[LA OVEJA NEGRA] Trampantojos
GERMÁN VALCÁRCEL | Cuando empiezo a escribir esta columna todavía estoy bajo los efectos de la desesperanza que me ha producido la asistencia al último pleno municipal. Reprimo, una vez más, las ganas de escribir lo que realmente pienso de esta desgraciada tierra y de su desbrujulada y “cuñadil” clase política.
Vivimos malos tiempos y no únicamente para la lírica. Lo son para creer, para comprender, para vivir y, lo que resulta más inadmisible, para sobrevivir, por eso saltan todos los resortes cuando vemos que se tapa lo importante con la anécdota. Vivimos tiempos en los que es insuficiente escarbar entre los adjetivos para poder encontrar uno que sirva para describir cómo nos sentimos algunos ciudadanos en un presente en el que una y otra vez se trata de manipularnos, ya sin sutilezas. Vivimos un tiempo donde el bandazo político se ha convertido en pauta de conducta de quienes se han “apoltronado” o de quienes quieren ocupar las sillas que tienen escrito el rótulo de PODER, ese poder que sirve de salvoconducto para absolutamente todo, pero que, fundamentalmente, utilizan para defender sus intereses políticos y para llevarnos al resto al abismo.
Para ellos, conseguir el poder justifica romper de un plumazo opiniones, falsificar las supuestas intenciones; pero esos bandazos convierten en cadáveres la confianza en nuestros representantes y las palabras escritas en los programas electorales o las columnas de opinión que nos hicieron deglutir, palabras dichas un ayer no tan lejano en el que los hoy poderosos solo eran aspirantes a vencedores, pero ahora convertidos en patrones de este barco que se hunde, no son más que marineros que han ido preparando con cuidado su asalto al poder, con la connivencia de otros marineros que, con otras siglas, disfrutaron de la travesía de este barco, hoy a la deriva, tras haber expoliado sus bodegas antes de pasar el testigo del turno del poder a los actuales grumetes.
Hace ya tiempo aprendí que no pocas veces la epidermis está por encima del raciocino y, por tanto, aunque uno se esfuerza en analizar, al final acaba escribiendo improperios. Por eso me van a permitir que afirme que el Bierzo podría haber sido un buen lugar para vivir, lo tiene todo para que así fuese, unos parajes con unas montañas y unos valles mágicos, muchos ríos, buena tierra, un cielo hermoso, una pequeña historia detrás llena de pequeñas vicisitudes con su pequeña porción de sangre y sus tiempos de alegría.
La hecatombe social que se está produciendo en esta comarca (les remito a los últimos datos del INE que confirman que el Bierzo ha perdido el 10% de su población en una década) está enterrando el presente y el porvenir de al menos dos generaciones de bercianos y convirtiendo las pensiones y las prestaciones por desempleo y asistenciales en el soporte fundamental de la economía de la Comarca. Más del 40% de la renta disponible bruta del conjunto de hogares bercianos proviene de esas transferencias sociales, súmenle lo que llega de los funcionarios y de otros trabajadores dependientes de las distintas administraciones -servicios públicos privatizados- y tendrán una radiografía exacta del nivel de dependencia que de esas transferencias que llegan del resto del Estado tenemos. Por si alguno todavía no lo tiene claro, solamente concluir que en el Bierzo para cada pensionista tenemos 0,84 cotizantes a la Seguridad Social.
Todo esto les importa un bledo a nuestros representantes, ahí tienen al más necio de todos ellos afirmado que en Ponferrada hay siete mil personas sin empadronar, los ha contado él personalmente, uno a uno. Tampoco les importa a algunos ciudadanos que miden la salud económica de la ciudad por el número de Burger King abiertos en su término municipal.
La edad me ha dejado algunas enseñanzas, una de ellas es que la mayoría de las grandes tragedias son lentas y silenciosas
Norberto Bilbeny, catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona, enuncio la expresión “idiota moral” para calificar a aquellos individuos que, teniendo un grado más o menos óptimo de desarrollo de su inteligencia son, sin embargo, incapaces de comprender las implicaciones éticas de sus acciones y de sus decisiones, incluso de sus opiniones. Si se observa la manera de actuar, políticamente, de la mayoría de los miembros que componen el pleno municipal del Consistorio ponferradinos da la sensación que entre los mandamientos no escritos para poder ser miembro de dicha cofradía es precisamente poseer dicha incompetencia ética uno de ellos.
Servidor va a ser uno de esos ponferradinos a los que nos va tocar pagar entre cincuenta y setenta euros anuales para poder hacer frente a las subidas de tasas que se aprobaron en dicho pleno; francamente, es lo menos importante de lo que allí ocurrió.
Lo auténticamente importante es cómo escondidos, el equipo de gobierno en el supuesto rigor de procedimiento y en el populismo barriobajero la oposición, trataron de tapar la cruda realidad, de impedir la reflexión, de esconder los detalles, de no dejarnos asociar hechos y destripar el porqué de los daños colaterales. A ninguno se le ocurrió, ni siquiera a la portavoz podemita, la más brillante, con mucha diferencia, de todos los portavoces, dar o pedir explicaciones ante la gravísima afirmación de la portavoz socialista de que las aguas que bebemos circulan por tuberías de fibrocemento, tuberías que contienen amianto, una sustancia de la que hay sólidas evidencias científicas de que la exposición a dicho elemento resulta extremadamente peligrosa, por tratarse de una potente sustancia cancerígena, y mientras muchos ciudadanos preocupados por la quema de neumáticos, ¡Manda huevos!
Seguramente nuestros representantes municipales argumentaran, para justificarse, que hay un “umbral de seguridad” en la concentración de amianto por debajo del cual no hay problemas. de salud. Nada más falso. La evidencia científica que contradice la existencia de ese umbral de seguridad se acumuló: por ejemplo, ya en 1998 New England Journal of Medicine, la revista médica más importante del mundo, publicó una serie de trabajos -algunos de ellos basados en registros epidemiológicos de varias décadas- indicando que no existía ese umbral de seguridad. Hay pocas sustancias cuya peligrosidad está tan bien documentada como la del amianto. Por eso el 15 de diciembre de 2002 se prohibió producir, comercializar e instalar amianto y productos que lo contengan, y han pasado casi dieciocho años.
La edad me ha dejado algunas enseñanzas, una de ellas es que la mayoría de las grandes tragedias son lentas y silenciosas, subterráneas e imperceptibles. Por eso a servidor le resulta sospechoso que se silenciara en el pleno uno de los motivos por los cuales todavía no se ha acometido el cambio en la red de agua, no solo ha sido como consecuencia del contrato firmado con la empresa, también es a causa de los trapicheos de Samuel Folgueral con la empresa que gestiona el servicio de aguas, desviando fondos para la irregular organización del Mundial de Ciclismo. Pero sobre este tema absolutamente todos los portavoces pasaron de explicarlo o de pedir explicaciones, ¿por qué? Servidor empieza a sospechar que al exalcalde se le empieza a blanquear su pasado desde el equipo de gobierno.
Alla cada uno con sus motivos, pero a servidor le interesa mostrar que ciertas acciones buscan tapar y perpetuar la impunidad y lo ocurrido en el pleno nos muestra, una vez más, que las instituciones son máquinas de total y perpetua impunidad, y la constatación de que hay lugares que renacen de sus cenizas y otros condenados a la herrumbre y a la ruina. Ponferrada parece pertenecer a los últimos.