[LOS GATOS DEL CALLEJÓN] Lealtad
UNA GATA | Más o menos todos conocemos del folklore político y no es la primera vez que en esta columna señalamos la ley de partidos como uno de los “problemas” de nuestra democracia, pero nos ha llamado la atención el estriptis orgánico que ha provocado algo tan “inocente” como la convocatoria de primarias en Castilla y León para la elección del secretario general autonómico. Y es que el actual secretario general en Castilla y León, Luis Tudanca, aprovechó el último comité autonómico para proponer la convocatoria, que fue aprobada con mayoría de los asistentes (104 a favor y 14 en contra) y protestada, enérgicamente, por el secretario general de la provincia de León y parte de sus compinches provinciales. Cualquier paseante se extrañaría de la bronca por una cosa tan saludable -se supone- como una convocatoria de primarías para dar palabra a todos los afiliados, pero fue un evento tan crítico como para que se llevase a la Comisión de Ética y Garantías federal que, desde Madrid, terminó anulando de forma poco convincente el calendario orgánico que habían aprobado con amplitud más que suficiente los autonómicos de Castilla y León.
Si alguna vez han pasado por la disciplina de cualquier partido seguro que no se sorprenderán. Nosotras poco tardamos en descubrir la estrategia de unos, para llevar adelante la candidatura que tendrán preparada y acordada y la esperanza de los otros en proponer una contraria, arropada seguramente desde Madrid. La sorpresa viene del alcance que ha tenido, llegando a los medios nacionales y con respuesta pública desde otras federaciones, alguna crítica con la dirección nacional y otras afines con la misma (sobre el papel, se supone hasta la propia federación de Castilla y León), por encontrarse en circunstancias parecidas, sino iguales. Pero nos ha gustado el resumen que ha presentado el alcalde de León, José Antonio Díez, en una entrevista realizada para una emisora de radio (y replicada en varios medios) y en especial su definición de lealtad. A la pregunta de “¿Y la lealtad orgánica?” él respondió, muy acertadamente, “eso es una milonga”.
Como el alcalde explica en su argumentación, la lealtad con el que manda se da cuando eres parte, y si estas en frente te queda el pataleo, eso sí, en privado, que como lo hagas en algún comité, asamblea o charla quedarás señalado y en cuanto puedan, tirarán de cualquier argumento para apartarte. Lo intentaron con el mismo alcalde de León y lo llevaron adelante con otros, como hemos podido comprobar en algún ayuntamiento berciano, por cierto, con nulo acierto por parte de la dirección provincial.
Y no es una cosa tan pequeña. Quien controla una secretaría general y su ejecutiva tiene la oportunidad de elegir, entre la corte de aduladores que le acompañan, quién va a ser que: con puestos en listas electorales, cargos en entes y administraciones que se controlen o atender a los intereses propios o próximos según sea necesario. ¿Y esto a que les suena?, pues de una manera u otra, es la entrada perfecta para que se coloquen personajes que puedan llegar a secretarías de organización, ministerios y quién sabe qué más cosas. Y no hay un partido al que no pueda señalarse por hacer uso de las capacidades que le otorga actualmente la ley de partidos para sus propios intereses. La semana pasada el incidente fue con el PSCyL, pero en Madrid lo hemos visto esta semana con Vox y el PP lo tiene por “normalidad”.
Quizás pueda parecer que Castilla y León pinta bien poco. Si tenemos en cuenta el número de afiliados, está lejos de las más numerosas, con lo que no debería suponer mucho peso orgánico y aunque sean muchas provincias, tampoco pone tantos diputados nacionales, que en la mayor parte de los casos, la diferencia entre quedar primero o segundo en una provincia resulta en nada, pero sorprendentemente tiene la friolera de 3 ministros y medio, si incluimos al madrileño Óscar López por su conocida asociación con la autonomía. Así que hay que darle un valor mayor que el que a priori se le supone.
¿Hay solución? Pues volvemos a proponer las listas abiertas, que nos permitan decidir en quién depositamos nuestra confianza, ya que la lealtad debería ser siempre debida a aquellos que representas y no al corporativismo de aquellos que viven de la política y que termina dejando listas llenas de personajes diversos, poco capacitados o con intereses distintos a los del bien común, que ofrezcan los buenos días desde la niebla, nos justifiquen la nómina “soterrando peatones” o se asomen a la ventana para ver si la Renault sigue en su sitio, o no.