[TRIBUNA] El encubrimiento no entiende de ideologías, tampoco en Ponferrada
CLARA DEL VALLE | El escándalo de Iñigo Errejón y las recientes denuncias de acoso sexual que rodean su caída nos traen un eco amargo en Ponferrada, una ciudad marcada por el caso de Nevenka Fernández, que en su momento fue ignorada, silenciada y abandonada por el mismo sistema que decía representarla. Aquí, en Ponferrada, el silencio cómplice y el encubrimiento de aquellos que ejercen poder de forma abusiva no distinguen entre derecha e izquierda. Las mujeres que hemos vivido de cerca el caso Nevenka sabemos que el abuso no entiende de banderas políticas, y que el feminismo proclamado por algunos partidos es una herramienta que muchas veces queda vacía cuando el encubrimiento se vuelve necesario para mantener la fachada.
Han pasado más de veinte años desde que Nevenka alzó la voz y se enfrentó a las fuerzas de un partido que prefirió guardar las apariencias antes que proteger a una mujer acosada por el poder. Nosotras, las mujeres de Ponferrada, lo vimos en aquel entonces, y con el tiempo hemos aprendido que las mismas dinámicas, las mismas protecciones veladas, se han instaurado en otros sectores de la política, bajo nuevos discursos de cambio. Desde Ponferrada, observamos con una mezcla de indignación y resignación cómo los partidos que ahora abanderan los principios de justicia e igualdad siguen amparando a quienes cometen abusos, anteponiendo los intereses de la organización a la protección de las víctimas.
En Ponferrada, hay quienes, al confeccionar listas electorales, deciden cerrar los ojos ante comportamientos abusivos. Hay quienes, bajo el pretexto de la unidad y la lealtad partidaria, relegan las denuncias a un segundo plano, manteniendo el poder de aquellos que se aprovechan de sus posiciones. Aunque las caras y los colores políticos hayan cambiado, el sistema de silencios sigue inalterado. El feminismo se proclama con fuerza en los discursos, pero en los hechos, cuando las decisiones difíciles se presentan, el silencio y el encubrimiento siguen siendo la respuesta más conveniente.
A veces, los que construyen estos nuevos espacios de poder olvidan que el feminismo exige más que discursos y buenas intenciones. Requiere valentía, responsabilidad y coherencia, sobre todo cuando el abuso surge dentro de sus propias filas. Pero en Ponferrada, muchas mujeres hemos aprendido que estos valores se abandonan fácilmente cuando la verdad amenaza la estabilidad del grupo o la imagen pública. Nosotras sabemos que, en el fondo, tanto en la derecha como en ciertos sectores de la izquierda, se sigue practicando la misma política de encubrimiento que ya conocimos con el caso de Nevenka.
Aquí, en Ponferrada, hemos escuchado historias que, aunque silenciadas, resuenan. Sabemos que no todo se ha dicho y que hay nombres que siguen en listas y puestos de responsabilidad a pesar de las denuncias y quejas, nombres que permanecen protegidos por el mismo sistema que dice defender la igualdad. Nosotras, las mujeres de Ponferrada, sabemos que no hay diferencia entre la derecha que apoyó a un alcalde abusador y la izquierda que prefiere guardar en silencio las quejas para proteger a sus figuras. Las mujeres de esta ciudad conocemos bien los efectos de estos silencios, de la complicidad que se convierte en norma, y de la hipocresía que hace pasar el encubrimiento por lealtad.
A quienes confeccionan las listas y toman decisiones en nombre de la igualdad, les decimos que estamos cansadas de ser testigos de la misma historia. En Ponferrada, las mujeres llevamos mucho tiempo viendo cómo la política es utilizada como un escudo para proteger a los que deberían ser apartados. La historia de Nevenka debería habernos enseñado a actuar con firmeza y valentía, pero hoy constatamos que los cambios son solo superficiales y que, cuando los discursos se desvanecen, las mismas prácticas de encubrimiento siguen imperando. En las próximas semanas, posiblemente escucharemos más testimonios y más voces que alzarán la voz, no solo en Ponferrada, sino en otros lugares, porque la cultura de encubrimiento no desaparece por sí sola.
Es tiempo de que Ponferrada y sus representantes, independientemente de su color político, comprendan que el feminismo no es una fachada que se utiliza a conveniencia. Es una exigencia de justicia, de responsabilidad y de valentía, y nosotras, las mujeres de Ponferrada, no dejaremos de exigir que se tomen las medidas que deberían haberse tomado hace tiempo. Estamos aquí, vigilantes y decididas a recordar que el encubrimiento no es una solución, y que la política no debe ser refugio para quienes abusan del poder en lugar de respetarlo.