolidad de Endesa contra los deseos y embates del gobierno, la empresa estaba en disposición de estudiar y financiar de manera integral la implantación de la después denominada Ciuden. Se planteaba como una contrapartida voluntaria por cesar en el acoso. No hubo lugar a plantearlo, el sumo hacedor de la cagada se apresuró en volar a Malta al encuentro con su homónimo italiano y allí rendirle el chollo. De haber reculado, aceptando la proposición en ciernes, hoy todo sería mejor.
A esta cantata de Santa Maria de Compostilla, le quiero poner epílogo con fragmentos de la inmortal Cantata de Santa María Iquique, que le vienen pintados por reveladores:
“Ustedes que ya escucharon la historia que se contó, no sigan ahí sentados pensando que ya pasó”.
“No basta sólo el recuerdo, el canto no bastará. No basta sólo el lamento, miremos la realidad”
“Quizás mañana o pasado, o bien en un tiempo más, la historía que ha escuchado de nuevo sucederá…”.
”Tenemos razones puras tenemos porque pelear. Tenemos las manos duras tenemos porque ganar”.