Un libro sobre el Ponfeblino corrige la fecha de entrada en servicio de la línea
Cien años del ferrocarril Ponferrada-Villablino, de Víctor del Reguero, recoge una selección de 125 fotografías de época y de autores españoles y extranjeros y dedica una amplia parte del volumen a la memoria de las gentes del ferrocarril: rostros, ocupaciones, vidas y desventuras.
“Escenas de un tren para la memoria y la nostalgia”. Con estas palabras resume Víctor del Reguero, autor del libro ‘Cien años del ferrocarril Ponferrada-Villablino’, la esencia de las 125 fotografías de autores españoles y extranjeros que se incluyen en el mismo, a través de las que desgrana la intrahistoria de esta línea ferroviaria, una de las más importantes de España, con ocasión del centenario de su puesta en servicio hace ahora un siglo.
El libro, de reciente publicación, ha sido editado por Piélago del Moro con la colaboración del Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, el Consejo Comarcal del Bierzo, el Ayuntamiento de Ponferrada y el Club Xeitu, a modo de catálogo de la exposición del mismo título que en septiembre se abrió en el centro museístico de Sabero y actualmente se encuentra en el Museo del Ferrocarril de Ponferrada, con vocación itinerante.
A través de 248 páginas, en una cuidada edición, el libro Cien años del ferrocarril Ponferrada-Villablino ahonda en el conocimiento y la divulgación de la historia de la minería en la zona, sobre la que Víctor del Reguero ya atesora otras publicaciones, como Las gafas del Belga o El tiempo de la Minero.
Este nuevo libro, dividido en tres partes (denominadas “paradas” en un guiño al mundo ferroviario), da cuenta en la primera de ellas del origen y construcción del ferrocarril, con una síntesis de los pioneros de la actividad minera y los intentos frustrados para construir una línea ferroviaria, hasta que la constitución de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) en 1918 abrió la ruta del dinero de la mano de varios capitalistas madrileños y vascos. Aparecen planos del trazado y las estaciones, la figura del ingeniero José María Alonso Areyzaga, autor del proyecto, el crucial papel del ministro Francisco Cambó, o escenas que dan fe del empleo en las obras de la fuerza humana en todas sus variantes, desde la mano de obra infantil a las mujeres que recogían y cargaban piedra en cestos sobre un rodete en sus cabezas para el rellenado de la vía.
Locomotoras del oeste y memoria de las gentes
Lejos de conformarse con la mera narración de las escenas, se aportan curiosidades y datos. Entre los más importantes, la corrección que se hace respecto a la fecha de puesta en servicio del ferrocarril, que tuvo lugar un mes antes de lo que se creía hasta ahora. Reiteradamente se ha establecido que fue el 23 de julio de 1919, demostrando el autor con la referencia a varios documentos de época que el primer tren abierto al servicio público entre Ponferrada y Villablino circuló en realidad el 18 de junio de 1919.
Otra de las partes destacadas del libro es la que se dedica a las locomotoras de vapor, símbolo y encanto del camino de hierro. “Un encanto paradójico -escribe el autor en el volumen-, en un principio por lo novedoso y al cabo por lo inveterado: lo fue tanto en sus primeros años, cuando las máquinas impresionaron a buena parte de los lugareños, quienes no habían salido nunca de sus pueblos y aquella iba a ser por tanto la primera vez que vieran un tren, como cuando superado el ecuador del siglo XX la pervivencia de la tracción a vapor convirtió a la línea en un metafórico viaje al pasado”. Las diez Baldwin llegadas en 1920 de Estados Unidos, las Krauss, la emblemática PV-31 de la casa alemana Maffei, y ya en la evolución a diésel, las MACOSA, las Krupp y las ALCO. Una de estas, la MACOSA 1002, fue la que dio el último viaje de la línea, antes de cesar su actividad, el 4 de febrero de 2013.
La tercera y última parte del libro, y también la más extensa, es la bautizada “vías y vidas”, en las que se recupera la memoria del tren a lo largo de su recorrido: caras y nombres de muchos de los ferroviarios, sus vidas y sus trabajos, la ocupación de las mujeres como guardabarreras, los accidentes más importantes de la línea, escenas de los trabajos de recuperación de la vía a raíz de las riadas del Sil, la evolución de la industria del carbón con la construcción de los lavaderos de Fabero o las térmicas de Ponferrada, los trenes Correo y Mixto compartiendo idas y venidas con los carboneros o el Jaimito, que llevaba a los mineros a los tajos, la construcción de los embalses que obligaron a cambiar partes del trazado original, y un largo etcétera. El libro devuelve a la retina imágenes y rostros del pasado a quienes han vivido el ferrocarril, a la vez que permitirá descubrir una seña de identidad de todos los pueblos por los que pasó a quienes no lo han conocido.