[TRIBUNA] Cuarenta años no son nada… ¿o sí?
FRANCISCO M. BALADO INSUNZA | El 1 de marzo de 1979 se celebraron en España las primeras elecciones generales tras la entrada en vigor de la Constitución, aprobada en diciembre de 1978. Aquellos comicios los ganó, ratificando su victoria de 1977, Unión de Centro Democrático (UCD) que obtuvo el 34,84% de los votos y 168 escaños en el Congreso de los Diputados quedando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a cierta distancia en el número de escaños, 121, aunque no tanta en porcentaje de votos (30,40%). Tras ellos, el Partido Comunista de España (PCE), con el 10,77% del voto y 23 diputados y Coalición Democrática (CD), coalición liderada por Alianza Popular, con el 6,05% y 10 diputados. Incluso la entonces extrema derecha de Unión Nacional obtuvo un diputado por Madrid, el de su líder Blas Piñar, y los nacionalistas mantenían cierta presencia, fragmentados en diferentes grupos, siendo los más relevantes Convergencia y Unión (CiU) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV). El bipartidismo imperfecto que, hasta 2015, se ha mantenido en nuestro país, con los matices que se quieran, comenzaba a consolidarse.
Adolfo Suárez, sin gran dificultad, consiguió ser investido presidente del gobierno e, inmediatamente, se convocaron las elecciones municipales, retrasadas desde 1976 ―momento en el que tocaba su renovación según la normativa del régimen franquista― porque no se había encontrado el momento idóneo para hacerlo. En la primavera de 1979, aprobado el nuevo marco constitucional, renovado el mandato de los poderes legislativo y ejecutivo y en proceso de desmantelamiento el resto de las estructuras políticas y administrativas del régimen, la sustitución de las corporaciones locales franquistas no podía esperar más.
Las primeras elecciones municipales del régimen constitucional del 78, aunque paradójicamente celebradas bajo normas preconstitucionales, tuvieron lugar el 3 de abril de 1979, un mes después de las generales. Significaron, en términos absolutos, un nuevo triunfo de UCD por número de votos y concejales, pero los pactos postelectorales del PSOE y del PCE llevaron a la izquierda al poder en un gran número de ciudades y capitales de provincia (entre ellas, Madrid, Barcelona y Valencia) haciendo de contrapeso al gobierno de la nación y siendo un elemento muy relevante de cara al proceso autonómico que se iba a abrir en aquella primera legislatura constitucional y sobre todo, por su significado como la primera experiencia de gobierno de la izquierda, sólo tres años y medio después de la muerte de Franco, lo que ayudaba a consolidar el proceso de transición política que vivía España.
En el Bierzo, las elecciones generales de marzo de 1979 habían sido un trasunto del resultado nacional. UCD las había ganado con claridad, el PSOE mantuvo la segunda posición y un porcentaje de voto del 30% y el PCE, dada su implantación en las cuencas mineras, había conseguido un porcentaje cercano al 15% mientras Coalición Democrática, escasamente llegaba al 10%. En Ponferrada, el triunfo de UCD fue todavía más rotundo, alcanzando el 44% del voto, mientras que el PSOE rozaba el 30% y CD arrebataba la tercera posición al PCE.
Un mes después, la traslación de estos resultados al ámbito municipal en el Bierzo y Ponferrada fue imperfecta. Por un lado, en el conjunto de la comarca, UCD mantuvo holgadamente la primera posición con casi el 37% de los votos y el PSOE la segunda plaza en su ya habitual porcentaje cercano al 30%. Sin embargo, un factor alteró la atonía repetitiva de resultados y porcentajes. Fue la irrupción de los partidos y agrupaciones independientes. En algunos municipios como Camponaraya, Vega de Espinareda o Congosto fueron la fuerza más votada. En el conjunto de la comarca obtuvieron más de nueve mil votos y la tercera posición, por delante del PCE. Naturalmente no se trataba de un proyecto único. Su carácter local, independiente y transversal ideológicamente impide tratarlos de manera conjunta, en términos histórico-políticos, pero su resultado global denotaba la voluntad participativa de una parte considerable de la sociedad civil, vecinal ―del pueblo, como se decía entonces con reiteración― que transitaba hacia la democracia fuera de las disciplinas partidistas significando una derivada a tener muy en cuenta en cualquier análisis que se haga de este proceso de 1979 en nuestra comarca.
