[ADIÓS A 2019] El año del PSOE, la incineración, la transición justa y el ascenso
El Bierzo continúa sumido en la postración sin que se vislumbren alternativas capaces de frenar la despoblación sostenida e irreversible, agravada por el cierre de minas y térmicas.
El resumen del año no ofrece muchos motivos para el optimismo. Las elecciones, la transición justa y la incineración de residuos son algunos de los hitos del 2019, que se recordará sobre todo por el regreso de la Deportiva a Segunda División. Vamos a repasar el año que se nos va hoy.
Política
La actualidad política de 2019 estuvo marcada por la triple cita electoral que ha consolidado al PSOE como la fuerza más votada en España, en Castilla y León (aunque el pacto PP-Ciudadanos le arrebató el Gobierno), en la provincia, en la comarca (donde gobierna 25 de las 38 municipios) e incluso en Ponferrada. Olegario Ramón recuperó para los socialistas la alcaldía de la capital berciana 24 años después, Gerardo Álvarez Courel revalidó su victoria en el Consejo Comarcal y Eduardo Morán se convirtió en el primer presidente berciano de la Diputación desde la República.
Malos tiempos en cambio para el PP, que ha perdido casi todo su poder institucional y que en Ponferrada se vio seriamente lastrado en sus opciones electorales por los despropósitos del gobierno de Gloria Fernández Merayo. También se descalabró en las elecciones locales Samuel Folgueral (el caso del Mundial sigue vivo, por cierto) y, por el contrario, Tarsicio Carballo se beneficiaba de la incomparecencia de Vox para duplicar su representación. El año termina con un extemporáneo rebrote del leonesismo que amenaza con perturbar el debate político allende el Manzanal.
Economía
Tampoco en 2019 dejaron de llegar malas noticias. El Bierzo es un desierto, con todos los indicadores económicos señalando un declive imparable desde 2010. La pérdida de población sigue su ritmo imparable y las muertes duplican con creces a los nacimientos. Ni siquiera la lectura positiva de la patronal puede enmascarar la realidad. El año empezó con 9.580 parados y acabará con más de 9.000, pero el dato verdaderamente relevante es que ese descenso obedece al número de personas que se han marchado en busca de un futuro. En noviembre, doce meses después de aquella manifestación por el futuro de la comarca en la que desfilaron juntos víctimas y verdugos, los sindicatos alertaban de que no había servido para nada.
Está por ver si desaparición del carbón y el fin de las centrales térmicas se verán compensadas con las alternativas que aporte la llamada transición justa. Los precedentes no invitan preciamente al optimismo. La comarca es víctima de una doble desgracia: la inacción de las instituciones —sus escasas iniciativas o bien cosechan el rechazo de un sector de la ciudadanía, caso de la planta de biomasa de Forestalia o la quema de neumáticos en Cosmos, o bien se limitan a vender humo— y la falta de impulso de una clase empresarial al menos tan lamentable como la política. Las buenas noticias prácticamente se han circunscrito al sector agroalimentario, pero la amenaza de la incineración pende como la espada de Damocles sobre su reputación. Y, en materia de infraestructuras, la falta de noticias no son buenas noticias.
Sociedad
La incineración, una de las palabras del año, no solo estuvo presente durante el año en el debate económico como una amenaza de trágala. Se diría que haber padecido dos térmicas obliga a cargar ahora como alternativa con industrias igualmente contaminantes. Los posibles riesgos para la salud de este tipo de actividades estuvieron permanentemente en la agenda de los colectivos ecologistas, en el marco de la preocupación global por el clima. Aunque el respaldo social a sus planteamientos es de temer que haya perdido fuerza en una situación no ya de desmovilización general, sino de auténtica postración.
Buena prueba de ello es el tenue abrazo al Hospital de este año, nada que ver con la fuerza del anterior a pesar de que problemas como las listas de espera o la falta de determinados servicios como radioterapia siguen pendientes mientras amenazan otros nuevos como el cierre de consultorios rurales. En la crónica social no puede faltar una mención para los que nos dejaron en 2019: el cura Francisco Beltrán, el abogado y fundador del PP berciano Tomás González Cubero, el que fuera durante décadas alcalde de Oencia, José Estanga, la exconcejala socialista Rosa del Puerto y Úrsula Rodríguez, la viuda de Antonio Pereira.
Cultura
El año que acaba ha venido electoralmente cargado y no es ajeno el sector cultural a esa salsa de urna. Resumiendo el asunto, por orden del centro a la periferia. La ausencia de un Gobierno estable y de presupuestos ha puesto en riesgo al débil tejido cultural del país, atrapado entre la incertidumbre y la indiferencia. En la Comunidad, los nombramientos en la materia por parte del cogobernante Ciudadanos han despertado ciertas esperanzas de cambio en las atrofiadas políticas culturales de la biregionalidad o lo que usted quiera que sea este territorio en el que vivimos.
Con la misma actitud ha sido recibido el nuevo gobierno local de Ponferrada después de los cuatro años de dislate del desgobierno Merayo-Gancedo. Con ese antecedente, sería difícil no mejorar, pero tiempo habrá de comprobar resultados. El cambio de siglas en la Diputación no ha traído, de momento, cambios significativos en el área cultural donde, sorprendentemente, no se ha suplido la vacante gerencia del ILC y han aparecido iniciativas poco afortunadas como el llamado cheque cultural, con aroma a caciqueo menudo. En el Consejo Comarcal no ha habido mudanza. Tampoco modificaciones en su política cultural: sigue siendo inexistente. Al menos en este caso no hay posibilidad ni siquiera de gatopardismo. Ya saben, aquello de que «si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».
Deportes
El ascenso de la Ponferradina a Segunda, después de una temporada muy meritoria y una tan larga como emocionante promoción, no solo aparece como la mejor noticia deportiva del año sino que acaso constituya el único motivo de alegría colectiva de los bercianos. La solvencia como entrenador de Jon Pérez Bolo al frente de una plantilla en la que son mayoría los artífices del ascenso, se ha visto confirmada en la primera vuelta del campeonato en la categoría de plata del fútbol español. Tanto es así que, a falta de la segunda, nadie calficaría de exagerada la apreciación de que la permanencia está en el bote.
También ascendió, en este caso a la LEB Plata, el equipo de baloncesto Ciudad de Ponferrada. Y también parece que se está afianzando en ella. Las malas noticias deportivas de 2019 proceden de Bembibre. Tanto su equipo de fútbol como el de baloncesto corren serio peligro de descender si no enmiendan en lo que resta de competición sus nefastos primeros pasos. Pero un año más, si hay que elegir un nombre propio en el deporte berciano ese será sin duda el de Lydia Valentín, que obtuvo medalla de plata en total olímpico y bronce en dos tiempos en el Mundial de Tailandia. Puede parecer poco, pero es que nos tenía mal acostumbrados.