[EL PROTECTORADO] De la moción de censura de Ponferrada al pequeño Nicolás sin freno y sin seso
AL RAISULI | Una década y media atrás al zapaterismo, instalado en la Moncloa, le dio por sacar de su laboratorio de las malas ideas a un espécimen, sin gracia comprobada y con talento por demostrar, para hacerlo el delfín de todas las oportunidades políticas de la Castilla domeñada y del León cojitranco.
Por esas duras tierras esteparias anduvo el mencionado pretendiente durante un tiempo, asustando a los micrófonos con sus solemnes ramplonerías y opositando a enreda-bailes donde todos se preguntaban qué peine nos quiere vender este fulano. Sus lides electorales no hicieron justicia a quién se creía merecedor de todo por ser nieto del oficioso sastre en un pueblo de Segovia y por veranear en Riaza que es como una riviera de secano de la misma provincia.
Como es en la política, sobre todo en la española, donde el sacrosanto Principio de Peter embarranca, llamarón a Ferraz al paracaidista para hacerlo Secretario de organización del Psoe, una vez que había acreditado debidamente su incompetencia. Es la suerte del meritorio llevacarteras que siendo bedel se pudriría abriendo puertas a los demás y dedicándose por formación y devoción a eso que llaman ciencia política, manda huevos, se la abrieron y hasta pilló cacho.
Instalado en Ferraz con un Rubalcaba imperante y una Angélica mosqueada porque le iban a dar puerta, se acordó de Ponferrada. Anda que el interfecto no tendría sitios donde dar la vara y hacer méritos por la ancha piel de toro hispana. Pues como nos tenía muy presentes y no quería que se le olvidara se le ocurrió montar una moción de censura y colocar en la alcaldía a un sociata arquitecto, desbancando a Riesco con el apoyo de un ex alcalde herido en su buena fama y con ganas de revancha.
La historia es conocida: Folgueral a la alcaldía, Riesco a galeras e Ismael, con su historia de Nevenka a cuestas, de nuevo a las primeras páginas de los periódicos y a la apertura de los telediarios. El Guesclin de Ferraz que cometió el alcadicidio gozó de satisfacción corta, pues se lo amargó y desmontó Carme Chacón con un tuit en cinco minutos, y de nuevo dejó patente por repetición de su incapacidad para el encaje de bolillos que es la política.
No acabaron ahí sus andanzas exitosas, roto el tabú de que cualquier cosa era posible lograr por un desastre de su talla, su olfato le llevó a apostar por Patxi López cuando era cosa cantada que iba a ganar Sánchez la secretaría general del partido, al que traicionó a pesar de ser su amigo. Y Sánchez, tan blando con las espigas como duro con las espuelas, tuvo el detalle de premiar al felón con la Presidencia de Paradores; un buen amigo mío conociendo su percal de gafe irredento, me previno de alojarme en cualquiera de los establecimientos por si el techo se venía encima.
El premio de Sánchez no era tal, bueno es Pedro para olvidar las afrentas, lo tenía en reserva, cogido por los cataplines, para obligarle cuando quisiera a participar de sus perrerías. ¿Y qué mejor garantía que tener a un esclavo moral para todo como Jefe de Gabinete? Desde Julio de 2021 que llegó a Moncloa ha venido dando el sí Bwana a todas las tropelías de su señorito que hacen palidecer y parecer tonterías las de la infausta Corte de los Milagros.
Con todo lo mejor estaba por llegar y, como no podía ser de otra forma en su prodigiosa escalada, ha llegado a Ministro de no sé qué cosa. Y ahora que ha llegado a lo más alto se descubre que estaba metido en todos los enredos feos que desde la presidencia se orquestan. Y debe estar pringado hasta los tuétanos porque, desde la mujer de su jefe al fiscal jefe que obedece a su jefe y al detenido jefe de los líos que abruman a su jefe, lo tienen cardíaco.
A este último lo ha menospreciado queriendo ser gracioso a pachas con el otro ministro que le llaman Gracita. Le ha dedicado una insidia que le priva de emularlo con James Bond y lo asimila a un pequeño Nicolás de pacotilla. Parece demasiado para él un circo de tres pistas con leones hambrientos, payasos inquietantes y corruptos escapistas. Tengo para mí que ya se está arrepintiendo del menoscabo al pequeño Nicolás en la persona de Aldama que le puede traer más de un disgusto.
Quién le mandaría a él meterse en camisas de once varas cuando podía seguir tan feliz por la meseta perdiendo elecciones contra Mañueco. Quiso mover los hilos tras las bambalinas sin dotes de Maquiavelo y desde la parida de Ponferrada al Gabinete de la Presidencia y las Filtraciones todo son meteduras de pata. Ya lo dijo Andreotti: manca finezza.