Dos de esos proyectos independientes fueron políticamente determinantes en el caso de Ponferrada. El primero, la Agrupación de Vecinos Independientes (AVI), constituida por diferentes asociaciones vecinales, así como empresarios y profesionales que se habían significado contrarios al Plan General de Ordenación Urbana de 1977. AVI, liderada por Ovidio González Canedo, consiguió más de 3500 votos y cinco concejales. La segunda, Independientes del Bierzo (IB), de perfil más “bercianista” y progresista, con algunos profesores y sindicalistas que se habían quedado fuera de las listas de izquierda. Liderada por Javier Horacio Otero Vales, alcanzó dos concejales con más de 1700 votos.
El resultado de estos dos grupos provocó que UCD viese reducido su porcentaje de voto en Ponferrada, en sólo un mes, en 17 puntos, pasando del 44 al 27% y, además, que el PSOE, sin hacer grandes alardes, eludiendo hábilmente el debate urbanístico y sosteniendo su voto en el entorno del 30%, fuese, por menos de cuatrocientos votos sobre la candidatura centrista, la fuerza más votada en la capital de la comarca, aunque ambos grupos obtuvieron el mismo número de concejales, ocho.
Es un hecho evidente que aquella victoria socialista por la mínima en Ponferrada, de la mano de Celso López Gavela, fue trascendente para la izquierda berciana y leonesa. Ponferrada, ciudad de perfil social conservador, con porcentajes de voto, sumados los de UCD y CD (AP) en las generales de 1977 y 1979 muy por encima del 50%, aparecía, a los ojos del observador del momento, como la punta de lanza de la izquierda e incorporaba a Ponferrada, vía pacto PSOE-PCE, al no prosperar el acuerdo UCD-AVI, a los ayuntamientos que, como hemos indicado, transformaron los modos de hacer política municipal y fueron, en gran medida, la base de las posteriores victorias de la izquierda en ámbitos territoriales superiores.
Hoy, cuarenta años después de aquella doble cita electoral, la compleja coyuntura actual ha querido que se celebren en España, de nuevo con solo un mes de diferencia, elecciones generales ―las del pasado 28 de abril― y municipales, esta vez acompañadas por autonómicas y europeas, el próximo 26 de mayo.
Es evidente que las circunstancias sociales y políticas de ambos momentos son muy distintas. Poco o nada se parece España, el Bierzo y la Ponferrada de hoy a los de 1979. Sin embargo, se pueden realizar algunos paralelismos con aquel proceso de hace cuatro décadas que resultan muy interesantes a priori, a pocos días de conocer el resultado de las municipales-autonómicas-europeas que ratifiquen, rectifiquen o maticen, el sentido del voto de las últimas elecciones generales.
El PSOE obtuvo, en las elecciones del pasado 28 de abril un excelente resultado en Ponferrada y, en general, en el Bierzo, muy superior en porcentaje de voto al obtenido a nivel nacional. Podría decirse que, en términos relativos, nuestra ciudad y comarca recuperaron, a falta de que se pueda reafirmar o no en unos días, su condición de feudo de la izquierda desde 1982, aunque alternándolo con el Partido Popular en las distintas citas electorales desde entonces.
Por su parte, el Partido Popular (PP) sufrió hace tres semanas una de sus mayores derrotas en nuestra ciudad y en la comarca en general desde 1989. Solo consiguió la victoria en Oencia, Molinaseca y Borrenes. El llamamiento al voto útil no surtió efecto y se vuelve a enfatizar la estrategia de concentración del voto para las elecciones del día 26. La merma sufrida, con fuga de votantes a Ciudadanos y a Vox, por un lado y por otro, ha tenido, entre otros efectos, el que algunos candidatos populares a las alcaldías bercianas hayan seguido la estrategia, ya veremos si equivocada o no, de disminuir la presencia en su mensaje electoral de lo que, durante muchos años, había sido su principal aliado: las siglas del partido.
Ciudadanos mejoró su resultado respecto a las anteriores generales. Podemos en claro descenso y Vox apareció con menor fuerza del 10% alcanzado a nivel nacional. Además, los partidos cuyos intereses están en lo municipal y provincial como es el caso de Coalición por el Bierzo (CB), Unión Social de Electores (USE) o el Partido Regionalista del Bierzo (PRB), por citar a los tres que ostentan representación actualmente en el Ayuntamiento de Ponferrada, no se presentaron a las elecciones generales.
