[EL PROTECTORADO] Emobi, crónica de una hostia anunciada
AL RAISULI | Ha vuelto a pasar otra vez y ya van…
Conste que no tengo intención de reprochar nada a los gestores de Emobi, primero porque no soy nadie para hacerlo y porque, además, no dispongo de la información suficiente de ello. Me limito a constatar lo que ya es un caso clásico en las vicisitudes empresariales del Bierzo y más concretamente en el sector de las construcciones metálicas o similares.
En este caso nada tiene que ver con la deslocalización con la que amenaza de cuando en cuando LM, tiene que ver con falta de carga de trabajo que en definitiva es que no tienen un mercado estable de demanda. Presumíamos apenas hace un año los bercianos de que las grandes estructuras metálicas del Estadio Santiago Bernabeu, que impresionaban a los viandantes de la Castellana, se fabricaban en Ponferrada y ahora de repente el petardazo.
Aquí pasar de la gloria al infierno, empresarialmente hablando, es más que frecuente difícilmente las empresas perduran más de cincuenta años. Lo habitual es un comienzo modesto, una ascensión irresistible y un bombazo clamoroso. Hagan memoria y repasen el cementerio pasado y reciente de los proyectos víctimas del éxito fulgurante y del consiguiente infarto sorpresivo.
Esa cantinela de la falta de carga de trabajo casa muy bien con el discurso de la realidad berciana, aquí lo importante era el chollo rápido; los proyectos de mucho cacho inmediato y de ninguna certeza de futuro. Se corresponde con el aventurerismo de una tierra que vivió el esplendor del oro, la eclosión del carbón y los minerales metálicos, el alumbramiento de la España a oscuras y el desmadre de la burbuja inmobiliaria; con tales precedentes el pedigrí empresarial estaba sentenciado.
Es curioso que las grandes constructoras metálicas al igual que los grandes astilleros siempre le echen la culpa al maestro armero, o sea a la falta de carga de trabajo. Los grandes astilleros rebosan de pujanza y empleo mientras construyen un portaviones o un gran crucero, y cuando se acaba el chollo porque los coreanos ofertan más barato dicen: mamá pupa… no tengo carga de trabajo.
Hace unos años le aconsejé a un empresario muy conocido de este sector de las construcciones metálicas que se blindara tratando de innovar, consolidando patentes o modelos propios, dirigidos a mercados recurrentes; o sea que fuera al mercado de las demandas intensivas y no al de las contratas circunstanciales, incluso le brindé la idea de fabricar dos productos con mercado apetente; excuso decir que no me hizo caso y no eludo confirmar que fue un desdichado precedente de lo que ahora le toca pasar a Emobi.
Estoy harto de decir por activa y por pasiva que ese modelo de macro factorías con estimable oficio profesional pero sin estrategia tecnológica y comercial son cantos al sol en el Bierzo. El modelo útil es el contrario: en vez de empresas de mil empleados de sopetón y de incierto futuro, es mejor veinte de cincuenta empleados que tengan mercados demandando sus productos por la presión de las estanterías y de los suministros recurrentes.
No sé qué ocurrirá con Emobí, aunque lo imagino, especialmente a los empleados y a sus familias que ya viven en la incertidumbre; a sus gestores les deseo acierto en sus deseos de recuperación y reflotamiento, pero me temo lo peor. Es difícil sentar las bases de la prosperidad cuando, ante un hecho tan desgraciado, la máxima autoridad económica de la autonomía que padecemos nos sale con estas ramplonerías que transcribo textualmente y creo no sacarlas de contexto:
“Sería necesario, como ya han hecho, fortalecer el accionariado de las empresas Emobi e Ibermon para que puedan abordar sus retos de futuro, en eso están trabajando y deben ser ellos los que tomen las decisiones sobre su propio futuro”. “Vivimos en un contexto de dificultades y problemas”. “Nada se gana con decir a todas horas que la economía va estupendamente como hace alguno”. “Hay realidades objetivas como el de estas empresas que demuestran esta afirmación, al igual que hay ciudadanos que tienen dificultades para llegar a final de mes”.
Nada, absolutamente nada de abordar estructuralmente un modelo empresarial de pan para ayer y hambre para los restos. Ni una palabra de innovación, de investigación, de modernización y de conquista de mercados. Allá con vuestra suerte y que os salga el sol por donde cuadre, les dice. En Valladolid tienen muy claro que aquí estamos encantados con convertirnos en el desguace y el estercolero del progreso de los demás y en eso sí se mojan.
Acaso me equivoque y el consejero esté haciendo méritos al Nobel de la vacuidad.