‘Esclavos del carbón’, recupera la historia de los presos mineros de los destacamentos penales
Una exposición revive la memoria de 245 presos obligados a trabajar en las minas de Orallo y Villaseca de Laciana.
Esclavos del carbón es el título tanto de la exposición que, hasta febrero, puede verse en la Fundación Sierra Pambley de Villablino, como del libro que el Club Xeitu acaba de editar, recuperando la historia de los dos destacamentos penales que existieron en Orallo y Villaseca de Laciana entre 1941 y 1944. En ellos, al menos 245 presos políticos prestaron trabajos forzosos como mineros de carbón en plena posguerra para la empresa MSP.
La iniciativa ha sido promovida por el Club Xeitu y cuenta con la colaboración de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática del Gobierno de España, el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, y la Fundación Sierra Pambley.
Un equipo formado por Wenceslao Álvarez Oblanca, Ángel Gancedo, Javier Molina, Beatriz Lozano y Víctor del Reguero ha trabajado durante los dos últimos años desde varios ámbitos, tanto en la búsqueda de fotografías y documentación en todo tipo de archivos, su organización y tratamiento digital, y la elaboración de los contenidos expositivos y del libro, que ya puede encontrase en las librerías.
La exposición, que se prevé sea itinerante, es una selección didáctica adaptada para que cualquier visitante pueda conocer y comprender el fenómeno de los trabajos forzosos y los destacamentos penales de la minería del carbón, antes de continuar con una selección de los rostros de los reclusos a tamaño real. En ese mismo sentido se ha planteado el libro, titulado también Esclavos del carbón, con contenidos más amplios y desarrollados.
Un libro con fotografías, documentos y dibujos
En ambos casos, los presos de los destacamentos penales desde un punto de vista humano son los protagonistas indiscutibles. Aunque en su mayoría se trató de leoneses y asturianos, la iniciativa recupera la memoria de andaluces, cántabros, catalanes, gallegos, murcianos y hasta un portugués que compartieron existencia en los destacamentos de Orallo y Villaseca de Laciana. En determinados casos, eran mineros antes de su paso por las cárceles de la dictadura y, en otros, se vieron obligados a convertirse en obreros de las minas para reducir su permanencia en prisión. Junto a los rostros de gran parte de ellos –se ha conseguido fotografía de 168 de las 245 personas que se han podido documentar–, se da a conocer el sistema creado por la dictadura para aprovecharse de una mano de obra barata, adentrándose en la vida cotidiana de los reclusos o el papel de sus familias en tales circunstancias.
A lo largo de 252 páginas, en el libro aparecen los rostros de los presos con sus datos, así como fotografías de época en las que se puede ver a los reclusos a la salida de la mina, esperando el rancho para comer o formando un equipo de fútbol, y todo tipo de documentos, desde informes a correspondencia, hojas de expedición de partidas de presos o expedientes penitenciarios.
Con unos breves textos escritos por Víctor del Reguero, se repasan aspectos como la queja que los propios presos presentaron por los abusos que cometía el jefe del destacamento, un extracto de las memorias inéditas de un recluso, o el hecho de cinco de ellos se casaron durante su tiempo de privación de libertad. A su vez, la arquitecta ponferradina Beatriz Lozano ha elaborado unos planos y unos dibujos de los dos edificios que acogieron los destacamentos penales; uno de ellos, el de Villaseca de Laciana, ya desaparecido, mientras el de Orallo se conserva prácticamente igual que en la época.