Con este antecedente, el primer aspecto subrayable de las elecciones del próximo 26 de mayo para el análisis político, con carácter previo al resto, es el hecho de que cada elector va a tener la posibilidad de votar en tres claves distintas, con tres dimensiones territoriales diferentes, con tres tipos de circunscripción a la hora de la asignación de concejales, procuradores y eurodiputados, por lo que la lectura comparativa del resultado de cada formación política, no sólo respecto a anteriores comicios de la misma tipología, ni incluso al voto emitido el pasado día 28 de abril, sino entre cada una de las urnas del día 26 de mayo, puede ser determinante para el futuro en los niveles políticos nacional y europeo y, en lo que a nosotros nos atañe más de cerca, en los municipales y autonómicos.
El segundo dato que deberíamos tener en cuenta para analizar las elecciones del próximo día 26 de mayo, es el de la participación. Todo apunta a que, por hartazgo, relajación o menor atención mediática, la afluencia a las urnas no parece probable que vaya a llegar a los niveles del 28 de abril que rozó el 75% y aquí lo superó.
Y el tercer elemento para poder realizar un correcto diagnóstico electoral es el hecho de que el interés del votante en cada uno de los tipos de elección es muy diferente. En las elecciones municipales, votamos más a las personas, las conocemos, en muchos casos. Este factor de cercanía que todos los candidatos tratan de reforzar durante la campaña contrasta con el de la segunda papeleta a depositar, la de las elecciones autonómicas cuya circunscripción es provincial, es decir, la misma que en las elecciones generales, lo que debe ser tenido en cuenta a la hora de las comparaciones.
Hace 40 años no existían en España las Comunidades Autónomas. La nuestra, Castilla y León, cuyo proceso de formación daría para otro artículo, como poco, ha sido gobernada por el Partido Popular desde 1987. Ahora su liderazgo está en peligro, no tanto por un agotamiento de su proyecto regional sino, coyunturalmente, por la deriva nacional evidenciada hace un mes. Este hecho constata la relación entre una y otra elección y no sólo para el caso del Partido Popular, sino para todos, siquiera por la aplicación del sistema de atribución de escaños con los mismos parámetros, en ambos procesos, algo que los candidatos autonómicos tratan de reforzar, en el caso de los que van con el viento a favor, y de revertir, los que han tenido un peor resultado en las generales.
Y todavía existe un tercer voto, el de las elecciones europeas, que se recuenta de modo diferente ya que la asignación de escaños se hace en circunscripción nacional única. No es comparable, por tanto, con las otras dos, por el mero hecho de que las distorsiones o peculiaridades que la circunscripción provincial incorpora al resultado, en las elecciones europeas se difuminan. Por ejemplo, los partidos nacionalistas de las diferentes regiones españolas que tienen buenos resultados en las generales, en las autonómicas y en las locales, en las europeas deben unirse entre ellos porque, de lo contrario, su fuerza se diluye ostensiblemente.
Todo los factores indicados nos llevan a pensar en un escenario, el día 27 de mayo, que no será único. Las tendencias han quedado marcadas el 28 de abril, pero en el ámbito municipal habrá modificaciones en el Bierzo, casi de forma segura. La presencia de los partidos comarcales como CB, USE o PRB, la escasa implantación de otros como Podemos o Vox o la presentación de partidos y agrupaciones vecinales e independientes ―aun en mucha menor medida que hace cuatro décadas― son elementos que van a modificar el resultado de las elecciones municipales en el Bierzo y en Ponferrada respecto a las generales de hace un mes, sin ninguna duda.
Por su parte, el resultado en las elecciones autonómicas dependerá del análisis que los electores, sobre todo los del centro y la derecha, hayan hecho sobre la utilidad de su voto en las elecciones generales y de ello resultará el mantenimiento o no de la tendencia favorable al PSOE, mientras que la utilización de las elecciones europeas como refugio de un voto de signo distinto al de los otros dos, podría traer como consecuencia hasta tres resultados diferentes entre sí.
Si hace cuarenta años, en el Bierzo y, particularmente, en Ponferrada se matizó el sentido del voto en el plazo de un mes por las diferentes circunstancias que hemos comentado, hoy, teniendo en cuenta los factores también indicados, podrían apreciarse diferencias que serán más o menos patentes, dependiendo de la urna en la que fijemos la atención de las tres ―cuatro si votamos en una pedanía― en las que se van a depositar nuestros votos el próximo día 26.
Del análisis postelectoral conjunto o individualizado por elección comprobaremos cuanto han cambiado nuestras costumbres democráticas tras cuatro décadas ejercitándolas o, de lo contrario, como los procesos políticos tienden, en muchas ocasiones, a repetirse.