[TRIBUNA] Olegario Ramón: cuando los problemas personales eclipsan la política
ROSA ESPINADA | La trayectoria política de Olegario Ramón parece estar marcada, más que por su gestión, por una constante tendencia a convertir los problemas personales en conflictos políticos. Desde su etapa como alcalde de Ponferrada hasta su actual papel como presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Ramón ha demostrado una habilidad excepcional para transformar antiguos aliados en acérrimos enemigos, algo que, lejos de fortalecer su posición, la ha erosionado profundamente.
Un claro ejemplo de cómo sus enfrentamientos personales han condicionado su carrera política se vivió en las elecciones municipales de 2023. A pesar de haber ganado los comicios, Ramón no logró renovar la alcaldía de Ponferrada. La clave de su fracaso radicó en su deteriorada relación con Iván Alonso, líder de Coalición por el Bierzo (CB), quien, paradójicamente, había sido su socio en el mandato anterior. Alonso, que en el pasado le permitió alcanzar la alcaldía, era en 2023 el único con capacidad para revalidar su cargo, pero la enemistad personal entre ambos hizo imposible cualquier acuerdo. Así, las rencillas de Ramón con quien debía ser su principal aliado se tradujeron en la pérdida del bastón de mando ponferradino.
Su llegada al Consejo Comarcal del Bierzo tampoco ha estado exenta de polémica. Ramón accedió a la presidencia tras imponerse a Gerardo Álvarez Courel, una maniobra política que mostró su ambición, pero también su voluntad de controlar la institución a su manera. Sin embargo, a pesar de contar con mayoría absoluta, la falta de presupuestos revela algo más profundo: la ausencia de apoyos internos. Su insistencia en imponer su criterio ha generado un clima de desconfianza dentro del propio Consejo, donde las diferencias personales han frenado cualquier avance sustancial.
No es casualidad que Ramón haya impulsado una política de purgas dentro del PSOE de Ponferrada, primero apartando a quienes respaldaban a Samuel Folgueral y posteriormente a cualquier miembro que osara discrepar con él. Expedientes disciplinarios sin fundamento y denuncias judiciales sin base han sido algunas de sus herramientas para eliminar la disidencia, lo que ha terminado por debilitar su liderazgo y desmoronar la cohesión interna del partido.
El verdadero problema de Olegario Ramón no es la falta de recursos ni los obstáculos externos, sino su tendencia a personalizar los conflictos. Su estilo de liderazgo, basado en el enfrentamiento y la imposición, ha convertido a antiguos socios en opositores y ha hecho que muchos dentro de su propio partido opten por distanciarse. El Consejo Comarcal, una institución clave para el desarrollo de la comarca, se encuentra paralizado no solo por cuestiones técnicas, sino por una falta de visión estratégica que priorice el consenso sobre la confrontación.
En política, la capacidad de diálogo y la construcción de consensos son fundamentales para alcanzar objetivos a largo plazo. Olegario Ramón parece no haber aprendido esta lección, y mientras siga anteponiendo sus disputas personales a las necesidades de la ciudadanía, su legado político estará marcado por la discordia y la inacción.
Si realmente aspira a consolidarse como un líder , Ramón deberá abandonar su política de enfrentamiento y empezar a construir puentes en lugar de dinamitar cualquier posible alianza. De lo contrario, su paso por la política berciana quedará como un ejemplo de cómo los problemas personales pueden convertirse en el mayor obstáculo para la gestión pública eficaz.